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Café Quijano visitó la redacción de El Debate para charlar de su nuevo discoPaula Argüelles

Entrevista a Café Quijano

«A veces el Congreso es un circo pero hay políticos que merecen mucho la pena»

Los hermanos Quijano ofrecen una entrevista a El Debate: «A veces el Congreso parece un circo, pero no por eso dejamos de reconocer que hay políticos que merecen mucho la pena»

La ciudad de Miami, y el universo de la serie Miami Vice (Corrupción en Miami, en España), son los protagonistas absolutos del último álbum de Café Quijano, Miami 1990.

Los hermanos Manuel, Óscar y Raúl Quijano, o lo que es lo mismo, Café Quijano, se presentan en su nuevo disco, que acaba de salir a la venta, como auténticos dandis en Miami al volante de un flamante Ferrari Testarossa blanco, el mismo de la serie.

Por su disco se pasean personajes variopintos, todos sacados de su experiencia real en la ciudad estadounidense: un cura que vende loros, un puertorriqueño que se pasea con una iguana, un loco que dice ser el hombre lobo…

Café Quijano visita la redacción de El Debate y nos cuenta los entresijos de un estupendo álbum que huele a éxito.

«Eran tiempos de Sonny Crockett, Ferrari blanco y traje beige. Dos de octubre del año 90. De aquella noche, poco se cuenta», suena la cavernosa voz de Manuel Quijano en la primera canción del disco, La primera noche, que forma dupla con otro tema del disco, Miami 1990.

Bienvenidos al Miami Vice de Café Quijano:

–¿Qué ocurrió en Miami en 1990?

–Manuel: Todo lo que ocurrió no lo sabemos, porque pasaron muchas cosas, pero sí pasó que fue un punto de partida importante, porque por aquel año, en aquel octubre del año 90, hice mi primer viaje a Estados Unidos. Era aquel Miami de la serie, que estaba tan de moda, de Corrupción en Miami.

Llegamos a una ciudad donde pasaba de todo, pero que, sobre todo, pasaba, en cierta medida, lo que pasaba en aquella serie. Una serie, además, de una repercusión internacional increíble, porque no era como ahora que hay la posibilidad de ver cantidad de series de todo tipo.

Portada del nuevo álbum de Café Quijano, Miami 1990Warner Music

De aquella, aparte de que había muchos menos canales de televisión, pues era una serie que enseñaba una ciudad que todo el mundo en algún momento determinado, por aquel entonces, tenía ganas de conocerla.

Y yo me presenté allí y, a partir de aquel momento, –luego ya un poquito más tarde llegaron mis hermanos– fue una ciudad que formó parte de nuestra vida y que sigue formando parte de nuestra vida ahora. Como decimos, más de la mitad de nuestra vida hemos estado ligados a esa ciudad americana.

–El disco es un homenaje a la serie Miami Vice: ¿qué os resulta atractivo de aquel Miami?

–Óscar: Pues yo creo que, en general, todo. Era, como decimos, una ciudad en plena efervescencia. Había mucho de todo. Era casi un zoológico, literal, en cuanto a personajes, o en cuanto, incluso, a animales que veías por allí, por la calle: gente paseando con una iguana, o un cerdo vietnamita con una cadena… Y la verdad es que, para nosotros, que crecimos con el folklore latinoamericano, llegar allí fue como un niño que llega a un gran almacén con todos los juguetes.

Escuchábamos de primera mano, que nuestro padre nos lo había mostrado de pequeños, una cumbia colombiana o un joropo venezolano, o una cueca chilena, una habanera, que, por supuesto, hay mucho cubano. La verdad es que fue algo muy bonito, muy atractivo y que nos enganchó.

–La verdad es que mola imaginaros subidos a un Ferrari Testarossa blanco persiguiendo el crimen… ¿Qué elementos habéis incluido en el disco de aquel Miami de Miami Vice?

–Manuel: Mucho de aquello. Por ejemplo, en la sesión de fotos que hemos hecho para este disco quisimos que fuera reflejo de aquella época. Le pedimos a un amigo que nos consiguiera, si era posible, los dos modelos de coche más icónicos que salían en aquella serie, que eran dos Ferraris, un Testarossa y un Daytona, y tuvimos la suerte que nos consiguió esos coches.

