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Los jugadores del Real Madrid celebran el segundo golAFP

Real Madrid 3-1 Atlético

El Madrid remonta otra vez en la Copa y elimina a un Atlético que volvió a sufrir la pesadilla del pasado

El gran gol de Rodrygo en el minuto 79 dio la vuelta a un partido que tenían encaminado los de Simeone. La expulsión de Savic acabó definitivamente con sus ilusiones a pesar del arreón final

La mejoría del Madrid en la conexión, en el wifi, era evidente desde los primeros minutos. Se estiraban mucho los dos equipos, arriba y abajo. Una estirada de Hermoso evitó la huida casi definitiva de Modric, y luego fue Valverde en el otro lado. Antes Vinicius había sido habilitado y habilitador. Era el secreto de la vida, el ritmo que se repartían los madrileños: una Movida.

Camavinga era Ulises atado al mástil, bien amarrado resistiendo el empuje de las sirenas del Cholo. Los que no lo resistieron fueron Vinicius y Militao en la jugada perfecta del Atlético, por encima de la defensa madridista y delante de la cara de Courtois, que vio pasar la pelota y de repente a Morata apostado en el palo izquierdo para marcar el primero gol del partido.

No parecía fiarse la negritud indumentaria de Simeone, aunque es posible que en su interior cantara un poco la negritud indumentaria de Raphael en Mi Gran Noche. El Madrid escaló un poco más arriba porque el Atleti bajó, pero había que esperar a que volvieran a encajar las piezas después del golpe. Presionaban bien los blancos y los rojiblancos salían bien del acoso, más posesivos ahora con los de Ancelotti medio ocultos para lanzarse al ataque desde el camuflaje de los matojos.

Valverde, elefante en cacharrería

Un Vinicius maniatado y amordazado provocó una falta casi en el pico que Kroos envió a la frente de Militao (un chopito) bajo los palos, quien no pudo apuntar porque antes había rozado la pelota un defensor. Pareció que el Atleti se echaba atrás y era cierto, pero no. Parecía que copiaba lo que intentaba el Madrid, como si lo que había dicho el Cholo antes del partido sobre el magisterio de Carletto fuese una literalidad puesta en práctica a la primera ocasión.

Quien no funcionaba era Valverde, elefante en cacharrería y en transformación. Por las bandas iban bien los colchoneros, y mejor que iban a ir tras la lesión de Mendy. Para sustituirle Ancelotti preparó a Ceballos, y mientras este ingresaba en el campo Camavinga se puso en su lugar para jugar con diez y con peligro. Morata y Griezmann se caían como si no pudieran mantener el equilibrio.

A De Paul le salió una vena defensiva antirreglamentaria por las revoluciones que llevaba y Valverde seguía tropezando con todo y con Benzema ensimismado, como si fuera un diletante con arte, un espontáneo perfectamente caracterizado como un Balón de Oro solitario, al contrario que Vinicius, con quien todo el mundo quería ir.

Vinicius intenta superar a OblakAFP

El francés empezó la segunda parte clavado, también al contrario que su compañero en ataque, suelto, pero atado. Morata se dolió de un golpe fortuito de Militao y paró el partido de mala manera, con los blancos en la duda de qué hacer, jugando, pero sin jugar. Fue de mala manera porque apenas unos segundos después de terminar la no jugada se levantó como si nada.

Que Vinicius era el hombre se demostró con la internada de Camavinga que propició el brasileño y Benzema no pudo rematar avasallado de pelotón, casi desparramado por la fuerza del pase en medio del área. La buena apertura del lionés, por fin, dio lugar a la jugada de peligro del Madrid: el chut de Nacho, el tacón de Valverde y la sorpresa de los delanteros hambrientos.

Ceballos le había dado algo de grasa al engranaje blanco y todo(s) parecía pasar mejor. Se acercaba el Madrid robando en los medios y saliendo a la carga. Una de ellas, conducida por Modric, la salvó Oblak al remate de Benzema y luego Vinicius no pudo repetir. Robaba y robaba el Madrid, pero le faltaba algo al llegar, la idea final, el epílogo, el cierre, algo deshecho allí arriba.

