La sentencia final de Eden Hazard
El belga hizo un pésimo partido ante el Cacereño que representa su temporada con el Real Madrid
Eden Hazard no se da nunca por aludido. Por él parece que no corre la sangre de querer mejorar su situación individual, tan precaria en los últimos tiempos. El belga no mejora, deambula por el campo y por consiguiente el Real Madrid nota la ausencia del que ya muchos catalogan como uno de los grandes fiascos de la historia del Real Madrid.
Hazard no mejora. El partido en Cáceres lo demostró. Bien es verdad que el encuentro no ayudaba tanto por la poca trascendencia (había más que perder que ganar) y por el estado de un terreno de juego que no ayudaba. Eso le sirvió a Ancelotti a proteger, una vez más, a Eden. La polémica por el 'patatal' del Príncipe Felipe, con el técnico italiano diciendo que ahí «no se podía jugar al fútbol» y que era «otro deporte», ayuda al belga, que tiene así otra justificación para ocultar su mal partido: el césped estaba mal, no ayudaba y «los jugadores más pequeños como Hazard sufren más» en palabras del entrenador.
Una misma línea
Eso vale para que Carletto, fiel a la idea de no dejar tirado a un futbolista y mucho menos en público, que en su protección dijo que no podía «evaluar individualmente a los jugadores» ya que «era imposible jugar». Pero a Hazard sí se le puede juzgar porque su partido en Cáceres muestra una misma línea a seguir: la de aportar ya muy pocas, la de dejar pasar cualquier tren aún sabiendo que ahora el entrenador, porque así lo dijo, reparte más minutos por la exigencia del calendario.
Los datos de Hazard en Cáceres fueron verdaderamente representativos: en 68 minutos no solo no generó goles ni asistencias sino que tampoco tuvo un disparo (ni se quedó cerca), no hizo ningún regate, solo tocó el balón en 24 ocasiones (es decir, cada tres minutos), únicamente ganó un duelo ante el rival (que eran jugadores de Segunda RFEF, tres categorías por debajo) y tuvo cinco pérdidas en posesión. Un desastre que no debe ser motivo de sentencia, pero que sí lo es en tanto en cuando es la continuidad a una triste temporada.
Sin el colchón ya de sentirse cómodo en su selección (se retiró tras el Mundial), a Hazard solo le queda el Real Madrid. Tiene contrato hasta 2024. Pero no lo aprovecha. Porque si bien el césped del estadio del Cacereño estaba mal y no se podía dar grandes alardes de fútbol, era igual para todos y otros de sus compañeros sí aprovecharon los minutos. Rodrygo, también jugándose la titularidad, marcó un golazo, pero Asensio –que finaliza contrato antes, este mismo verano– lo intentó, tuvo algún remate y al menos se dejó ver durante el duelo.
La estadística además condena a Hazard. Es, con diferencia, el que tiene la peor influencia goleadora tiene en el club. En datos de BeSoccer, con Eden en el campo el Real Madrid mete menos goles que sin él. No solo eso: los blancos marcan más goles cuando el belga no está sobre el césped y reciben más goles cuando sí juega.
Pero el problema de Hazard no son sus datos sino su actitud. Se le ve siempre ausente sin fomentar aquello que le hizo ser un jugador único: el regate, el liderazgo en el campo, pedir el balón, disparar... El belga ya no hace nada de eso, tampoco corre más de lo que debe ni disputa grandes jugadas. Y cuando le sale mal no insiste. Se rinde. Y esto no es algo de Cáceres sino la tónica general de la temporada.
Los últimos minutos de los que había gozado Hazard en el Real Madrid se remontaban al 25 de octubre en Leipzig. Ancelotti le dio el último cuarto de hora. Irrelevancia. Lo mismo que en el encuentro anterior que jugó, titularidad ante el Shakhtar en Champions y cambiado antes de la hora de juego. De los últimos 20 partidos del Madrid Hazard solo ha jugado cinco. En ninguno hizo nada. Intrascendencia total.