Hicimos una sesión de fotos con ellos. Curiosamente, en el año 90, yo fui con un amigo por primera vez a comprar coches y motos allí a Estados Unidos, y al año siguiente, en el 91, había un concesionario de coches que vendía uno de los Ferraris de la serie, un Testarossa.

Manuel Quijano durante la entrevistaPaula Argüelles

Me acuerdo que era de color blanco con tapicería Palomino, que era una especie de marrón un poco raro. Y lo tenían a la venta. Qué pena no haberlo comprado. Básicamente no lo compré porque no tenía dinero, pero, si no, lo hubiera comprado y ahora mismo sería una reliquia, seguro, porque fue un coche icónico que se hizo, además, precisamente –parece que estamos hablando en una revista de coches–, con ese color para esa serie.

Todo lo que se veía por aquel entonces en esa serie era lo que se veía realmente en la ciudad de Miami. Era una ciudad que estaba saliendo de una época muy turbulenta, de aquella época donde mucho del narcotráfico entraba a los Estados Unidos por ciudad, y donde había mucha impunidad a la hora de mover dinero de todo ese negocio, y donde a la gente le encantaba ir presumiendo y haciendo mucha ostentación de absolutamente todo.

En Miami veías mucha extravagancia, y estas canciones cuentan mucho de aquello

Y todo eso se veía en Miami, veías mucha extravagancia, y estas canciones cuentan mucho de aquello. Hay dos canciones que son primera y segunda parte en este disco. Una es La primera noche, que es con la que empieza, y la otra es Miami 1990.

Son canciones que están en el mismo tono, tienen una armonía similar y son como partes diferentes de un mismo Miami: uno que habla de la primera noche, de aquel primer viaje, de parte de lo que pasó. Y otra de un Miami un poco más descriptiva, más generalista.

Y hay un reflejo de eso en la canción: de repente llegaba un cura por la calle, nunca sabremos si era un cura de verdad o era un cura disfrazado, pero que llegaba con cotorras en el hombro. No me acuerdo si tenía cuatro cotorras, o seis o cinco, y a la gente se las iba ofreciendo: ‘Llévatelo, llévatelo para casa’. ¿Y qué hago yo con un loro? Primero, dónde meto el loro, ¿no? O sea, era extravagancia pura cada paso que daba por aquella ciudad.

–Las letras de estas canciones son geniales: furiosas, con un punto gamberro y rimas vibrantes: ¿cómo es vuestro proceso creativo?

–Manuel: En el proceso creativo empezamos haciendo una armonía. Primero un concepto, una idea de canción. Luego, sobre esa idea de canción, sobre todo la idea sonora de cómo va a ser la canción, del estilo de la canción, determinar cuál va a ser la historia que va a contar esa canción.

Y una vez que se tiene claro cuándo va a empezar a contarse esa historia, hacer una melodía que se mueva bien entre la armonía que has creado para esa canción, con un tarareo casi siempre previo, que al final resulta ser el fraseo de esa canción. Y esa es una labor que me concierne a mí y que luego enseño a mis hermanos y que ya nos ponemos manos a la obra para grabarlas.

–No sé si estaréis de acuerdo, pero este disco es muy noventero…

–Manuel: Por el momento, estamos muy de acuerdo con todo lo que dices.

–¿En los 90 se vivía (musicalmente) mejor?

–Óscar: Yo no sé si es mejor o peor. La globalización y todos los cambios que ha habido han sido tan sustanciales en todos los sentidos. En la música, que es en lo que a nosotros nos ocupa, pues ha habido cambios radicales.

No hay duda de que hoy la oferta es muchísimo más amplia, independientemente de la calidad o no, pero bueno, yo creo que donde hay cantidad hay calidad y siempre hay que saber indagar y buscar lo que te gusta o lo que es más favorable para tus gustos.

Óscar Quijano en la conversación con El DebatePaula Argüelles

Yo creo que mi padre diría que lo suyo era mejor que lo de ahora, o que lo nuestro, lo de nuestra época, cuando teníamos 20 años. Nosotros, nuestros hijos, si tuviéramos uno –yo tengo un medio hijo– pues seguramente dirá que lo suyo es mejor que lo mío, y a lo mejor, dentro de 40 años, el hijo de mi hijo dirá que lo suyo es mejor que lo de su padre. Entonces, esa es la gran cuestión, siempre.

–Dejemos Miami y asomémonos a la patria chica, a León. Se habla mucho últimamente de, entre comillas, «independentismo» leonés. ¿Qué opináis de la campaña para que León se desgaje de Castilla y León y se convierta en una nueva comunidad autónoma?

