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Retrato de Georg Friedrich Händel

Cinco pequeñas grandes obras de Händel, el niño al que su padre prohibió jugar con instrumentos

Uno de los grandes autores clásicos de la historia de la música fue el primero que compuso para el público y no para cumplir los deseos de los mecenas

Dicen que cuando su padre, que quería que fuera abogado, le prohibió tener cualquier tipo de contacto con un instrumento musical, se las arregló para instalar un clavicordio en un lugar escondido de la casa, adonde iba a practicar mientras toda su familia dormía. La inclinación musical de Georg Friedrich Händel era como la de Miguel, el niño protagonista de la película de Pixar, Coco, o mejor, la inclinación musical de Miguel, el niño protagonista de la película de Pixar, Coco, era como la de Georg Friedrich Händel.

Durante un viaje junto a su padre tuvo la oportunidad de mostrar por primera vez sus habilidades delante de él y del público, una actuación que hizo posible que aquel le permitiera al joven talento tomar clases de composición musical, pero no para olvidarse definitivamente de las leyes. Solo tenía 13 años cuando actuó por primera vez delante del emperador de Prusia, Federico I. Cuando empezó a estudiar Derecho, a los 17, ya era multi instrumentista y virtuoso del violín y del órgano. Mientras estudiaba, trabajaba como organista en la catedral de Halle, su ciudad natal. Tenía 18 y solo dos años después compuso sus dos primeras óperas.

A partir de entonces no le faltaron mecenas. Compuso cantatas y música sacra en Italia donde se estableció. El triunfo rutilante en Roma y Florencia antes de su traslado a Inglaterra para siempre. Su composición operística fue prodigiosa. Compuso 14 óperas en ocho años para la Royal Academy of Music. El genio prusiano ya era tan orgullosamente inglés para los ingleses que le fue encargada la música para la coronación de Jorge II. Trabajó en el King's Theatre y en el Covent Garden donde su producción operística siguió su camino impresionante.

Fue un gigante que hasta se recuperó de las consecuencias físicas que le ocasionó un derrame cerebral. Volvió a tocar pese a que en principio quedó impedido de una mano. Recobró la movilidad y mostró la inspiración que nunca perdió: Xerxes fue el maravilloso resultado de este renacimiento. Y aún estaba por llegar El Mesías. Pese a su gran éxito, prestigio y fama (se celebraron funerales de Estado), la primera posteridad sumió su obra en el olvido.

Se quedó «antigua», pero fueron los grandes compositores posteriores quienes la reivindicaron como el origen de todo, como el primero de todos. Beethoven dijo que era el compositor más grande que había existido, Bach o Mozart le consideraron un ídolo y Stanley Kubrick debía pensar lo mismo al incluir su Sarabanda como tema principal de su película Barry Lindon por encima de todos los demás.