Análisis histórico
Los tiempos en los que la directiva del Barcelona pedía audiencias con Franco
El dictador recibió toda clase de reconocimientos de la directiva azulgrana mientras el club se saneaba económicamente a fuerza de recalificaciones
Francisco Franco falleció el 20 de noviembre de 1975. Jaume Rosell (padre del futuro presidente Sandro Rosell) avisó de inmediato al empleado Eduard Combas para que mandara retirar la placa de los «caídos por Dios y por España» de las instalaciones del Barça y el busto del Generalísimo que había en las oficinas del Barcelona. ¡Amigo que no produce…! A pesar de que en plena oprobiosa dictadura el propio dictador salvó al Barcelona de la quiebra y, seguramente, de su desaparición.
En los 50 el campo de Les Corts era la sede del Barcelona. Este estadio, con sus 60.000 localidades, le venía pequeño al club catalán. El 27 de septiembre de 1950 el Barcelona firmó la opción de compra de unos terrenos situados entre la Riera Blanca y la calle de la Maternidad por un precio de 10.092.445 pesetas. Para poder llevar adelante la construcción de su nuevo estadio era necesaria la recalificación de las parcelas donde estaba el estadio de Les Corts, hasta entonces zona verde, en terreno edificable y proceder a su venta para, con el dinero obtenido, financiar el nuevo estadio.
Pero para sacar el proyecto adelante era necesario proceder a cambiar los usos de los terrenos propiedad del Barcelona. El 11 de marzo de 1951 tomó posesión de la alcaldía de Antonio María Simarro, excombatiente del bando nacional y hombre de confianza del Régimen. El entonces presidente del Barcelona, Francisco Miró-Sans, negoció con Simarro la primera recalificación de los nuevos terrenos comprados por los azulgranas. Con la compra de los nuevos terrenos daba comienzo una larga serie de reuniones entre los directivos barcelonistas y las autoridades técnicas municipales. El Barcelona propuso inicialmente permutar los terrenos recién comprados por otros situados en la zona terminal de la Diagonal, que en los planes urbanísticos de la ciudad se reservaban para parques, jardines y zona deportiva, ya que los terrenos recientemente adquiridos estaban contemplados en las ordenanzas como zona urbanizable. Esta primera gestión no llegó a buen término. Se produjo la supresión de varias calles que debían atravesar los terrenos del futuro Camp Nou.
El 28 de marzo de 1954 se puso la primera piedra del nuevo estadio barcelonés. Aquel mismo año, el Barça hizo entrega a Franco de su insignia de oro y brillantes.
Resueltos los problemas técnicos y urbanísticos, gracias a los buenos contactos, por otra parte lógicos, con el Régimen, solo quedaba pendiente el tema de la financiación del nuevo estadio. El presupuesto inicial de 67 millones de pesetas. Tres años después, se había elevado hasta más 300 millones. La directiva del club tenía que vender los terrenos donde estaba Les Corts, bien vendidos, para poder sacar el nuevo proyecto adelante. Pero para eso era necesario que el Ayuntamiento recalificase los terrenos de zona verde a edificable como querían los azulgranas, lo que convertiría los solares de Les Corts en una mina de oro. Pero este plan no parecía inicialmente viable. La propuesta del Español, compra o alquiler del viejo estadio, fue desechada, pues con estas operación no se podía económicamente sacar adelante el proyecto del Camp Nou.
En 1961 el industrial Enrique Llaudet se hizo cargo de la dirección del Barcelona. El equipo arrastraba una deuda de 289 millones de pesetas. Llaudet tuvo que vender a algunos de sus mejores jugadores: Luis Suárez fue vendido al Inter de Milán por 25 millones de pesetas, el traspaso hasta entonces más cuantioso de la historia del futbol español. Ladislao Kubala y Antoni Ramallets se habían retirado. El Barcelona comenzó una etapa futbolística negra en la que, en seis años y medio, apenas se lograron títulos; sólo una Copa del Generalísimo (en 1963) y un trofeo de Ferias (1966). Fueron años crisis deportiva y financiera.
