Verstappen arrasa en Barcelona en una fría carrera de Sainz y Alonso

En la Fórmula 1 no hay sorpresas. Gana Verstappen y vuelve a ganar. No hay alternativas. El bicampeón del mundo, defensor del título, sigue sin dejar opción a un cambio por la victoria de una carrera. Nuevo triunfo del neerlandés y no de cualquier forma sino con el habitual rodillo que le acompaña.

Con los Mercedes en el podio dando un paso adelante –Hamilton segundo y Russell tercero– el Gran Premio de España no fue nada bueno para los dos españoles. Sainz, que salió segundo, acabó quinto. Tres posiciones menos y la realidad ya de que Ferrari está por detrás de Mercedes. Alonso sí ganó un puesto (pasó del octavo al séptimo) pero el resultado sabe a muy poco con las expectativas que había.

Con una salida muy limpia, Carlos Sainz lo intentó en la primera curva, pero Verstappen reaccionó bien y defendió el liderazgo. Fue el momento en el que más se acercó el de Ferrari no ya a la victoria, imposible teniendo al neerlandés, sino a unas posiciones de cabeza que poco a poco fue perdiendo.

Y es que Sainz, que lo tenía todo en Barcelona para recuperar crédito y afición, se diluyó ante la evidente fuerza de sus rivales. Los Mercedes de Hamilton y Russell fueron más rápidos y adelantaron a Carlos sin problemas. Los dos subieron al podio. Lo mismo le pasó en el tramo final con 'Checo' Pérez. El madrileño se va de Montmeló en quinta posición, resultado más pobre en sensaciones que en la realidad.

Por detrás estuvo un Fernando Alonso insulso, sin novedades, sin grandes alardes. No ha sido tampoco la carrera de Aston Martin, que se ha desinflado allí donde creíamos que podía pelear por la victoria. Lejos de eso, Alonso estuvo peleando como máximo por la sexta posición y ya era demasiado. Sí que hizo varios adelantamientos en pista (empujado por el DRS y especialmente uno al 'enemigo' Ocon) y finalmente quedó séptimo tras no querer adelantar a su compañero Stroll.

No le podemos contar novedades en esta carrera. Ganó Verstappen. Es su quinta victoria en siete carreras que va del Mundial. En las otras dos quedó segundo. Y lo hizo nuevamente con una tranquilidad insultante. Sacó en línea de meta más de 23 segundos y en ni un solo metro –más allá de esa primera curva comentada con Sainz– le inquietaron. Es una superioridad aplastante que también le quita emoción a este deporte.

Emoción fue lo que faltó en Montmeló, un circuito que no anima a ver un gran espectáculo. Suele ser el de España uno de los grandes premios más aburridos del Mundial. No faltó este año a esa negativa estadística. Adelantamientos hubo, claro, alguno hubo, pero siempre en circunstancias concretas: coche con mucha diferencia con el otro, en la única gran recta del trazado y con DRS. Sin eso no hay absolutamente nada.

La procesión automovilística enfrío todo el fervor que se había creado durante el fin de semana en Barcelona, que regresó a los viejos tiempos con la 'alonsomanía' y la ilusión por la F1. Y la seguirá habiendo, pero la carrera ahogó la fiesta porque tampoco ayuda este trazado. Madrid ya calienta la banda para cambiar el Gran Premio de España, aunque aún al menos habrá que esperar tres años en Montmeló.