La patria de Mozart dedicará un gran homenaje a Plácido Domingo
El Festival de Salzburgo, el más importante del mundo, acoge una gala el próximo lunes para festejar el 50 aniversario del debut allí del tenor madrileño, que cantará zarzuela para celebrarlo, mientras en España continúa repudiado
Caso curioso el de Plácido Domingo. En la ciudad que le vio nacer, Madrid, en 1941 (aunque las malas lenguas aseguran que fue un poco antes), el tenor hace vida de jubilado. A veces se le ve paseando del brazo de su esposa por el Retiro; acude con la familia a los restaurantes de los buenos amigos como el entrañable Sito, su anfitrión cuando se deja caer por el «Pimiento Verde», va al Bernabéu para disfrutar con las hazañas del Real Madrid, celebradas por la parroquia merengue a pleno pulmón con el himno que él mismo grabó en su día,… Y no deja pasar la oportunidad de acudir siempre, a veces con los nietos, a alguno de los dos principales teatros de su ciudad (también visita el Auditorio Nacional, como cuando hace poco estuvo por aquí Zubin Mehta) para asistir a las representaciones que ofrecen tanto el Teatro de la Zarzuela como el Real, donde además aprovecha la ocasión para pasar por los camerinos y saludar los artistas que intervienen en cada actuación, sobre todo si son de casa.
Todos ellos lo acogen invariablemente con los brazos abiertos, y la amplia sonrisa de quien recibe la visita inesperada de la «historia», que en ese momento ha tenido el detalle de acudir en persona a darles ánimo y felicitarlos cordialmente. Afloran entonces los selfis, los comentarios emocionados y los agradecimientos. Algunos se han beneficiado de iniciativas como el concurso de canto que él mismo impulsa desde hace años, Operalia, inmejorable plataforma de lanzamiento para el despegue de una carrera relevante, como ha sucedido con tantos intérpretes destacados (por citar solo a dos de los más recientes, la soprano Sonia Yoncheva y el tenor Xavier Anduaga).
El tenor ha actuado con los hijos de antiguos colegas
Como además hace tiempo que Domingo ya le ha dado la vuelta al marcador, en algunas ocasiones cumplimenta a un artista con el que ha cantado, o al que ha dirigido o contratado, al mismo tiempo que ya había hecho lo propio con algunos de sus progenitores. Le pasó recientemente con la soprano Ángeles Blancas, a la que colmó de parabienes, en el Real, después de su fantástico desempeño en El Rey Lear. Con ella, el tenor ya había cantado en ese mismo escenario, hace unos años, Margarita la tornera, la ópera de Ruperto Chapí. Pero es que también el debut del artista en Madrid, en 1970, en el Teatro de la Zarzuela, con La Gioconda de Ponchielli, se produjo junto a la madre de la Blancas, la inolvidable soprano gallega Ángeles Gulín como protagonista. Qué cosas…
Anda el tenor de un teatro capitalino al otro, como un forofo más, pero en cambio no le dejan despedirse de ninguno de ellos con un homenaje oficial en toda regla, como tocaría. Sí, es cierto, en el Real ofreció un concierto hace un par de veranos, pero aquello fue disculpado como un acto ajeno, la invitación de un festival, nada que ver con la venerable institución, que ya se encargó de dejar bien claro que la cosa no iba con ellos, para no soliviantar a las autoridades. ¿Y en la Zarzuela? Aún peor, porque el teatro de la calle Jovellanos le iba a dedicar un tributo en 2020, con motivo del 50 aniversario de su primera actuación allí. Pero entonces el censor de guardia en el ministerio de Cultura prohibió el acto en solidaridad con aquellas mujeres que habían denunciado unos acosos jamás probados, ni siquiera objeto de una demanda judicial. A día de hoy, nada de nada.
Como un paria en su propia ciudad
Y así sucede que mientras Domingo agota sus días madrileños como un proscrito en su propia tierra, entre paseos, almuerzos y actos culturales a los que acude libremente porque la «fatwa» gubernamental dictada contra él no ha logrado aún expulsarlo del terruño, de vez en cuando, en otros países, no precisamente extraños a los usos y costumbres democráticas más asentados, reclaman su presencia para actuar, como acaba de ocurrirle en Japón, donde estos días una multitud le esperó a las puertas del auditorio para saludarle después de su último concierto allí, o rendirle reconocimientos extraordinarios.