La única forma de salvar al Club era la venta en buenas condiciones de Les Corts. Llaudet se entrevistó con el entonces alcalde de la ciudad, José María de Porcioles, solicitándole la recalificación de las parcelas de Les Corts para convertirlas en edificables y, por tanto, transformarlas en solares de enorme precio. Esto suponía una enorme irregularidad. El Ayuntamiento se negó a otorgar un trato de favor tan evidente al club barcelonés, hasta que el 4 de agosto de 1962 el pleno municipal aprobó el necesario cambio de calificación de los terrenos tras sufrir muchas presiones. La operación se justificó por la cesión por el club al Ayuntamiento de 1.000 metros cuadrados en la Travesera de Les Corts para permitir su ensanche y otros 4.443 metros cuadrados para construir instalaciones municipales deportivas cubiertas. Se limitó a 8.000 metros cuadrados la edificabilidad de la parcela de 24.000 metros situados entre las calles Vallespir, Travesera, Numancia y Marqués de Sentmenat. El resto de las fincas pasaron, íntegramente, a ser suelo edificable. Un año después, el Barcelona concedía la categoría de socio de honor, el 27 de septiembre de 1963, a José María de Porcioles. La recalificación había salvado al Barcelona.
El consejo de ministros presidido por Franco en el Pazo de Meirás aprobó el 13 de agosto de 1965, definitivamente, la recalificación del solar de Les Corts
El 7 de mayo de 1963 una asamblea extraordinaria de socios del Barça aprobó la demolición del estadio de Les Corts. Los terrenos saldrían a subasta a partir de 100 millones de pesetas. El 17 de mayo, el presidente Enric Llaudet solicitó al Gobierno Civil el permiso para el derribo del viejo campo, que le fue concedido poco después. Con la venta de los terrenos edificables de Les Corts el equipo tendría, en teoría, dinero para el Camp Nou, pero algunas entidades recurrieron la decisión del Ayuntamiento, poniendo en peligro la decisión municipal. Un pleito de resolución y duración incontrolable había roto los sueños de los barcelonistas.
El club echó mano de uno de sus directivos, el periodista Juan Gich, bien colocado entre las autoridades franquistas y muy amigo de Torcuato Fernández Miranda, en aquellas fechas director general de Promoción Social. A Fernández Miranda no le fue demasiado difícil conseguir que los problemas del club barcelonés llegasen hasta el Consejo de Ministros. El consejo de ministros presidido por Franco en el Pazo de Meirás aprobó el 13 de agosto de 1965, definitivamente, la recalificación del solar de Les Corts, lo que fue publicado en el Boletín Oficial del Estado número 228, Decreto 2735/1965 de 14 de agosto fechado el 23 de septiembre de 1965, por el que «se aprueba el cambio de uso de una zona verde del Plan Parcial de Ordenación Urbana de la Zona Norte de la avenida del Generalísimo Franco, entre las plazas de Calvo Sotelo y del Papa Pío XII, de Barcelona». Una decisión claramente dictatorial solo posible en un régimen político como era el franquista. Al pie del decreto figuran las firmas de Martínez y Sánchez Arjona (ministro de la Vivienda) y de Francisco Franco.
Nuevos favores
Por su inestimable favor Fernández Miranda fue nombrado socio de honor del club. Poco después, Franco también fue nombrado socio de honor del Barça. El club terminó por vender sus parcelas por 228 millones de pesetas a la constructora Hábitat y con eso se pagó el Camp Nou.
Pero aquí no terminaron los favores del régimen al Barça. En 1971 el Consejo Nacional de Deportes, presidido por Gich, acordó conceder a fondo perdido 43 millones de pesetas al club barcelonés para que pudiese construir el Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo. Quince días antes de la inauguración de dichas instalaciones, el 13 de octubre, le fue entregada a Franco la medalla de oro del Palau Blaugrana (bautizado así, en catalán) en agradecimiento por la construcción de los dos edificios. El pabellón fue inaugurado en un acto que se desarrolló bajo la presidencia del vicesecretario de del Movimiento, el falangista de la vieja guardia Manuel Valdés Larrañaga.
Nuevo premio a Franco
Tres años más tarde la junta directiva del Barcelona premió de nuevo a Francisco Franco, esta vez con motivo de la audiencia concedida por el innombrable a los representantes del club azulgrana el 27 de febrero de 1974 a instancias del club. La visita estuvo encabezada por su presidente Agustín Montal, acompañado por el delegado de Educación Física y Deportes, el señor Gich, y el secretario general del Movimiento, el falangista José Utrera Molina, junto con altos cargos del deporte catalán y español. Motivo de la recepción, el 75 aniversario del nacimiento del Fútbol Club Barcelona. El objeto de la visita era entregar al Caudillo la medalla de oro del 75 aniversario y al ministro secretario general del Movimiento Utrera Molina la medalla conmemorativa de los recintos deportivos barceloneses que el Gobierno de España había contribuido a sufragar en gran medida, tal y como el presidente del Barça admitió de buen grado.
El Barcelona había goleado 0-5 al Real Madrid en el Santiago Bernabéu diez días antes. No sabemos si la sonrisa en la foto de portada de La Vanguardia de sus directivos era por estar con Franco o por la goleada a los merengues. ¡Eran otros tiempos!