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'Bullit' no sólo es una mítica película, es también un gran álbum de jazzWikipedia

El jazz prodigioso que compuso Lalo Schifrin para una historia de locas persecuciones en San Francisco

Lalo Schifrin, antes que compositor de bandas sonoras, era un monumental jazzista que encontró en el cine el vehículo apropiado para su visión de la música

La historia del jazz suele explicarse, a grandes rasgos, como un proceso de evolución lineal que comienza con el Jazz de Nueva Orleáns de principios de siglo, continúa en los años 20 con las nuevas formas del Dixieland, da su salto a las ciudades de Nueva York y Chicago donde los ritmos del Misisipi se universalizan, continúa con la era del swing y las grandes bandas, avanza hacia la modernidad con el bebop, el cool jazz, el hardbop y el jazz modal, y alcanza la cima con el free jazz y el jazz fusión con ritmos caribeños, brasileños, monouche o flamenco.

Sin embargo, la versatilidad del jazz impide etiquetarlo de una manera estática. De hecho, se han dado auténticos fenómenos que han permitido al jazz explorar nuevos caminos y llegar a nuevos públicos.

Uno de esos nuevos caminos del jazz lo trazó en los años 60 del siglo XX el cine y, en particular, el gran compositor argentino Lalo Schifrin.

Las bandas sonoras de películas como Bullit, Harry el Sucio o incluso Operación Dragón son álbumes sobresalientes de jazz donde se mezclan los estilos de vanguardia del momento: hardbop, cool jazz, free jazz…

Lo cierto es que Schifrin no fue el primer compositor en servirse del cine para componer un álbum puramente jazzista.

Antes que él, el gran compositor Elmer Bernstein regaló dos bandas sonoras de puro jazz para las películas El hombre del brazo de oro y El dulce aroma del éxito.

También el saxofonista Sonny Rollins legó un magistral disco de jazz como banda sonora de la película británica Alfie.

Sin embargo, Lalo Schifrin tuvo el mérito de haber hecho algo nuevo con sus bandas sonoras. Es decir, su importancia no se debe únicamente a la composición de una buena banda sonora en la línea del jazz.

Su mérito radica, principalmente, en que bandas sonoras como Bullit, Harry el Sucio u Operación Dragón son aportaciones al jazz en sí mismas, fruto de la experimentación y de la pretensión de abrir nuevos caminos musicales.

Fijémonos, en concreto, en Bullit. La película, dirigida por Peter Yates, está planteada como un thriller policial sin grandes pretensiones ni ambiciones más allá de servir de entretenimiento ligero. La habilidad de las personas que estuvieron implicadas en la película, todas ellas grandes artistas y profesionales en su ámbito, la convirtieron en una obra maestra del cine.

Yates en la dirección. Steve McQueen de protagonista. Robert Vaughn, Robert Duvall o Don Gordon de secundarios de lujo. Y, por supuesto, Lalo Schifrin al frente de la banda sonora.

Es el talento de cada uno de ellos al servicio de la película lo que hace de Bullit un auténtico clásico del cine, una obra maestra.

Para Bullit, Lalo Schifrin planteó su banda sonora como un disco de verdadero jazz, más allá de estar al servicio de las imágenes y del sentido narrativo de la película.

Porque la banda sonora de Bullit es puro jazz postbop, en la ola de las corrientes más vanguardistas del momento. Cuando triunfa el free jazz y el jazz fusión que se abría camino tras los acordes de la trompeta de Miles Davis como un explorador se abre camino por la jungla a golpe de machete.

Así, Schifrin recurrió para la música de Bullit a algunos de los jazzistas más reputados. Están los trompetistas Bud Brisbois y Tony Terran; el trombonista Milt Bernhart; o el saxofonista Bud Shank.

Schifrin dio con la nota justa para llenar de música las locas persecuciones policiales por las cuestas de San Francisco con un Steve McQueen en estado de gracia al volante de su Mustang que inauguró la edad hollywoodiense del cool.

En Bullit, Lalo Schifrin encuentra una libertad casi absoluta para componer un álbum de jazz perfecto. De hecho, su labor como compositor de bandas sonoras para películas internacionales le dota de una herramienta de libertad creativa total que le permite experimentar, buscar nuevos sonidos y abrir nuevos caminos al jazz sin las ataduras que tendrán otros músicos.

Ese proceso alcanza una cima con la banda sonora de la también genial Operación Dragón, interpretada por el malogrado Bruce Lee. La banda sonora de la cinta dirigida por Robert Clouse no es tan jazzista como Bullit, pero solo su tema principal, donde fusiona las fórmulas más jazzistas con sonidos de la música tradicional oriental y los gritos y golpes de los luchadores de artes marciales, es una delicia de originalidad experimentación jazzista.

Lo que hizo Schifrin en Operación Dragón no lo había hecho antes ningún músico de jazz, y no lo volvería a hacer nadie, porque fue una locura de tal calibre que pocos fueron capaces de comprenderlo, aunque hoy se reconoce como una de las mejores bandas sonoras de la historia.

Más allá de ser recordado como un mítico compositor de bandas sonoras, Schifrin fue primero, y sobre todo, un compositor de jazz.

Trabajó con Dizzy Gillespie de cuya colaboración surgió en 1958 el álbum Gillespiana. Colaboró también en 1963 con otro mito del jazz, Duke Ellington con quien grabó Buenos Aires Blues.

Al final, sin embargo, será recordado por su trabajo para el cine y, en particular, por su entradilla para la serie de Misión Imposible, tal vez su composición más recordada y famosa gracias a que Tom Cruise la rescató para su adaptación moderna de las películas.