¿Qué pensarán los alemanes? ¡Y viva Cucurenbauer!
Primer tiempo formidable, ya digo, y segundo más discreto. A lomos de un 3-0 firmado en el último cuarto de la primera parte
Tremendo. Un partido ha bastado para tener a España en octavos. Afinando, 45 minutos. Pues ya saben que clasifican todos los primeros, todos los segundos y no sé cuantos mejores terceros en esta singular Europea de los ‘tropecientos’. Con tres puntos vale. El nuevo fútbol.
Cavilaba en el descanso qué pensarían los alemanes. Y todos. No se me asusten les aconsejaba ayer cuando el anfitrión goleó a Escocia. Y no por la magnífica primera parte española, que también, sino porque esto empezará de verdad en cuartos, partido único. Y sólo los habíamos visto a ellos. No sé qué pasará, claro. Pero si afirmo que ganar a esta España va a ser complicado: el parto de King Kong para los rivales.
Juventud, piernas, velocidad y potencia o sea, y calidad: lo definitivo. No exageramos si pensamos que el nuestro es un aspirante con todos los honores. Somos lo que no fuimos en el último Mundial: un equipo sin miedos, un coche sin parabrisas. Que a estas alturas del año, raro es el día que llueve. Sí, esta vez nos ilusionamos de verdad.
Claro que por decirlo todo me apunto a la reflexión de Carvajal, otra vez goleador: concedimos demasiado y eso hay que corregirlo pues anda por ahí gente que si le regalas te liquida.
Primer tiempo formidable, ya digo, y segundo más discreto. A lomos de un 3-0 firmado en el último cuarto de la primera parte. El primero fue de Morata y me alegró muchísimo. Juega de rojo, queridos, no se puede jorobar a uno de los tuyos. Definición de 9 -en realidad de diez- y tranquilidad para él y para el equipo.
Muy bien Fabián, MVP, el chico Lamine y varios otros… Pero me paro en Cucurella, desde ahora Cucurenbauer. Era la suya la posición que generaba más dudas. Los presuntos fijos, Gayá y Balde, se cayeron. Llegaron él y Grimaldo, De la Fuente eligió y le demostró que además de un jugador con pelos tiene bigotes. La guinda de esta España coral.
A Unai recordarle, y van 3.000 veces, que a sus lados hay cien metros, cien, para mandar la pelota, reorganizarte y lo mejor: el marcador se queda como está. Cien metros, cerca de la gente, detrás de una raya blanca. Lo suyo pudo costar un gol, nada en esta ocasión, y la roja a Rodri. Como preguntaría aquel, ¿’pog qué’?
España, un equipo, todos a una. En el fútbol pasa eso. Vamos, que no parece España.