LA EUROCOPA DE NARANJITOAntonio R. Naranjo

Cucunbauer y una España invencible

No duden: ganaremos la Eurocopa gracias a tipos que no hacen rehenes ni sueltan lágrimas

Lo dijo Gary Lineker, o al menos le atribuyen a él algo cuya versión original parece ser del gran Di Stéfano: «El fútbol es un deporte que juegan once contra once y gana Alemania». Beckenbauer acababa de convertirse en el segundo ser humano capaz de ganar un Mundial como jugador y como entrenador, después de Zagallo y antes de Deschamps.

No era verdad. España se pulió a la anfitriona, que es como ir a una boda ajena y casarse con la novia o acudir a un examen de polinomios y suspender al profesor: un acto delicioso de insurgencia que confirma una evidencia. No hay mejor selección en el mundo que la nuestra de tres lustros para acá.

Alemania estaba acostumbrada a invadir, pero fue invadida por un equipo que es capaz de arrasar y de sufrir, de parar y de correr, de atacar y de defender, con varios puntales imprevistos que no tienen parangón ahora mismo: Unai sería capaz de parar a Pedro Sánchez en su asalto al Poder Judicial; Carvajal es un antidisturbios con placa de inspector; Rodri es el killer tranquilo del centro del campo y Cucunbauer tiene más energía que el conejito de Duracell.

No parece mucho, especialmente si en el transcurso del partido el míster comete el error de sentar a Nico Williams por razones que desconoce incluso la médium de Poltergeist, pero sobra para ganar una Eurocopa.

No todo puede ganarse con brillantez, pero nada debe perderse por miedo, incomparecencia o debilidad. Y España es fuerte por sus limitaciones, insignificantes por la feliz concatenación de talentos siderúrgicos y esfuerzos fabriles. No somos un equipo, somos una lección que ya es campeona ocurra lo que ocurra en los próximos dos partidos, antes de que obviamente levantemos la copa.