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Nunca antes fue Estopa tan grande y efervescente como en su 25 aniversario, que por primera vez en su carrera los ha llevado con gran éxito de taquilla a estadios como este sábado, el Metropolitano de Madrid ante 55.000 personas para reivindicar su legado y lo que representa.

En una extensa gira nacional que entre plazas de toros y festivales ya ha incluido un megaconcierto como el de La Cartuja de Sevilla y a la que aún le resta pasar el 10 de julio por el Estadi Olímpic de su Barcelona, a los de Cornellá les ha tocado este sábado ser muy arropados por el público de la capital, con predominio de asistentes que apenas caminaban cuando todo su fenómeno empezó.

«¡Es el concierto más multitudinario de nuestra historia! Madrid es nuestro segundo barrio y no os podemos querer más. Queremos agradeceros que nos hayáis acogido tan bien siendo del Barça», han bromeado David y Jose Muñoz durante esta histórica cita.

Aún en su fórmula hibridada con el rock, nunca antes la rumba se había colado en las radiofórmulas nacionales hasta que llegaron ellos con 'La raja de tu falda' y otros temas de su debut discográfico, 'Estopa' (1999), alzándose a lo más alto en ventas y sacudiéndole de paso la tontería a esa España que se empezaba a poner demasiado estupenda.

Es por eso que, desde que empiezan a sonar las notas de 'Tu calorro' hasta el final con la no menos emblemática 'Como Camarón', dos horas y media de concierto después, es imposible que hasta la persona más alejada del estereotipo rumbero no tararee al menos una decena de canciones de este repertorio que, casi sin querer, ha amamantando las dos últimas décadas del país.

Sin más prolegómenos que una máquina cementera que simula en pantalla llevarse por delante toda una obra, los hermanos saltan al escenario, pronuncian los primeros versos de 'Tu calorro' («Fui a la orilla del río») y el concierto entra en ebullición como si llevara media hora de recorrido, algo que se mantiene al hilarla sin paradas con 'Cacho a cacho', otra de las de la primerísima hornada.

Ha habido guiños a prácticamente todos sus discos de estudio, pero especialmente a esa primera década gloriosa en la que de cada álbum surgían al menos dos o tres canciones que se grababan a fuego pese a sus letras enrevesadas y sus ritmos acelerados.