Campazzo firma una actuación estelar en una histórica lluvia de puntos

Un colosal Facundo Campazzo, que firmó su mejor valoración personal en un partido de la Euroliga con 42 créditos y 31 puntos, permitió al Real Madrid llevarse la victoria ante el Maccabi de Tel Aviv en un duelo que es ya historia de la máxima competición europea.

En una fiesta del baloncesto ofensivo, unos y otros sellaron el partido con más puntos acumulados por dos equipos en el tiempo reglamentario (229), el que más anotación conjunta vio al descanso (120) y el que más puntos acumuló juntando los tres primeros cuartos (181). Todo en la misma cancha en la que, hace poco más de un año, el Real Madrid y el Anadolu Efes firmaron un enfrentamiento con cuatro prórrogas y guarismos que también son patrimonio inmaterial de la competición. La capital de España es un imán para la fantasía.

En la previa poco se había hablado del duelo y mucho del velo político que lo envolvía. Pero tan pronto como pitó el colegiado, todo ello quedó atrás para dar paso a un primer cuarto extraño, menos vistoso en cuanto a juego de lo que podría deducirse por su anotación abundante.

Entre unos y otros acumularon 63 puntos en total; el Real Madrid anotando el 72% de sus tiros de sus tiros de dos y el 44% de sus intentos de tres y el Maccabi equilibrando esas cifras con un 70% y un 50% respectivamente. Además, ninguno falló en los nueve lanzamientos desde la línea de tiros libres.

Ese acierto del cuadro israelí, personalizado en la figura de Roman Sorkin, autor de 8 de los primeros 13 puntos de los suyos, evitó que el anfitrión sacase mayor premio de su superioridad en el rebote, parcela en la que fue capaz de doblar los guarismos de su rival durante esos diez minutos.

Pese a ello, no fue premio menor superar a un visitante desbocado, algo que consiguió merced a Mario Hezonja, Facundo Campazzo y Dzanan Musa. Entre los tres anotaron 31 de los 33 puntos de los de blanco. Solo Usman Garuba, hoy más protagonista ante la ausencia de un Serge Ibaka que no se encontraba bien, fue capaz de aportar algo al margen de ellos.

En el segundo cuarto disminuyó ligeramente la inspiración de los de Chus Mateo, pero no la de un Maccabi que seguía sacando mucho rédito de sus viajes al aro opuesto. Todo se movió en márgenes cortos hasta que un parcial de 4-10 justo antes del descanso, con la mitad de los puntos del bando israelí anotados por Sorkin, desequilibró ligeramente la contienda (57-63, m.20).

Cordura en los instantes finales

Una buena salida de los vestuarios del Maccabi le permitió situarse con ocho puntos de renta favorable. Fue entonces cuando los de casa exhibieron esa capacidad de sacar la cabeza cuando vienen mal dadas, para su entrenador una de las claves que han ayudado al equipo a salir a flote pese a los momentos complicados que han vivido esta temporada.

Lideró un Campazzo legendario y le hicieron de escuderos héroes improbables, esos que demuestran que a día de hoy todos se sienten enchufados y con la confianza suficiente para dar un paso al frente. Entre el argentino, Andrés Feliz y Eli John Ndiaye fabricaron un parcial de 16-2 que devolvió la igualdad y a la postre permitió al cuadro madridista ir ganando a la media hora (91-90, m.30).

Dadas las circunstancias, resultaba impredecible saber qué iba a pasar en el cuarto decisivo, superada ya la barrera de los cien puntos por ambos contendientes con cuatro minutos y quince segundos aún por jugarse, momento en el que el electrónico reflejaba un espectacular 103-100.

En mitad de la locura, se mantuvo el Real Madrid lo suficientemente cuerdo como para no acelerarse, incluso cuando perdía de un punto a falta de 37 segundos tras una canasta de Jasiel Rivero.

Dos libres de Musa volvieron a ponerle por delante y una buena defensa dejó al Maccabi sin tiempo para un tiro que de entrar hubiera podido ser decisivo. A esa pérdida de posesión le siguieron dos libres más de Campazzo y una última opción de empatar para los israelíes, malograda por un Randolph muy forzado. Fue el colofón a una noche de las que no se olvidan.