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Isco celebra el primer gol del MadridEFE

Elche 1-2 Real Madrid

Hazard e Isco rescatan al Madrid en la prórroga

Los blancos remontan un partido con gol en contra y con un jugador menos durante veinte minutos tras la expulsión de Marcelo

La presión del Madrid, el empuje, era la misma que acostumbra en los últimos tiempos. Una presión que eclipsaba en presencia y efecto a las revoluciones elchistas, que de pasado de vueltas enviaba al larguero un remate a un metro de la línea de gol. Las piernas de Camavinga son como el hocico de un hurón que llevara Casemiro metido en un bolsillo y lo soltase en el campo cuando no juega. Daba la impresión de que solo hacía falta que se afinara la precisión para desarmar al Elche, como un pistolero que acertara tras desenfundar en el mismo gatillo del revólver de su contrincante.

Estaba Kroos, pero no estaba Modric, que era como cuando uno era pequeño y estaba Míchel, pero no estaba Butragueño. No era el Elche un rival de alineación copera. O no lo parecía. Aunque eso quien mejor lo sabe es Ancelotti. Como faltaba Luka, faltaba también Karim y se notaba bien en las contras (en las que Vinicius parecía terminar de correr sin saber a dónde iba), que no terminaban como los cuentos de Carver. Sacaba Kroos los centros como para Marcelo metido en medio de la pista de baile de una discoteca.

Alaba, la Niñera Mágica

Había un pequeño atasco ahí, como de no poder llegar a la barra o al baño por el gentío. Lucas Pérez superó a Lucas Vázquez por la izquierda y luego se cayó como por no acabar de creérselo. Tan poco se lo creía que ni siquiera pudo pedir con convicción un penalti que fue casi un penalba, el famoso autopenalti de autor. Vinicius era el arma y Alaba su inesperado asistente por la izquierda adelantada. Alaba o la niñera mágica. Y Marcelo que tuvo un destello fulgurante, amagando, metido en la banda, asaltado por dos pintas a los que se quitó de encima con un caño como el de la fuente del Piojo, de tan clara que era esa agua.

En la reanudación tuvo Jovic un gol que pasó volando por todo el marco. Había, hay, que fijarse en la calidad tremebunda de Camavinga, sacrificada en estos años de aprendizaje, que a veces chisporrotea. Se atoraba precisamente Eduardo en la salida. Un minuto después Vinicius le mostraba la vereda como si barriera las agujas de los pinos que la ocultan. Trabaron a Vini en el semicírculo de área y el brasileño ni se molestó en protestar, una buena costumbre, o mala, según se mire.

Orden en el patio

El empate persistente animó a Ancelotti a poner a calentar, de momento, a sus recambios. Rodry se fue desde el medio campo hasta los tres cuartos (Rodry goes to Hollywood), pero se volvió con la maleta sin triunfar. Se sucedían los golpes de Elche y había que contragolpear, sacar a un adulto, o a dos, para poner orden en el patio, así que salieron Casemiro en el setenta, que volvió a meterse a su hurón en el bolsillo, y Modric por el inusitadamente desaparecido Valverde.

Ancelotti se enfadaba en la banda al ver dejarse caer a Mojica delante de sus ojos. Hubo otra nueva falta a Vinicius que la ley de la ventaja del árbitro convirtió en rémora. Casemiro tiró de lejos mientras Modric pedía que esperasen con una calma acongojante de plena confianza. El árbitro le sacó una amarilla a Kroos por nada, y eso que estaba a un metro de distancia de la nada. Kroos se puso rojo por fuera y negro por dentro, como la novela de Stendhal.

Roja a Marcelo

Se fue Jovic y salió Isco. Sin delanteros el Madrid los últimos diez minutos. Había que ver las combinaciones en el área coloreadas por Marcelo. El Elche se cerró ante el asedio para llegar a la prórroga. Se equivocó el croata que juega como un brasileiro y bajó persiguiéndola hasta que la recuperó. Del asedio al susto no había nada más que una eliminación terrorífica para el Madrid, lejana, pero posible.

Una prórroga siempre viene mal a estas alturas, y en realidad a cualquier altura. Un casi penalti de Alaba al borde lo salvó Lunin después de colocar bien una barrera que parecía franqueable por la cercanía. Había una colección de pintureros en la punta blanca, azul en la noche ilicitana que imbuía a los suyos de esperanza, tantísima esperanza que el árbitro se contagió del ambiente para expulsar a Marcelo del mismo modo que antes había sacado una amarilla a Kroos: por nada. De esa falta en la frontal salió el gol del Elche rebotado en Ceballos.

Hazard supera a su defensor para marcar el segundo gol del MadridEFE

Salió el Madrid con un par de pelotas y una de ellas la metió Isco desviándola con el exterior del pie, como una niña saltando la goma. Faltaba la otra para sacar un partido por encima de todo y de todos, incluido el propio Madrid que jugaba, no pujaba. Se movía con rapidez para llegar al área combinando, donde luego combinaba aún más. En una de esas estaba Alaba, después Isco y después Hazard que se marchó del portero y marcó desde lejos, yéndose, un bendito gol hazardiano en el gol 115 para terminar despelotando definitivamente el partido.

La calma de Modric era cierta. La misma calma que pedía Ancelotti como si no pudiera ser cierto, a pesar de que lo parecía, que este Madrid perdiera.

Ficha técnica:

Elche 1: Werner; Palacios, Nwankwo (Verdú, m. 87), González, Mojica; Ferrández (Morente, m. 65), Guti, Gumbau, Fidel; Pérez, Carrillo (Friaza, m. 95).

Real Madrid 2: Lunin; Lucas, Nacho, Alaba, Marcelo; Camavinga (Casemiro, m. 70), Kroos (Ceballos, m. 91), Valverde (Modric, m. 70); Rodrygo (Hazard, m. 91), Vinicius (Mendy, m. 118), Jovic (Isco, m. 80).

Goles: 1-0:  Verdú (m. 103). 1-1: Isco (m. 108). 1-2: Hazard (m. 115).