Las claves del éxito de Valverde: un 'coach', una apuesta ganadora y el apoyo incondicional de su familia
El uruguayo vive su mejor momento en el club blanco. Sin embargo, no siempre fue así e incluso se planteó salir de Chamartín
Un 23 de octubre de 2018 un desconocido Federico Valverde se vestía por primera vez con la equipación del Real Madrid ante el Victoria Plzen. Julen Lopetegui, por aquel entonces técnico blanco, le hizo saltar al césped sustituyendo a Isco.
Cuatro años después de aquel debut, el uruguayo es un pilar fundamental del 14 veces campeón de Europa.
A su potencia física, de sobra conocida, se le une un disparo demoledor poco antes utilizado y que le ha servido para convertir sus golazos desde fuera del área en ya una seña de identidad.
Sin embargo, no siempre ha sido todo de color de rosa. Conviene recordar cuando, no hace mucho, el jugador no gozaba de la confianza de Ancelotti y se planteó, incluso, salir del club. Pero hubo un gol que dio la vuelta a todo.
El gol que lo cambió todo
Durante el inicio de la pasada campaña, el jugador arrastraba multitud de problemas físicos. La relación entre técnico y jugador no era por aquel entonces la mejor. Pero hubo un gol que lo cambió todo: el que anotó ante el Barça en la Supercopa de España, tras sustituir a Modric en el minuto 82, y que deshacía el empate. Aquel gol fue balsámico para él.
El momento de cuidarse
Ese momento fue como un cambio de chip para él. Un giro total en su pensamiento. Se sentó junto a los suyos y entendió que necesitaba un cambio para revertir su situación. Fue entonces cuando decidió contratar los servicios de un entrenador personal, que cambió sus rutinas de alimentación y un coach que menguó su ansiedad.
«Ahora puedo disfrutar del fútbol»
Valverde llegó a Madrid con apenas 18 años. El verse al lado de jugadores como Kroos o Modric, con los que solo se encontraba en sueños, le hizo ser aún más retraído. Al uruguayo le costó ser él mismo. Sin embargo, desde que comenzó con el coaching vuelve a divertirse con el fútbol: «Ahora puedo disfrutar un poco más los partidos, no sentir esa presión y demostrarme entiendo el porqué fiché por el Real Madrid y el porqué soy respetado y porqué estoy aquí», explicó tras el encuentro ante el Celtic.
La apuesta que lo encumbró
Cuando Fede Valverde inició su camino en el Real Madrid, se le colocaba como el sustituto del futuro para Casemiro en el centro del campo blanco. Y el tiempo ha dicho todo lo contrario.
El adiós de Casemiro, lejos de convertirle en su sustituto natural, le dio la libertad para moverse por la medular blanca con total libertad hasta convertirse en un miembro más del ataque madridista.
Ancelotti lo colocó en banda derecha. Una solución de urgencia que ya había utilizado ocasionalmente ante rivales de envergadura como el Barça. Sin embargo, lo ocasional se transformó en habitual y tal es la confianza del italiano en el poder ofensivo del uruguayo que apostó a que si no marcaba diez goles o más se retiraría de los banquillos.
En apenas tres meses de competición, el uruguayo ya ha conseguido ocho tantos, a cada cuál mejor, lo que le han convertido en pieza insustituible. Fede, además, se ha autoimpuesto conseguir la apuesta antes de la cita mundialista de Qatar. Suma cuatro goles en los últimos cinco encuentros. Si suma dos tantos en los partidos que restan antes del parón, Ancelotti respirará tranquilo. Además de la apuesta 'oficial', existe una opuesta oficiosa que el uruguayo ha hecho con sus amigos y que eleva la cantidad de goles a marcar hasta los 15.
Su sueño a los cuatro años
La familia es uno de los pilares fundamentales para él. Además de su mujer, Mina, y su hijo, Benicio, sus padres, Julio y Doris, son un gran referente para él. Fede sabe que si está donde está es gracias a ellos. Su padre, Julio, tuvo diferentes trabajos, como la instalación de la seguridad de un casino o vender juguetes en la Avenida 8 de octubre, de Montevideo, junto a Doris, la mamá de Fede. Precisamente, una Nochebuena, mientras vendía juguetes, emisarios de Peñarol se presentaron en su puesto ambulante para convencerle de que su hijo fichara por el equipo uruguayo. Hoy, ambos tratan de seguir a su hijo a todas partes e incluso continúan manteniendo algunas tradiciones de adolescente, como la de comprarle gominolas.
Durante su infancia, el joven uruguayo tuvo que enfrentarse a multitud de desplazamientos en cada partido y tenía como compañera de viaje una bolsa de gominolas que le acompañaba cada tarde de esfuerzo. Un sacrificio que le ha permitido cumplir su sueño desde niño. Un niño que con cuatro años soñó que el Bernabéu lo aclamaría. Más de dos décadas después, ese sueño se hizo realidad.