Faustino Oro, el niño de 10 años que es llamado el Messi del ajedrez y está superando cualquier récord
Empezó a jugar hace apenas tres años y ya es campeón argentino y panamericano. Su objetivo es ser campeón del mundo
Nos situamos en el año 2020, en pleno confinamiento por la pandemia, y nos dirigimos hasta Argentina. Allí, Faustino Oro, un niño de siete años, intentaba rellenar esas interminables tardes sin salir de casa, sin ver a sus amigos, jugando a la pelota en casa. Un balón de fútbol, el deporte principal en Argentina, era su modo de divertirse. Pero su madre, Lorena, no estaba de acuerdo con eso.
«Deja de dar pelotazos en casa, me vas a destrozar el salón» le decía. Faustino se encontró, entonces, sin forma de divertirse. Sin balón y sin salir de casa. Así que sus padres le crearon una cuenta en Chess.com, una plataforma para jugar al ajedrez de manera online.
Faustino lleva el ajedrez en la sangre: su abuelo, Luis Oro, es maestro nacional. Pero Faustino no era un apasionado de ese juego, que le obligaba a estarse quieto y pensar, lejos de la hiperactividad del fútbol. «Es muy aburrido» le decía a su padre.
Al año siguiente, ya era el jugador sub-10 mejor calificado del mundo.
El abuelo supo lo que había en cuanto le vio. Su hijo, Alejandro, el padre de Faustino, también había heredado la pasión por el ajedrez, aunque sin llegar a tan altos niveles a la hora de jugarlo. Juntos, padre y abuelo, decidieron mandar al nieto a alistarse en el Círculo Torre Blanca, a las órdenes del maestro Jorge Rosito. Cuando Rosito oyó el caso de Faustino, respondió de forma irónica: «otros que se creen que tienen a un nuevo Carlsen en casa».
Faustino tenía un talento especial, extraño, pero le podía faltar lo más importante para triunfar: pasión. «Al principio no me gustaba jugar ni tomar clases, pero después me fui acostumbrando y el juego me empezó a entusiasmar», confesaba el chico.
La Federación Argentina de Ajedrez le detectó y no quiso perder el tiempo. Puso a su disposición a un grupo de entrenadores liderados por Rosito, además de notables figuras del ajedrez argentino como son las de Leandro Perdomo, Roberto Servat o Mario Villanueva.
Su evolución ha sido impropia de su edad, como si quisiese condensar todas las etapas en unos meses. El pasado mes de septiembre, logró el torneo Comodoro Rivadavia, su primera norma de Maestro Internacional. Superaba en precocidad a Carlsen, Kasparov o Fischer.
Actualmente, Faustino es campeón panamericano en categoría sub-10 y campeón argentino en categoría sub-8. Ahora, quiere convertirse en el gran maestro más joven en la historia del ajedrez. Su fecha límite es julio del año que viene, cuando cumplirá 10 años, nueve meses y 20 días, edad con la que logró ese galardón Abhimanyu Mishra en 2019.
Pese a su precocidad triunfando y lo ambicioso de su mensaje, además del gen ganador y competitivo que demuestra en el tablero, Faustino tiene, por lo demás, una vida promedio de un niño de 10 años en Argentina.
Ahora que puede volver a salir, baja a la plaza a jugar fútbol con sus amigos, lejos del peligro de reventar un mueble en el salón. Es un estudiante promedio en el colegio, escucha música junto a su madre, Lorena, y sigue viendo el ajedrez como una afición, no como una obligación ni una profesión.
Ya le han apodado «el Messi del ajedrez» y Hikaru Nakamura, número cuatro del mundo, no ha tardado en considerarle como el próximo campeón del mundo.
Mientras, Faustino sigue disfrutando de su afición, sus amigos y su familia, lejos del bullicio y la competitividad sin fin del mundo adulto. A él le sobran dos cosas: tiempo y talento.