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LeBron James, rodeado de cámaras en un partido de la NBAGTRES

LeBron James, el 'Elegido' que supera al paso del tiempo y se sienta en la mesa de Michael Jordan

El pasado 30 de diciembre LeBron James cumplió los 39 años. Es el jugador más veterano de toda la NBA pero, a su vez, sigue siendo uno de los jugadores más dominantes de la liga. Y es que su batalla contra el tiempo es una de las cruzadas más emocionantes que haya realizado deportista alguno, habiendo dejado atrás todas las dudas sobre si su dominio físico, su capacidad atlética, avistaban ocaso. En la inmensidad de los deportes de equipo, su caso, su historia individual, significan como ninguna otra una cruzada contra el desprecio genético al pasado.

LeBron James, que se saltó la etapa universitaria y fue directamente del instituto a la NBA, ha tenido, desde una edad muy temprana, una presión popular encima gigantesca, su primera diferencia con un Michael Jordan que pudo desarrollar su carrera y su legado fuera de la era de las redes sociales, que todo lo juzgan, de todo opinan y todo lo desprecian.

La prestigiosa revista TIME, de cara a su desembarco en la mejor liga del mundo, le dedicó una portada catalogándole como 'The Chosen One' o sea, 'El Elegido' a igualar un legado insuperable, una tarea imposible. Jordan, del que no es cuestión ahora de desprestigiar su legado, eterno e histórico, pudo disfrutar de su carrera, de sus fallos y sus numerosos triunfos, en una era donde la masa social, desprovista de aparatos para sumarse al directo de esos partidos, era esencialmente espectadora.

Esto generó una curiosa dualidad, pues mientras sus fracasos y errores han ido desapareciendo con el paso del tiempo, sus proezas se multiplican ad infinitum, descansando en las mentes de quienes le disfrutaron. Aquellos que vieron jugar a Jordan en plenitud cuentan ya con la suficiente edad como para que esos partidos les pillaran en sus años de juventud o adolescencia, donde todo se glorifica y la nostalgia olvida fallos y malos tiempos. Por si fuese poco, para los que no le vieron jugar, su historia ha vuelto a ser recordada gracias a ese producto audiovisual, denominado The Last Dance, que es otro intento más de ganar a la historia y reclamar su posición como inalcanzable.

Michael Jordan y Scottie Pippen en su época en los Chicago BullsRRSS

La primera prueba de la injusta narrativa que iba a enfrentar LeBron en su carrera llegaría en 2007 cuando, siendo muy joven, en una de las grandes hazañas que se recuerda, logró meter en las finales de la NBA a unos Cleveland Cavaliers que, sin él, estaban destinados a ser de los peores equipos de la liga. En esa última instancia, siguiendo la lógica, cayeron ante el mejor equipo del mundo, los San Antonio Spurs, y, en vez de celebrarse el camino y la proeza de llevar a los Cavaliers hasta allí, esa derrota pasó a formar parte de una lista maldita, la de las finales perdidas.

Es una narrativa injusta, porque mientras a Jordan se le celebra, con razón, su imbatibilidad en finales, un glorioso 6-0, a LeBron se le critican las finales perdidas y se le catalogan como fracaso. Así, las redes sociales convierten una heroicidad en un fiasco. Es, por comparar, como si Jordan hubiese metido en las finales a los Chicago Bulls de 1988, pero como no lo hizo y por tanto no perdió las finales, esa cuenta desaparece a la hora de valorar las carreras.

La carrera de LeBron ha dado para mucho. Cuatro títulos en tres equipos diferentes, un innumerable reguero de víctimas por el camino y también las finales perdidas, estrellándose contra dos de los mejores equipos de la historia: los Spurs de 2014 y la dinastía de los Golden State Warriors entre 2015 y 2019.

Si bien es cierto que en su camino hacia las finales, las 10 que ha disputado LeBron, más que 27 de las 30 franquicias que componen la liga en toda su historia, ha tenido caminos más sencillos que los que tuvo Jordan, también cabe señalar que la estrella de los Bulls nunca tuvo como rivales dos equipos tan bien armados como los anteriormente mencionados. Por eso, los registros en las finales, el 6-0 de Michael y el 4-6 de LeBron, son tan engañosos en esta era donde el palmarés consume cualquier narrativa. Y si bien nadie ha sido superior a Jordan en lo que a jugar baloncesto se refiere, también hay que mencionar que LeBron no ha sido inferior a ninguno.

LeBron James, en un partido con los Lakers la pasada temporadaGTRES

Con el juego de James cabe otra gigantesca paradoja y es que, siendo el mayor anotador de la historia, superando la histórica marca de Kareem Abdul-Jabbar el pasado mes de febrero, su juego ha sido mucho más global que el de todos esos depredadores históricos de la anotación cuya única obsesión era devorarse el aro a solas, pudiendo ser considerado el heredero más natural de Magic Johnson.

No hay respuesta a la pregunta de cuándo el tiempo, implacable, le ganará finalmente la cruzada a LeBron, que más allá de su inteligencia superior en pista, una de las mayores que el baloncesto haya conocido, sigue marcando diferencias por físico ante rivales 15 años menores. Su ética de trabajo y su profesionalidad serán objeto de estudio en el futuro. También su compañerismo, siendo notorias y famosas las cena que organiza para formar grupo e ir todos a una.

En el campeonato de 2016 ante los Warriors, remontando un 3-1 en las finales ante el mejor equipo en temporada regular de la historia, seguramente su mayor hazaña, durante la disputa de los playoffs, LeBron adquirió un puzle de madera con la forma del trofeo de la NBA. 16 piezas, como los 16 partidos que se necesitan ganar en playoffs para salir campeón. Al término de cada encuentro, un jugador, desde las estrellas a jugadores de rotación, pasando por el entrenador, iban colocando una pieza, formando poco a poco el resultado final que no se completó hasta la consecución del anillo.

De esa forma, involucró y les hizo sentirse partícipes a todos, porque si bien LeBron siempre será la cara visible, sabe que no puede lograr nada sin la ayuda de sus compañeros. Una forma colectiva de liderar, muy diferente a la histeria y necesidad de sentirse el macho alfa a cada instante que tenía Michael Jordan.

Lebron James es una de las grandes figuras históricas de la NBAGTRES

Hasta entonces, hasta que el mejor jugador del siglo XXI decida poner punto y final –le pueden quedar años, que siempre ha manifestado su deseo de compartir equipo con su hijo, Bronny–, solo queda disfrutar y ver cómo el ser humano sigue rompiendo barreras y derribando mitos sobre los límites de la capacidad.