–Manuel: León es cierto que tiene una identidad propia, siempre la ha tenido y creo que hay veces en las que todo depende de cómo se cuenten las cosas.

No creo que los leoneses…, nosotros procuramos no hablar de política ni meternos en política, porque esto es pura política, pero al final es cierto que los leoneses buscan tener esa propia identidad, sin tener, a lo mejor, que estar incluidos en una comunidad que, en cierta medida, una gran mayoría de leoneses entiende que no les corresponde.

Es un tema muy delicado porque en muchos casos se confunde la intención con ciertas cosas que no tienen nada que ver…, con separatismos… Lo de León es una cuestión, más que nada, de reubicación, de lo que a lo mejor debiera ser el espacio que debiera ocupar la propia región, o la propia provincia leonesa.

–Otra pregunta de politiqueo: ¿Cómo veis el momento político actual español? ¿Se ha convertido el Congreso de los Diputados en un Miami Vice con un toque a lo Torrente?

–Nosotros tenemos muchos amigos, amigos abogados, amigos albañiles, amigos políticos…, políticos de diferente signo.

El otro día me manda un mensaje uno diciendo que había leído un titular en el que habíamos dicho que los políticos actuales…, que hay una generación política que no merece la pena. Y le dije: «Es imposible. Nosotros no hemos dicho eso».

Reconocemos que hay muy buenos políticos, aunque no sean tantos como antes

Decimos otra cosa…, una cosa es lo que dices y otra cosa es lo que escriben. Lo que sí decimos es que la clase política, en estos momentos, no es la que se considera la mejor clase política de la historia de la democracia. Pero sí sabemos, y sí reconocemos, que hay muy buenos políticos, aunque no sean tantos como había antes.

Es cierto que parece que, en un momento determinado, es un circo, a veces, el Congreso, pero no por eso dejamos de reconocer que hay políticos que merecen mucho la pena, y hay gente en política que merece mucho la pena y que de verdad se toma la política en serio, como lo que es la política.

Igual que hay buenos abogados y malos abogados, y que hay buenos músicos y malos músicos. Pasa lo mismo en la política

Luego también hay otra vertiente política que, desde luego, no merece la pena en ningún momento, pero igual que en todas las profesiones o en todas las partes de la sociedad.

Hay gente que merece la pena, pero en todo, no vamos a especificar más. Pero es así. Igual que hay buenos abogados y malos abogados, y que hay buenos músicos y malos músicos. Pasa lo mismo en la política. Pero por supuesto que creemos que el político debiera ser vocacional y debiera dedicarse a lo que realmente le ocupa. Hay gente que así lo tiene y así lo se lo toma, y hay gente que no.

–Yendo a lo personal: todos los hermanos se pelean, ¿os peleáis vosotros en el estudio de grabación?

–Raúl: En el estudio y fuera del estudio. Sí, nos peleamos como hermanos, y el que tenga hermanos y diga que no se pelea, no es verdad.

Raúl Quijano en la entrevistaPaula Argüelles

–Pero sin llegar al extremo de Oasis…

–No, porque nosotros, el tema de irnos tan p’allá…, no.

–La Lola ha sido sin duda su éxito más grande: aunque no son estrellas de una sola canción, ¿confían en alcanzar de nuevo un éxito similar?

–Manuel: Cada vez que se escribe una canción, o cada vez que se graba un disco, procuras que esa canción o ese disco sea el mejor. Porque cada cosa que se hace y que se hace con conocimiento, con convencimiento y con amor, la haces para que sea lo mejor que has hecho nunca.

Es imposible que cada canción sea la mejor que hayas hecho nunca, pero por lo menos lo intentas. ¿Qué pasa? Que las canciones, en la mayoría de los casos, quién define si son buenas o malas es el paso del tiempo, y hay ciertas cosas que, como son tan ajenas a nosotros y dependen tanto del público, lo único que podemos decir es que lo que hacemos lo hacemos con la mejor intención y para que sea el mejor disco de todos los que hemos grabado.

Que luego, si viene un exitazo increíble, pues maravilloso, pero hay ciertas cosas que no controlas y, sobre todo, llegados a este punto, nos paramos a pensar en que lo que queremos es que sea un disco lo suficientemente decoroso como para que nos permita seguir haciendo lo que más nos gusta hacer, que es tocar y disfrutar de los conciertos.