Abramovich, el 'padre' del Chelsea cuyos vínculos con Putin le alejan de su 'hijo'
El multimillonario ruso deja el club londinense del que es propietario desde hace 20 años en manos de los fideicomisarios de su Fundación
Abramovich da un paso al lado y deja en manos de la Fundación del Chelsea el manejo del club
Roman Abramovich, el primer «oligarca» conocido por hacerse con un club de fútbol europeo, se marcha del Chelsea tras casi 20 años y después de convertir al hasta entonces modesto club londinense en uno de los mejores de Europa. De los judíos- rusos hablaban mal los grandes escritores del XIX. Dostoievski los odiaba, a pesar de admitir no conocerlos. Tolstoi los miró con extrañeza y admiración. El cantonismo ruso había sido una suerte de holocausto primigenio donde se reflejaron social y políticamente esas concepciones.
Huérfano a los dos años
Pero Roman Abramovich, un judío-ruso de finales del XX, siempre fue un chico listo. Tolstoi escribió: «El judío representa el emblema de la eternidad. El, es a quien ni la masacre, ni la tortura durante miles de años pudo destruir; él, es quien ni el fuego ni la espada ni la inquisición pudo borrar de la faz de la tierra; él, quien fue el primero en presentar las profecías de Dios, él es quien durante tanto tiempo ha sido el guardián de la profecía, y es quien la ha transmitido al resto del mundo. Una nación semejante no puede ser destruida. El judío es eterno como lo es la Eternidad misma».
La Perestroika supone la gran oportunidad para los negocios ilegales (en la URSS) de Abramovich
Los inicios del pequeño Roman parecieron los de un cantonista moderno. Huérfano de padre y madre desde los dos años, fue adoptado por un tío. Desde muy joven vendió repuestos de coches y adquirió conocimientos gasísticos y petroleros en el instituto Gubkin. La Perestroika supone la gran oportunidad para todos los negocios ocultos e ilegales (en la URSS) de Abramovich, que salen a la luz de un mundo nuevo.
En 1990, con solo 24 años, ya había fundado y liquidado más de una veintena de empresas en distintos sectores, lo que le había proporcionado una fortuna considerable que fue solo el principio de una enormidad que supo ver en la principiante privatización de las empresas públicas de la antigua Unión Soviética. Boris Berezovski fue el multimillonario elegido para introducirse en los nuevos círculos de poder.
Cuando Putin se convirtió en el nuevo presidente, puso sus miras en los oligarcas y el primero de ellos fue Berezovski
Sibneft fue la empresa petrolera que creó junto a Berezovski, íntimo de Boris Yeltsin, también propietario de una cadena de televisión (OTR) que convirtió en medio de propaganda del antiguo presidente de Rusia. Berezovski fue quien introdujo a Vládimir Putin en los círculos de poder de la nueva Rusia. Cuando Putin se convirtió en el nuevo presidente, puso sus miras en los oligarcas (acaso como Stalin puso sus miras en sus generales) y el primero de ellos fue Berezovski, que fue acusado de defraudar al Estado.
Conexión con Putin
Las acusaciones se sucedieron y Berezovski emigró a Londres, liderando desde el Reino Unido la oposición a Putin. Antes de todo esto, en 1996, Abramovich también era uno de los hombres de confianza de Yeltsin, y también se cuenta que fue uno de los financiadores de la llegada de Putin al Krémlin, con solo 30 años. Su relación con el «peligroso» Berezovski terminó con la venta de Sibneft en 2005. Antes, en 2003, ya había comprado el Chelsea FC por unos pírricos 80 millones de euros.
Una isla, un Boeing y un yate llamado 'Eclipse'
Esta adquisición le hizo conocido mundialmente. En 2006 ya apareció en la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, concretamente el undécimo. Tenía 40 años y el club londinense era uno de los caprichos de un millonario sin límites, un equipo al que ha hecho campeón de todo en las últimas dos décadas. Más de diez mil millones de euros de fortuna personal han dado para un equipo de fútbol campeón de Europa o un Boeing privado con protección antimisiles, como su yate Eclipse.
Le regaló a su mujer la luna
Compró una isla en San Petersburgo por 400 millones. 40 hombres cuidan de su seguridad sin descanso. Pagó 60 millones por el Tríptico de Francis Bacon y contrató a los Red Hot Chili Peppers para una fiesta privada en la isla de San Bartolomé. Seguramente pequeños detalles que se quedarán pequeños al lado de la realidad. Incluso le compró una parte de la luna (40 hectáreas) a su ya exmujer, Dasha Zhukova, como si estuviera empeñado en hacer honor a las elogiosas palabras de Tolstoi sobre su raza. El judío-ruso Abramovich que abandona el Chelsea de sus desvelos, una especie de hijo mimado, quizá para salvarlo de lo que pudiera sucederle a él. Como si corriera una cortina y se ocultara tras ella en el comienzo de la guerra provocada por el hombre a quien se dice que ayudó a convertirse en el tirano, o lo que sea, que es.