Un discreto Luka Doncic cae en un descafeinado All-Star en el que se alcanzó la histórica cifra de 211 puntos

El mes de febrero, en términos NBA, siempre implica la disputa del conocido All-Star, un encuentro en el que los mejores jugadores del campeonato se reúnen en dos equipos y se enfrentan en un partido que siempre promete más de lo que acaba siendo.

Este año el encuentro ha vuelto a su formato habitual tras unos años de volantazo donde los dos jugadores más votados elegían a sus compañeros de equipo. Esa idea no acabó de germinar y el clásico formato de enfrentar a los mejores jugadores de la Conferencia Este contra los mejores de la Conferencia Oeste volvió en un partido que se disputó en Indianápolis.

Si bien en algunos años el partido alcanza buenas dosis de espectáculo, con las estrellas picándose y esforzándose, la edición de este año careció de cualquier tipo de competitividad. La defensa brilló por su ausencia y el partido se basó en una sucesión de canastas espectaculares pero sin oposición alguna. Si bastó el duelo para reventar los récords de puntos vigentes. El equipo de la Conferencia Este se fue hasta los 211 tantos, pulverizando la marca de 196 que databa de 2016. Al descanso ya llevaban 104, también récord histórico.

El premio a mejor jugador del encuentro se lo llevó Damian Lillard, que milita en los Milwaukee Bucks, y que con sus 39 puntos ayudó al Este a vencer, anotando canastas de cualquier tipo incluyendo dos triples desde mitad de campo. 50 anotó Karl-Anthony Towns en el Oeste, pero no bastaron para la victoria. Luka Doncic se quedó con una discreta marca de siete puntos, siete rebotes y siete asistencias, lejos de la brillantez a la que nos tiene acostumbrados.

Con un marcador de 211-186, el Este se impuso con facilidad -ya llevaba 15 puntos de diferencia al descanso- y culminó un All-Star que no pasará a la historia. Ahora las estrellas volverán a sus equipos con la intención de finalizar la temporada de la mejor forma posible y prepararse para los apasionantes playoffs.