El homenaje que Madrid no le dedicó en 2020 al cumplirse los primeros cincuenta años de su actuación aquí, se lo va a proporcionar ahora, el próximo lunes, el Festival de Salzburgo, la más prestigiosa cita musical del mundo. Y por idéntica causa: el 50 aniversario de su debut en ese lugar. Es más, el certamen austríaco ha querido incluso adelantarse un año, porque oficialmente la primera vez de Domingo en el Festpielhaus salzburgués se produjo en julio de 1975, con unas históricas representaciones de Don Carlo que dirigió Herbert von Karajan y al frente de uno de esos repartos estelares de aquellos tiempos, que incluía a Mirella Freni, Nicolai Ghiaurov y Piero Cappuccilli.
A partir de ahí, la relación del artista español con el rey de los certámenes musicales, creado en 1920 por tres figuras centrales de la cultura europea, el compositor Richard Strauss, el escritor Hugo von Hofmannsthal y el director Max Reinhardt, resultó muy fluida, sobre todo por sus numerosas apariciones en conciertos y en algunas destacadas producciones operísticas: Los Cuentos de Hofmann de Offenbach, bajo la batuta de James Levine, repetida durante tres veranos consecutivos por su éxito; Parsifal de Wagner, con el director del Marinski, Valery Gergiev, y aquel Ballo in maschera verdiano que «heredó» Georg Solti tras el inesperado fallecimiento de Karajan.
Un concierto histórico en 1985, dedicado íntegramente a la zarzuela
Luego vendrían las apariciones de esta última etapa ya como inesperado barítono, con intervenciones en Giovanna D’Arco e Il Trovatore, junto a Anna Netrebko. Pero tampoco debe olvidarse aquel histórico concierto de 1985, con un programa íntegramente dedicado a la zarzuela, al lado de la espléndida Pilar Lorengar (si no fuese por la presencia de Domingo, siempre dispuesto a llevar la música española a todos los rincones, sería difícil que Salzburgo pensase siquiera en dedicarle una velada íntegra a este tipo de repertorio, por más que nos pese).
Y precisamente ahora, solo gracias a la presencia del tenor en la gala dedicada a festejarle, 50 Years of Domingo in Salzburg, la zarzuela volverá al llamado «festival de festivales». El repertorio que se interpretará el lunes incluye, entre otras piezas, la romanza de Rafael (Amor, vida de mi vida) de Maravilla de Moreno Torroba y el dúo de otro Rafael, y de Soleá, el muy célebre de El gato montés de Penella, Torero quiero sé. La cita, por todo lo alto, fijada en la sala grande del Festpielhaus, completará las casi tres horas previstas de música con selecciones de óperas de Rossini, Bellini, Donizetti, Verdi, Cilea, Dvorak, Massenet, Bizet y Chaicovski.
Además del calor del público que seguramente volverá a vitorear al artista como ya hizo en 2019, en pleno estallido de la tormenta del «caso Domingo», el tenor percibirá sin duda el cariño de una representación de los cantantes ganadores de varias de las ediciones de Operalia. Con él, actuarán ese día las sopranos Sonya Yoncheva, Aida Garifullina y Elena Sitkhina; los tenores René Barbera, Rolando Villazón y Dmitry Korchak y el bajo Edwin Schrott, entre otros. Al frente de la Sinfónica de la Radio de Munich estará un director bien curtido en acontecimientos líricos, como el italiano Marco Armiliato.
Cecilia Bartoli y la referencia a Mozart
La organizadora del evento, la mezzo Cecilia Bartoli, ha querido otorgar el lustre imprescindible a una cita que en el anuncio oficial de su programa, colgado en la web del propio certamen, compara a Domingo con el mismísimo W.A. Mozart: «Puede que Mozart no haya ocupado un lugar central en el repertorio de Plácido Domingo, pero a pesar de sus diferencias, los dos están conectados por su incansable creatividad y vitalidad sin límites. Y por supuesto, a través de Salzburgo: un lugar importante para ambos músicos, y el sitio de muchos grandes logros artísticos».
Dentro de poco se supone que el Teatro de la Zarzuela presentará su próxima temporada. En 2025, se cumplirán 55 años del debut de Domingo en su ciudad, precisamente en esa casa, a la que no faltó durante sus temporadas líricas, como tampoco a la del Real hasta que resultó condenado al más injusto ostracismo por ambas instituciones. Durante sus años de gloria, mientras podía elegir él mismo donde actuaba, el artista reservó siempre unas fechas para presentarse periódicamente ante el público madrileño, que no era precisamente una potencia operística. Lo lógico sería, entonces, que los responsables de la Zarzuela anunciasen ya mismo que el año próximo se le rendirá al tenor ese gran homenaje impostergable. Pero seguramente se impondrá el criterio del ministerio. Urtasun preferirá arrinconarlo en el desván de la historia, junto a Hernán Cortés y Joselito El Gallo. Y nadie rechistará.