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Rodrygo y Ceballos celebran el tercer gol del Madrid

Rodrygo, Ceballos y Vinicius celebran el tercer gol del MadridAFP

Al-Ahly 1-4 Real Madrid

El Madrid alcanza la final del Mundial de clubes con Vinicius y Rodrygo como estrellas y un Modric imperial en el desenlace

Lo mejor del partido, incluso antes de empezar (y de terminar), era que Vinicius iba a ser un hombre libre de agresiones físicas, verbales, gestuales y de adversativas cínicas. Es como si los de Ancelotti hubiesen salido de la película Perros de Paja para ir a jugar a Una Rubia muy Legal en un campo de alelíes. Así es como sonaba el rival, a alelí, que es la flor que sale al final del invierno, cuando empieza la primavera del Madrid.

El Al-Ahly sonaba a alelí, aunque en boca del transmitente Camacho era «La Lali», una vecina, y en la de Kiko era el «alioli», una salsa. Un oponente polifonético el de un Madrid que trataba de hacerse al invento mundialero donde los egipcios ya se habían estrenado con victoria. Después de casi media hora desperezándose, como un domingo en el que hubiera estado entrando la luz de la mañana a través de las rendijas de las persianas, Rodrygo y Vinicius hicieron los más bonito hasta el momento.

La floración que superó Rodrygo un minuto después con una picadita luego del característico driblin rodryguero por una esquina que fue a dar en el poste. Hasta entonces y justo después, el Al-Ahly puso en aprietos a los blancos, que esta vez iban de alelí violeta. Trataban de afianzarse los africanos, concentrados, sin distraerse. Lunin dio dos manotazos sobre la mesa.

El hombre del momento

A partir de ahí hubo un correcalles, como si jugaran al escondite, o como los raterillos de Ciudad de Dios deambulando en pandilla por las favelas. Trataba el Madrid de edificarse. No era fácil por la rareza del lugar, de la competición, del rival. Nacho era protagonista, casi el narrador. Se estiraba el Al-Ahly y cortaba la defensa, sobre todo Rüdiger. Camavinga se las veía por la izquierda, pero Vinicius robó en los tres cuartos y marcó por encima del portero Elshenawy al filo del descanso con hermosísima gracilidad.

Que Vinicius es el hombre, el hombre del momento, el jugador del año, no lo dice solo el sonido de los ladridos de la cacería, sino sus movimientos. De su empuje por la izquierda vino el descoloque de los locales, que vio y movió Modric para Rodrygo, casi un interno con corbata en el área rival. El brasileño chutó y el rechace lo atrapó Valverde, que venía por detrás cabalgando, pero miró, se contuvo y marcó el segundo entre la defensa despedazada.

Dialogaban los tres mediocentros, Aureliano, Toni y Luka, como senadores romanos en el foro. Al final decidieron sacar el balón lejos. Nacho pasaba por allí y por allá como una sílfide. Otra ninfa era Vinicius, saliéndose por las esquinas, casi encaramándose a unas gárgolas. De una de esas provocó un penalti tan claro al borde del palo corto que el hecho de que el VAR no lo concediera fue un insolente capricho arbitral.

Modric controla el balón

Modric controla el balónAFP

La ilegal evitación del cero a tres trajo la posibilidad del uno a dos por penalti juvenil de Camavinga, que finalmente hizo realidad Maaloul. Había partido, decía la transmisión. A cualquier cosa le dicen que hay partido. Pero había claroscuros, boquetes en la zaga madridista, sobre todo a la contra, una espantada defensiva que animaba a los egipcios, que de goleados se habían puesto a rebufo.

Nacho entre líneas hacía de un insólito pivote en la jugada madridista. Al entrenador de El-Ahly se le ponía el gesto del malo de Matar un Ruiseñor en el juicio porque veía la posibilidad, ignota hacía unos pocos minutos, de hacer algo en este partido. Lunin tapaba las vías de agua mientras se acumulaban los de rojo en la salida del Madrid. De vuelta encontraban los pasillos que el Madrid recorría igual que el niño de El Resplandor en su triciclo.

Goleada final

El árbitro de pronto parecía el rubicundo Hernández y por momentos el El-Ahly se asemejaba al Mallorca. El penalti al final cayó por llamada del VAR, que en esta ocasión sí le dio por ver, ¡una lotería!, la pena máxima que falló el mismísimo Modric. Asignatura Pendiente era una película de Garci. El mismo croata se puso a los mandos con el genio que da el carácter, por la banda, en la frontal, mirando aquí y allá, ordenando con los ojos, Rodrygo falló en el disparo por poco. Se habían cabreado los de Ancelotti a lomos de la batuta de Lukita.

Fue cuando Ceballos se puso pinturero por el centro y Rodrygo aprovechó ese tacón para marcar el tranquilizador tercero que no iba a ser el último sino el de Arribas, el canterano que llegó con la flor en la muñeca al baile de fin de curso.

Ficha técnica:

Al-Ahly 1: Elshenawy; Maaloul, Monem; Metwalli, Hany; Abdel Kader, Dieng (Fathy, m. 61), Al Sulaya, El Shahat (Taher, m. 74); Kafsha, Sherif (Tau, m. 61).

Real Madrid 4: Lunin; Camavinga, Alaba, Rüdiger, Nacho; Kroos (Ceballos, m. 76), Tchouaméni, Modric, Valverde, Rodrygo (Mariano, m. 95), Vinicius (Arribas, m. 98).

Goles: 0-1 (Vinicius, m. 42). 0-2 (Valverde, m. 46). 1-2 (Maaloul, m. 65 P.). 1-3 (Rodrygo, m. 92). 1-4 (Arribas, m. 98).
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