El revisionismo cultural que no respeta nada, ni siquiera 'Con Faldas y a lo Loco'
El clásico de Billy Wilder, con Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon, también ha sido «actualizado» en un musical de Broadway
Algunos, sobre todo los autores, lo llaman «versión», pero en realidad nada tiene que ver. «Versión» se ha convertido en «revisión» en la época de los eufemismos que no son tales, sino una transformación de la historia: su cancelación con el objetivo de verlo todo con la sectaria (ni siquiera porque lo sea, sino por el salvaje y distópico atrevimiento) mirada (y lenguaje) del presente.
Una historia que incluye travestismo a finales de los años veinte filmada con los ojos inteligentes de Billy Wilder a finales de los cincuenta, no podía quedarse como está a principios de los veinte del XXI. Demasiada tentación para un relato y una perspectiva que no podía quedar sin la correspondiente «reforma» cultural y adaptación a las costumbres: la ola espumosa y censuradora que todo lo cubre con la intención de que, al volver al mar, ya no se vea la misma arena.
Ni rastro de 'Blonde'
En la película original, dos músicos con apuros económicos presencian por casualidad el asesinato de varias personas por parte de una gánsteres. Son descubiertos, pero logran huir y acaban disfrazándose para poder formar parte de una orquesta de mujeres que se dirige a actuar a Florida. Jack Lemmon y Tony Curtis son los dos músicos que en el viaje se enamoran de Marilyn Monroe mientras han de seguir haciéndose pasar por mujeres para escapar de los mafiosos. Enredos, confusión y situaciones desternillantes de fino humor que se retuercen en la versión teatral.
Si es una versión, como dicen, no se entiende por qué se ha de cambiar todo menos precisamente lo difícil: la idea, el hallazgo, la invención. Es aprovecharse del argumento para destruir sus delicadas esencias. Para empezar, en el nuevo musical de Broadway un músico es blanco y el otro es negro. Y no van a Florida, sino a California. Tampoco es 1929, sino 1933. Ya no es lo mismo, es otra cosa que además no aporta ninguna variación importante, pero sí caprichosa. La líder de la banda también es negra, igual que el personaje que interpretó en la versión original Marilyn Monroe, que, por otro lado (y aquí empieza lo sustancioso), tampoco es esa Marilyn, la Marilyn subyacente de Blonde, sino una mujer fuerte y ambiciosa.
Todas las miembros (¿miembras?) de la banda son feministas radicales, activistas y además la misma Daphne (Jerry) se declara no binario
Osgood Fielding III, el millonario que se enamora de Daphne (Jack Lemmon) en el filme de Wilder, también existe en esta versión donde le han añadido una madre mexicana, motivo por el cual, cuando está en ese país, se hace llamar con un nombre español: la cuota identitaria después de la racial para eliminar cualquier reminiscencia colonialista. Solo falta la de «género», que llega con estruendo precisamente en el personaje de Daphne/Jerry, que se declara como no binario.
Por supuesto, todas las miembros (¿«miembras»?) de la banda son feministas radicales y «transgeneristas» por lo que la mítica frase final de la película: «No te puedes casar conmigo, ¡soy un hombre!», a lo que Osgood Fielding III responde: «Nadie es perfecto», ya no es divertida sino «correcta», desvirtuada como ejemplo final de la deformación interesada de una historia para hacer otra que «deja de ser ingeniosa» para ser supuestamente «actual», algo que en estos tiempos es sinónimo de «adoctrinamiento» y la mayor prueba de la mediocridad que asola la cultura en beneficio de la nueva ideología invasora.