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El Real Madrid ha ganado el Mundial de Clubes 2023 en MarruecosEFE

Real Madrid 5-3 Al Hilal

El Madrid conquista su octavo Mundial de Clubes contra un Al Hilal que aprovechó los despistes blancos

Vinicius fue una vez más el jugador determinante de los de Ancelotti, que alternaron su dominio con momentos de brillantez y distracción

El Al Hilal parecía chino al pronunciarlo: «lalilal», pero era saudí. Florentino con jersey ferlosiano, jarameño, español debajo de la chaqueta y los brazos cruzados entre los jeques y su masajista Infantino. Más despierto el Madrid que en la semifinal, ya aclimatado, como bien dormido y comido. Siesta después del cocido y a jugar tocando, amagando, controlando. Buscaban los blancos la posición perfecta como para chutar sin oposición. Lo hizo Vinicius, el gran Vinicius en el minuto doce, al que lanzaron Benzema y Valverde, jugueteando y sorprendiendo. Se escapó el brasileño propulsado por la izquierda y el portero Al Maiouf no fue impedimento, aunque llegó a sentir la pelota con crueldad.

A partir de ahí invadió el Madrid al Al Hilal como los habitantes de la Alhambra ocupaban los palacios nazaríes en los cuentos de Washington Irving. Valverde cogió su fusil, una historia que podía haber escrito Dalton Trumbo, pero la escribió Ancelotti, a quien el uruguayo fue a abrazar. Es posible que no haya habido nunca tanto amor en un equipo de fútbol. Benzema había decidido jugar a un solo toque, como con una mano atada. Un espectáculo estupendo, con Camavinga haciendo cosas impropias y maravillosas de lateral, porque no es un lateral, aunque lo parezca.

Marca el Al Hilal

Habían estado cortando la pelota los de Chamartín en los tres cuartos de un modo avasallador, hasta que se rompió el hechizo en una contra con todo el mundo arriba, demasiado arriba. El gigante Marega se marchó por la derecha y por poco llegó Rüdiger para taparle, pero no pudo. Tampoco Lunin, que cubrió bien, pero le pasó por debajo de la costilla el balón, el lugar de los goles trágicos, como el de Arconada en aquella Eurocopa. Tchouaméni estaba fino, pero más fino aún Kroos. También Modric correteando como Astérix. Siguió tocando el Madrid, por un momento largo de juego dominante y estéril, y luego por momentos de imprecisión.

Estaban allí los de azul, haciendo un poco de campamento en los alrededores de Lunin. Respondió el Madrid presionando arriba, como desde el principio, pero más contenido abajo. Tenía Rüdiger trabajo con Marega, el tronco con el que el Al Hilal trataba de echar abajo la puerta del castillo del Madrid, que había perdido la inspiración, la posición y la fe. Se equivocaban, pero seguían de rodillas, intentando encontrar el sentido de la vida. Había esperanza, por supuesto, de volver a ser los del inicio. Era un alma con botón, cuando se pulsaba y se encendía una luz que se apagaba. La tuvo Benzema a centro kroosiano de Valverde, salvando al defensor, pero la sutileza del francés no pudo dirigir, por poco, en la dirección correcta.

Benzema y Vinicius celebran el gol del francésAFP

Menuda tromba era el Madrid en la recuperación, y en ese esfuerzo encontró las sensaciones, pese al peligro que buscaba (y encontraba) en la contra su rival. Llegó Kroos en su clásico tirito en carrera nada más empezar la segunda parte. Buena opción de resultar, pero no lo hizo. Después se metió el Al Hilal casi en la cara de Lunin, algo que parecía ser su nuevo afán. Benzema se quedaba muchas veces atrás, como clavado. La verticalidad de Aureliano se rompía como estirándose en un muletazo precioso, currista. Se quedaban cortos los pases cortos de los blancos, que querían hacer petit point en la maraña defensiva.

Llegaba el Al Hilal, pero qué gol marcó Benzema. Vinicius, siempre Vinicius, moviendo placas tectónicas y esta vez centrando con mira y con el exterior adonde el capitán marcó como con una recortada. Pero hasta con una recortada Karim es elegante, etéreo y eterno. Le robó la contra el Madrid a su contrario y por ahí marcó Valverde su segundo gol como contagiado de la delicadeza del Balón de Oro a pase de Carvajal. Con el cuatro a uno mandó a descansar Ancelotti a Benzema. Salieron Rodrygo y Ceballos y también se fue Tchouaméni, recientemente tocado. Otra vez la contra, el adelanto defensivo, le devolvió al Al Hilal el contraataque que culminó Vietto para poner el segundo en el marcador de los sauditas.

Vinicius, un fantasma

Pequeña emoción en un marcador aún holgado. Todo despistes madridistas la ilusión de los de Ramón García que volvió a perderse con la insólita fabricación de Vinicius por la izquierda, metiéndose hacia el centro, traspasando defensores como un fantasma, la perdió, pero el regate de Ceballos en la continuación se lo quedó el brasileño para marcar el quinto en disparo en curvita al segundo palo. Tres goles iba a marcar, de todos modos, el Al Hilal. Error de Eduardo, salida de Lunin fallida y el 5-3. Y tuvo Marega el 5-4. Lunin aleteaba ante el peligro como una madre halcón de pie en su nido.

Aprovechaban los sauditas a la perfección las desconexiones blancas, que nunca fueron graves por la ventaja. Era ya el octavo Mundial del Madrid (tres Intercontinentales, cinco Mundiales), la competición no poco importante a la que, como repetía Camacho, hay que llegar.

Ficha técnica:

Real Madrid 5: Lunin; Camavinga, Rüdiger, Alaba, Carvajal (Vallejo, m. 79); Kroos (Asensio, m. 74), Tchouaméni (Ceballos, m. 61), Modric (Nacho, m. 74); Valverde, Vinicius, Benzema (Rodrygo, m. 61).

Al Hilal 3: Al Maoiuf; Abdulhamid, Jang, Al Bulayhi, Aldawsari (De Oliveira); Cuéllar, Cano; Carrillo (Nasser, m. 75), Vietto, S. Aldawsari, Marega.

Goles: 1-0 (Vinicius, m. 12). 2-0 (Valverde, m. 18). 2-1 (Marega, m. 26). 3-1 (Benzema, m. 54). 4-1 (Valverde, m. 58). 4-2 (Vietto, m. 62). 5-2 (Vinicius, m. 69). 5-3 (Vietto, m. 79).