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Gabriel Paulista ha sido sancionado con dos partidos por su dura patada a ViniciusEFE

La patada a Vinicius tiene el mismo castigo en LaLiga que decir «malísimo» a un árbitro

Para el Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol (RFEF), organismo que decide las sanciones en el fútbol español, hacer una durísima entrada en la que se pone en riesgo la integridad de un futbolista tiene el mismo castigo que decirle a un árbitro que es «malísimo».

Gabriel Paulista, jugador del Valencia que protagonizó una fea falta a Vinicius en el último partido de Liga, ha sido sancionado con dos partidos por esa entrada. El futbolista ché fue expulsado al instante y ahora el Comité de Competición le pone dos partidos por esa falta que puso de manifiesto la cacería a la que se enfrenta Vinicius en esta Liga.

Se da la circunstancia de que un día antes, en el Betis-Barcelona, William Carvalho, jugador del club sevillano, fue expulsado por protestar al árbitro De Burgos Bengoechea. En concreto este colegiado explicó en el acta que había mostrado la cartulina roja al jugador del Betis una vez ya finalizado el partido por «dirigirse a mí en los siguientes términos: ¡Una vergüenza, una vergüenza! ¡Malísimo!».

Por esa frase a Carvalho también le han puesto de sanción dos partidos, por lo que para el Comité de Competición (que depende de la Federación, aunque sea un ente autónomo, y no de LaLiga) es lo mismo quejarse al árbitro (sin insulto) que dar una patada muy dura como la que hizo Paulista.

Código disciplinario

Bien es verdad que lo que hace el Comité es aplicar lo establecido en lo que rige este tipo de situaciones. En concreto para sancionar al jugador del Valencia aplica el artículo 130.2 del Código Disciplinario y para castigar con los mismos partidos al futbolista del Betis aplica el artículo 124, en el que se recoge ese castigo por «menosprecio o desconsideración hacia los árbitros».

Es todo ello un problema del Código Disciplinario, que requiere cambios porque no parece lógico que una patada que tiene mucho riesgo de lesionar a un rival (sea cual sea el jugador perjudicado) tenga el mismo castigo que la queja a un árbitro que además se produce sin ningún insulto, algo verdaderamente grave.