El vínculo entre el teatro y la universidad: una azarosa relación fraguada en los colegios mayores
José Manuel Varela Olea ha presentado, junto a los también autores José María Fibla Foix y Baltasar Magro Santana, el libro Teatro Revolucionario. Historia del Teatro Español Universitario (TEU) en un Colegio Mayor, una reflexión sobre el origen de las artes escénicas ligadas a la vida universitaria
Alas siete de la tarde en el salón de actos del Colegio Mayor San Pablo se presentaba el libro Teatro Revolucionario: Historia del Teatro Español Universitario (TEU) en un Colegio Mayor, escrito por José Manuel Varela Olea. Allí se reunió el pasado y el presente de dicho colegio al reclamo de una historia que a todos concernía. El teatro sigue siendo parte fundamental del engranaje que conforma el San Pablo en nuestros días.
Recordaba Andrés Contreras, presidente del Foro San Pablo, que durante su etapa en el Mayor, los colegiales representaban numerosas obras a lo largo del año. Tal era su importancia que los efectos de las representaciones trascendían el eco de la Ciudad Universitaria, llegando a copar páginas de diarios nacionales que recogían la crítica correspondiente. A pesar de no estar en calidad de crítico teatral, como dijo él, señaló que «el teatro paulino era de primer nivel, con un cuadro de actores y una puesta en escena inmejorable». Por último, remarcó la importancia de una actividad como esta en un lugar como el San Pablo.
El director del Colegio Mayor, Carlos Gregorio Hernández, se excusó en primer lugar: él tampoco estaba en calidad de crítico teatral –ninguno lo estaba–, sino como director de la casa que acogía la presentación y amigo del escritor. Por su parte, señaló que «en el San Pablo, el teatro nunca había dejado de ser pieza clave de la vida colegial». Tanto es así que deja una huella indeleble en todos los que por esta casa pasaron, participando como personajes o como espectadores del espectáculo.
Rugby, cenas y teatro
Decía Gregorio Hernández que el recuerdo de todo colegial paulino radicaba en los partidos de rugby, las cenas con personajes relevantes y «el teatro, siempre el teatro». Él tampoco olvida las representaciones de los últimos años, guardando momentos de las mismas con especial cuidado, como el coupé-décalé de Javier Nieto en Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?
Además, no dudó en defender esta actividad como elemento principal en la vida colegial, hecho que va más allá de la pura representación, pasando por ensayos y momentos compartidos al hacer decorados. Es, por tanto, trascendental para una comunidad colegial que vence al individualismo que impera en nuestros días. Defendía la necesidad de personas como Fibla, Magro o Forteza en un colegio, que lideren y consoliden un teatro más necesario que nunca.
Uno de los autores es José María Fibla, director del TEU del San Pablo durante años y figura clave en el mismo. Como recordaba Andrés Contreras, «la huella de Fibla es alargada». Desarrolló una exégesis sobre el teatro, pivotando sobre seis ideas claves, entre ellas que en el teatro nos representamos a nosotros mismos, por eso su éxito; nos representamos y nos encontramos en él. Además, lo consideraba, como Garci el cine, una vida de repuesto. Una vida de repuesto, sí, a la que acudimos para evadirnos de la realidad. Cuando entraba al teatro del San Pablo a ensayar, hacer decorados… se olvidaba de los problemas cotidianos: demasiados problemas tenía dirigiendo la función como para recordar los mundanos. Cuando salía de él, volvía a la realidad, a la vida con lo puesto.
También rememoró algunas anécdotas de funciones que representó, como Rómulo el Grande, en la que participó la actriz Carmen Maura, o Muerte de un viajante. El teatro marcó su vida. Gracias a él, también dejó huella en muchos de los colegiales que por aquí pasaron.
Baltasar Magro, además de ser el reconocido periodista que daba las buenas noches en Informe Semanal, fue durante años el director del TEU del San Pablo. Ya venía con tablas de casa, de Toledo concretamente, donde había representado una larga lista de obras, haciendo la maleta alguna que otra vez para venir a Madrid, a la Ciudad Universitaria para hacerlas en los colegios de la zona. Por esa razón, cuando llegó aquí estaba «cansado del teatro, no quería oír nada de él, quería oír sobre cine». Así que formó el Cineclub, otro lío formado, difícilmente podían encontrar uno mejor en este distrito, tanto que llegaron a hacer gira por provincias, de donde venían.
Noche en el calabozo y 'teatro revolucionario'
Al final, sucumbió, con el eco no muy lejano del gran teatro de Fibla; Magro decidió hacerse cargo del TEU paulino. Con una lectura dramatizada acabaron en la Dirección General de Seguridad; se entiende ahora lo de Teatro Revolucionario. Recuerda esa época con profunda emoción, por esa razón, considera que este libro es muy necesario: «Debería ser de lectura obligatoria para todo aquel que entre a formar parte de estos muros».
Por último, el autor y editor, José Manuel Varela Olea, glosó la historia del teatro y de los colegios mayores, desde el Siglo de Oro (Lope de Vega y Quevedo incluidos) hasta hoy. Relató su evolución, desde un inicio en el que se encontraba prohibido, ya que cualquier distracción para el universitario no se toleraba, hasta el día de hoy, en que toma parte fundamental de la vida colegial. Agradeció las palabras de los que le precedieron; todos le dedicaron una felicitación sincera en fondo y forma por el libro que les devolvía de nuevo a las tablas que pisaron años atrás.
Así, con la satisfacción que da el éxito de un libro que a colegiales de ayer y hoy atrae, y para celebrarlo, se dirigieron al comedor de invitados, donde se sirvió un vino español. No hay mejor manera de celebrar.