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Raphael en el Festival de Eurovisión en 1967GTRES

Raphael, el «cantante del franquismo» y el «icono de la izquierda» que no es ninguna de las dos cosas

El artista jiennense ha sido siempre un símbolo de sí mismo, solo él sin aderezos externos, a pesar de que muchos han intentando clasificarle ideológicamente

Se supone que es lo que tiene ser un gran artista que no se manifiesta ideológicamente: un ídolo no sectario de amplio espectro. El jiennense siempre tuvo una voz única (desde niño: con nueve años fue elegido el mejor cantante infantil de Europa) y luego vino su presentación de adulto, el negro de su vestuario como el de Johnny Cash o el de Tom Jones, con el que cantó (ha cantado con los más grandes porque es uno de ellos), y su forma de actuar, su personalísima personalidad, valgan todas sus redundancias, vocal y gestual.

Esa diferencia artística le ha hecho inclasificable. Raphael es Raphael, pero la omnipresente ideología, la forma moderna de calificar, de colocar a alguien en la casilla correspondiente (no le vaya a dar a los sectarios acotadores un patatús) siempre ha tratado de ubicarle en un sitio o en otro sin demasiado éxito, más allá de señalamientos puntuales.

Carmen Polo le llamaba

El de Linares fue un artista del franquismo porque vivió en España durante el franquismo. Algunos han intentado acusarle de ser afín al régimen porque iba a cantar a El Pardo y él siempre respondió con naturalidad. Le gustaba mucho a Carmen Polo y le llamaban, y entonces él iba porque no podías hacer otra cosa si no querías meterte en problemas. Raphael nunca ha querido meterse en problemas, ni en afinidades políticas más allá de algunos apuntes humanos.

Solo quería meterse en su arte y para seguir metido en su arte tenía que ir a El Pardo. Miguel Ríos también fue un cantante del franquismo. Un artista que empezó, creció y triunfó como tal durante la dictadura con el mayor éxito de su vida, el Himno de la Alegría, en 1969, pero que a diferencia de Raphael, muerto Franco, se puso inequívocamente al lado de la izquierda más contraria al dictador bajo cuyo Gobierno había alcanzado la gloria.

Raphael durante un concierto en 2023GTRES

Raphael dijo (solo cuando le preguntaron) que la exhumación de Franco había llegado demasiado tarde: «¿Para qué guardar las cosas para solucionarlas después?», se preguntó. Sobre Vox (también cuando se le preguntó, no de modo propio en manifestaciones o manifiestos como los de tantos), dijo que era «un partido diferente a los demás» y que por eso había tenido «tan buena acogida».

El cantante habló de «injusticia» cuando se le relacionó con el franquismo. Víctor Manuel contó una vez (no Raphael, que siempre mantuvo silencio al respecto), otro que triunfó con el régimen y luego ha sido un símbolo de lo contrario con profusión, que el andaluz fue uno de los principales críticos contra las autoridades cuando durante una huelga de actrices muchas de ellas fueron detenidas. Víctor Manuel mencionó y elogió la valentía del cantante de Yo soy aquel que le aleja de cualquier afiliación con Franco o con cualquier otro.

El artista alejado de la política

Afiliaciones que muchos han adoptado en democracia con la nueva ideología más favorable para sus intereses, como los mismos Miguel Ríos y Víctor Manuel. No así Raphael, siempre fiel a su arte independiente, triunfador entonces, después y ahora, siempre. Una vez afirmó ser muy moderno. Y realmente lo fue durante toda su carrera. Nunca hubo nadie como él, década tras década. Siempre fue moderno, distinto, especial. Y clásico: una mezcla solo al alcance de los mejores.

Cuando alguien le dijo que era un icono LGTB respondió que le parecía muy bien y que en todo lo que se mueve en este mundo él quería estar. Mensaje claro para aficionados sectarios y clasificadores. Raphael es Raphael y no todos pueden decir eso de sí mismos. Precisamente el mismo que reconoció sin ambages, se diría que con orgullo y libertad absoluta que a él le ha ido bien en su carrera con todos (los políticos y los Gobiernos), afirmando que el artista debe mantenerse libre permaneciendo lejos de la política. Dicho y hecho más de sesenta años después del comienzo de su carrera.