Si para algunos Kasparov es el mejor ajedrecista de la historia, el título de «más popular» es, sin duda, para el norteamericano Bobby Fischer. Su historia es la de un niño prodigio que se convirtió en icono de la cultura popular en Estados Unidos. En 1972, su duelo contra el soviético Boris Spassky fue considerado como un enfrentamiento más de la Guerra Fría. Aquella partida estuvo marcada por desplantes, recelos y, sobre todo, un nivel de juego que la convierten en una de las mejores partidas de la historia. El genio de Fischer, único estadounidense que ha logrado ser campeón del mundo, acabo por devorar al hombre.