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Mario de las Heras

Coldplay continúa a la deriva sin solución en el espacio de su nuevo disco, 'Moon Music'

Fue el propio líder de la banda, Chris Martin, quien dijo que la caducidad de una banda de rock se establecía en diez años y ya llevan veintisiete

Madrid Actualizada 04:30

Chris Martin, líder de Coldplay, durante un conciertoGTRES

Coldplay publica nuevo disco. Moon Music es el título que se diría apropiadísimo, porque semejante propuesta eurovisiva ni siquiera podría decirse que es de este mundo. Fue el propio líder de la banda, Chris Martin, quien dijo que la caducidad de una banda de rock se establecía en diez años.

Lo dijo mucho antes de que ese plazo transcurriera en su caso. Los de Londres aparecieron en 1997 con un sonido conocido, pero nuevo. Elegante y elevado, prometedor. Quién podía saber que era su techo. El techo de la juventud. Una suerte de inspiración «rimbaudiana».

No se sabe si Martin tiene razón, pero se le podría dar. Desde 1997 hasta 2024 han transcurrido casi tres décadas. 27 años que casi triplican la verdad primigenia y verdadera del autor del dictamen. Primigenio y verdadero como sus dos primeros álbumes.

Lo demás fue un lento descender desde altísimas cordilleras hasta el presente, donde la más decepcionante mediocridad fluye sin reparos como lo que queda del río poco caudaloso de Coldplay que nació en ese manantial misterioso de Parachutes.

No es que sorprenda, pues ya son precisamente décadas en que los británicos ocultaron tras una cortina pintada de grafitis sus carencias creativas, sus musas desaparecidas. Incluso ellos mismos se pintaron de grafiti y llenaron sus espectaculares conciertos de confeti como para distraer. Giras interminables con un éxito impresionante donde aún resuenan sus clásicos entre la ocultación de los colorines.

Una iluminación artística que ha caído como un meteorito sobre la tierra, donde lo «woke» (allí donde lo «woke» se hace presente es porque no existe la inspiración) es el cráter que ha quedado y que casi nadie ha visto, lleno de «skies» por todas partes.

¿Puede ser «sky» la palabra filosofal en la carrera de Coldplay? Puede ser, pero ahora estamos más allá, en la luna, en Moon Music. ¿Se podía pensar en 1997, después de escuchar Trouble, por ejemplo, que esos mismos artistas acabarían componiendo temas para cantar a dúo con Karol G, con todos los respetos a la cantante colombiana?

Pues eso es lo que es Moon Music, música plana, sin matices, con «ritmos» de «hoy» indescriptibles, increíbles. Increíbles por lo que eran, por lo que fueron. Que los autores de A Rush of Blood to the Head, su segundo álbum y canto de cisne, hayan terminado en una suerte de Maroon 5, con todos los respetos también para Maroon 5, es algo que nadie podía prever. Pero ahí están, viviendo (y en la abundancia) en esa luna que no es de este mundo, o al menos del mundo al que ellos llegaron casi 30 años atrás.

Hace demasiado tiempo que no se diferencian las canciones de Coldplay. Desde hace cuatro lustros todo es un bloque indistinguible, por eso no se van ni a reconocer los títulos de Moon Music, nombres que flotan en el espacio irreconocibles, que más que nunca el mundo globalizado baila a ciegas, no con aquella luz íntima de flexo bajo la que se escuchaba Clocks, la belleza y el verdadero entusiasmo (todas las canciones que aparecen en este artículo corresponden a aquel tiempo) que perdieron o a los que han renunciado.