El caso de Lia Thomas y otras deportistas trans que indigna a sus rivales y también al feminismo
La nadadora estadounidense, nacida hombre, que saca ventajas escandalosas a sus rivales, ha reabierto un debate antiguo que urge resolver
El atleta Bruce Jenner alcanzó la fama y la gloria en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976 tras ganar la medalla de oro en Decatlón. Jenner era la viva imagen del héroe americano alto, grande, fuerte y atractivo celebrando su triunfo.
Las imágenes recorriendo la pista tras la victoria abrazado a su rubia novia dieron la vuelta al mundo. En 1992 se casó con Kris Jenner, con la que tuvo dos hijas, y adoptó a sus cuatro hijas anteriores, las famosas hermanas Kardashian. Tras divorciarse de Kris, en 2015 Bruce se convirtió en Caitlyn, revelando que durante toda su vida se había sentido mujer.
Todo esto fue muchos años después de su retirada deportiva, pero no hay duda de que, si Bruce Jenner ganó en categoría masculina, de haber decidido su «transición» en aquellos tiempos, Caitlyn Jenner también hubiera ganado en categoría femenina.
Este debate lo ha reabierto (en el ínterin ha habido muchos otros casos) la nadadora trans Lia Thomas, antes llamada Will, que de ser el nadador más allá del número 400 en el ránking estadounidense, ha pasado a ser la nadadora número uno, aventajando a sus rivales femeninas en tiempos y distancias escandalosas que han provocado quejas e indignación.
Dieciséis integrantes del equipo de natación de la Universidad de Pensilvania, a la que pertenece Thomas, han pedido por carta que la nadadora trans sea excluida de la competición de la Ivy League al exponer que cuenta con ventajas biológicas.
«Apoyamos totalmente la decisión de Lia Thomas de transicionar de hombre a mujer. Sin embargo, Lia tiene una ventaja biológica injusta en el deporte», escribieron.
«Ha sido extremadamente difícil para nosotras ser derrotadas por alguien que compite con ventaja por tener una fuerza, una altura y una capacidad pulmonar propia de los hombres», afirmaron, y pidieron a la NCAA que respete la normativa del COI, que permite a mujeres trans competir en categorías femeninas si sus niveles de testosterona, la hormona que influye en el aumento de la masa muscular, están por debajo de 10 nanomoles por litro de sangre.
USA Swimming establece el límite en un máximo de 5 nanomoles por litro de sangre, aunque diversos estudios coinciden en asegurar que la disminución de los niveles de testosterona, incluso hasta 1 nanomol por litro de sangre, en mujeres trans no eliminan la ventaja física frente a las mujeres. Una lucha, la de las mujeres deportistas, que se dirime desde hace varios años.
Trascendencia política
El caso de Lia Thomas tiene un antecedente conocido en la atleta sudafricana Caster Semenya, campeona olímpica de 800 metros, nacida intersexual (término que se usa para definir a toda persona que nace con órganos reproductivos o sexuales que no se ajustan a lo que se considera estrictamente masculino o femenino, en este caso, Semenya tiene genitales externos femeninos, pero poseía testículos internos).
Semenya empezó a competir como mujer sin restricciones hasta que el cambio en la normativa la obligó a reducir sus niveles de testosterona, una circunstancia a la que se negó. Tras la controversia de un caso que saltó a la política, con acusaciones de racismo de por medio, finalmente la IAAF declaró que Semenya podía competir como mujer sin cortapisas.
La atleta sudafricana fue dos veces campeona olímpica y tres veces campeona mundial, además de ganar tres Ligas de Diamante, antes de que la IAAF prohibiera en 2018 la participación de atletas con altos niveles de testosterona, cuyos niveles debían estar por debajo de los 5 nanomoles por litro de sangre.
En cualquier caso, a pesar de reducirse o incluso anularse dichos niveles, la ventaja de fuerza y masa muscular sigue existiendo, algo que, por otro lado, puede comprobarse en muchos casos a simple vista, independientemente de lo que reflejen los necesarios y exhaustivos resultados clínicos.
En el ejemplo de Lia Thomas, sus compañeras han llegado también a mostrar su molestia por compartir vestuario con la nadadora trans, que aún no se ha sometido a una operación de cambio de sexo: «Aunque Lia se cubre con una toalla, algunas no hemos podido evitar verle los genitales y parece como si a ella no le importase cómo nos podemos sentir cualquiera de nosotras», explicó una nadadora.
Iszac Henig, en transición de mujer a hombre, ganó a Lia Thomas, en transición de hombre a mujer
Desde la dirección de la universidad han respondido que deben aceptar la presencia de su compañera para no excluirla, de acuerdo a unos estándares de igualdad que no se dan, en este caso, dentro de la piscina. Una materia que deben resolver las federaciones y organizaciones deportivas mundiales, precisamente para preservar esos mismos estándares de igualdad en todos los órdenes, donde también se producen casos como el de Iszac Henig.
La nadadora de la Universidad de Yale ya inició la transición de mujer a hombre en verano, pero sigue compitiendo en categoría femenina por no tener un tratamiento con testosterona. Se da la casualidad de que Henig, en otro giro imprevisible de los acontecimientos, superó a Lia Thomas tanto en el 100 libre como en el 400 de la Ivy League, mientras espera poder competir pronto en categoría masculina.
«Dopaje de género»
Organizaciones feministas y federaciones deportivas celebraron el pasado sábado en Madrid la I Conferencia Internacional en Defensa de las Categorías Femeninas para denunciar que la nueva Ley del Deporte «permite que varones autoidentificados como mujeres compitan tramposamente» en categorías femeninas.
O la pretensión de querer sustituir la categoría «sexo» por una acientífica «identidad de género». «Los podios femeninos están siendo copados por personas con cromosomas XY que dejan a las mujeres en una posición de imposibilidad de competir en igualdad de condiciones», han asegurado. Científicos como Tommy Lundberg «han demostrado que la huella de la testosterona permanece y que bajar sus niveles solo reduce un 5 % la musculatura y la fuerza de los atletas».
Parecen demostrados «los insignificantes cambios musculoesqueléticos producidos cuando se suprime la testosterona», o como ha expresado en Twitter la psicóloga forense Laura Redondo, participante en la conferencia: se trata de un «dopaje de género» que urge reglar.