En busca del gol perdido

La caballería viniciana la tuvo que parar con fealdad precisamente Hermoso. Trató de amarrar pronto el centro del campo y el marcador Simeone quitándose a Morata para poner cemento por abajo. El elefante dio un pase que hizo temblar las canillas del diletante. Tenía la iniciativa el Madrid, pero eso no era nada, o todo, con una montaña, un bosque por superar y cruzar.

Se marchó Federico y salió Rodrygo en busca del gol perdido. Comenzaba la urgencia y continuaba peligrosamente la desnaturalización de Benzema sumido en un largo túnel que iluminó para el Atlético Griezmann con su cabellera de Espinete. Otra cabellera, la de la Motown de Witsel dio un susto a Courtois, que estaba allí.

No conseguía soltarse el Madrid del cepo que le había puesto Simeone desde el inicio. Y menos con la imprecisión que en Benzema parecía una niebla espesa. La bruma inquietante que disipó Rodrygo de un ramalazo maravilloso. Un toque para salvar al defensor; dos para continuar, otro más para adentrarse y plantarse ante Oblak (que pareció extasiado contemplando aquella obra) y el chut delicado con el exterior y por el palo corto.

Rodrygo celebra el gol del empateAFP

La cámara enfocó la pesadilla interna en la negritud simeonítica, como si fuera un mineral con sentimientos que se electrizaron con la siguiente oportunidad perdida de Espinete en fuera de juego. Benzema bajaba para ordenar algo allí, porque arriba seguía en él la nube. Camavinga se hacía gigante y Ceballos elegante. Depay tuvo opción en la jugada bonita, por la izquierda, sorteando defensores. Entre Eduardo y Vini intentaban armar algo: un grupo musical.

La banda que organizaron en un plis Modric, Militao, sobre todo Militao, y Benzema. Fue lo último antes de la prórroga. El Cholo resoplaba y puso en el campo al chaval Barrios. Intentaba el Madrid descolocar a su rival mareándole con los pases de vuelta. Se subía el Madrid encima del Atleti con Vinicius por los tejados. Camavinga se soltaba. Sentía algo. Savic enfangó la contienda con Vinicius y poco después terminó enfangando a su equipo con su acción ante Camavinga y su segunda amarilla.

Rüdiger remató desviado y salió corriendo y gritando como si le persiguiese un perro furioso. Un Atleti en formación de tortuga tuvo tiempo para inquietar a Courtois, pero después iba a llegar el diletante para convertirse en Benzema, después del centro de Asensio por la derecha, que fue chocando en los troncos del bosquecillo hasta caerle en un claro al francés para poner al Madrid con ventaja al más puro estilo del minuto 105.

Arreón final del Atlético

En el descanso de la prórroga el banquillo atlético, con Correa y De Paul a la cabeza, se puso a hacer burlas de parque y litrona. Una provocación que pareció surtir efecto en la reanudación con los rojiblancos azuzando y los blancos sufriendo en la salida y en la defensa. Algo había cambiado y jugaba bien el Atlético con diez. La tuvo Depay solo ante Courtois en la maraña de un córner.

Mordían los de Simeone casi al hombre. No conseguía el Madrid retener la pelota y sí conseguía el Atlético jugar como 120 minutos antes, incluso mejor, sonaba una música inquietante, pero en realidad era el estertor de los rojiblancos tratando de sobreponerse a la pesadilla del pasado, al Madrid de los minutos finales, que cerró el partido marcando el tercero con la zaga colchonera desusada, casi muerta en el recuerdo redivivo de la eliminatorias del terror.

Ficha técnica:

Real Madrid 3: Courtois; Mendy (Ceballos, m. 44), Rüdiger, Militao, Nacho (Odriozola, m. 115); Kroos (Asensio, m. 73), Camavinga, Modric; Valverde (Rodrygo, m. 69) (Martín, m. 114), Vinicius, Benzema.

Atlético 1: Oblak; Reinildo, Hermoso, Savic, Molina; De Paul (Saúl, m. 83), Koke (Kondogbia, m. 82); Griezmann (Barrios, m. 91) Lemar (Carrasco, m. 73), Correa (Depay, m. 73); Morata (Witsel, m. 63).

Goles: 0-1 (Morata, m. 19). 1-1 (Rodrygo, m. 79). 2-1 (Benzema, m. 104). 3-1 (Vinicius, m. 121).