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Marcelo con el trofeo de la Liga en el BernabéuRFEF

Marcelo, el futbolista que jugó llorando el partido que le convirtió en el jugador del Madrid con más títulos

Antes de conseguir la Liga número 35, el brasileño estaba empatado a 23 trofeos con Paco Gento, una marca (los 24) que le sitúa como la leyenda viva que se despide en lo más alto

Puede ser una impresión de este periodista, pero al darse la vuelta tras un ataque, de regreso a la línea de defensa, y enfocado por las cámaras, Marcelo Vieira estaba llorando. Es raro ver al brasileño con gesto serio, no tanto como verle con los ojos húmedos. La emoción de Marcelo es todo Marcelo, que ha reído y ha llorado sin cesar durante sus 16 años en el Real Madrid. Nunca hizo nada, ni siquiera sobre el terreno de juego, sin emoción.

El «chico radiante»

Su juego siempre ha producido el sofoco de un niño después de horas llorando. A los niños y a los adultos. Verle avanzar desde atrás como si fuera una tijera cortando la yerba, metiéndose siempre hacia dentro, hacia el meollo de la cosas. El niño que convertía el césped en cartulina de colores con su peinado de Krusty, o de Basquiat, el «chico radiante» que llegó a Madrid en 2006 como sustituto de Roberto Carlos y no lo hizo olvidar sino que lo completó.

Marcelo y Benzema levantan el 35º trofeo de campeón de Liga del Real MadridEFE

24 títulos repartidos en 6 Ligas, 4 Copas de Europa (aún corre a por la quinta), 5 Supercopas de España, 2 Copas del Rey, 3 Supercopas de Europa y 4 Mundiales de clubes en sus vitrinas emocionantes. 3 veces en el equipo del año de la UEFA y 6 veces en el «once» mundial de la FIFA. Incluido en el «once» ideal de la década por France Football y Goal o 2 veces en el el equipo ideal del año por la IFFHS. Números que en realidad nada tienen que ver con Marcelo porque Marcelo nunca los ha contado y es posible que nunca los cuente.

Soñando con el título 25

Los fríos números o la antítesis del calor que siempre emanó Marcelo. Marcelo no hace mucho, más allá de impresiones, fue sustituido en el Bernabéu con un inesperado homenaje de aplausos y reconocimiento que le hizo ver, quizá por primera vez in situ, que su tiempo como jugador del Real Madrid se acababa.

Desde entonces a Marcelo ya se le celebra, como casi toda la vida (Marcelo es un hombre que le da un beso en la mejilla a la Cibeles), para despedirle a la altura recordando los «trajes» que le hizo a sus rivales, un sastre enloquecido, libre, o cómo ha pisado siempre la pelota igual que Modric utiliza el exterior, el lugar desde donde empieza a mirar a su Madrid soñando con el título 25, como si fueran unas bodas de plata y una quinta Copa de Europa.