Historia de una mentira: así utilizó Laporta el imposible fichaje de Messi para tapar todos sus problemas
El presidente del Barça utilizó el regreso del argentino cuando más acuciado estaba con el caso Negreira; movilizó a las masas para desviar la atención, pero todo tiene un final
Punto y final a la historia con la que el Barcelona quiso vivir en una ilusión, en la irrealidad, en lo imposible. Leo Messi no regresará al club azulgrana. No puede. El Barça no tiene dinero ni para inscribirle y el jugador prefiere otros retos, en este caso en Estados Unidos.
Mientras Joan Laporta movilizó a sus medios para amplificar el mensaje de que la vuelta de Messi era posible, el propio Messi lo dejó claro en la entrevista conjunta con Mundo Deportivo y Sport: nunca hubo una propuesta formal. Fue el mazazo para aquellos que creyeron que sí hubo posibilidades, algo que económicamente era sencillamente imposible.
Joan Laporta y su directiva utilizaron el imposible fichaje de Leo Messi para tapar todos sus problemas. Porque para entender qué ha pasado con Messi hay que ir al destape del caso Negreira. Con un Barça arrinconado ante el gran escándalo del fútbol español y con un presidente incapaz de dar explicaciones, Laporta activó el plan Messi sabiendo que era imposible ficharle.
El Barça no tiene dinero para inscribirle ni para pagarle su sueldo. Messi, de forma lícita, ha demostrado toda su carrera moverse más por el dinero que por otra cosa. A los azulgranas les sacaba una renovación de contrato cada año y medio, mejoras salariales que acabaron por ser la clave de la ruina económica que hoy tiene el club. A París se fue porque el PSG era el que mejor le pagaba y ahora al Barça no iba a regresar por amor al arte, como incluso algún barcelonista quería creer.
Messi era humo
Lo que sí le ha servido a Joan Laporta es que la mentira de la incorporación de Leo Messi le ha valido para cuatro meses de calma interna. Desvió la atención y puso la maquinaria mediática al servicio de su mensaje: el sueño de que Messi regresara y con el que tapaba todo lo demás.
La prueba más clara fueron los cánticos que se repitieron en el Camp Nou en el minuto 10. De repente, y coincidiendo con los escándalos que acechaban al Barça, la grada de animación (controlada por el club) empezó a tararear el nombre de Messi en cada partido. Lo hicieron hasta en la celebración en Canaletas. Había más interés en que regresara Leo que en ganar la Liga.
Y hay que reconocer que Laporta triunfó con esa estrategia. En todos estos meses en el barcelonismo quedó instaurada la idea de que Messi iba a volver. La atención se centró entonces en cómo el barcelonismo quería que Leo regresara porque así lo clamaba un Camp Nou al que controló Laporta.
En pleno caso Negreira, la directiva del Barcelona consiguió que en el entorno culé solo se hablara de Messi. Recurrir al argentino era una forma fácil de unir a toda la afición. Con la hinchada centrada en ese tema todos los demás podían olvidarse, ya fuera el caso Negreira, una posible sanción, las sonrojantes eliminaciones en competiciones europeas o los numerosos problemas económicos.
Todo era Messi. Incluso se televisaban (con filtraciones interesadas) encuentros de Laporta y sus directivos con el entorno del argentino. La última pantomima fue la del pasado lunes, con el padre del futbolista grabado en reuniones privadas y con el Barça alimentando después de ella que aún era posible un regreso que sabían que no iba a ser posible.
El problema para Laporta, su directiva y quienes les sostienen de forma mediática es que antes o después tenía que haber un final. Y ese final ya ha llegado: Messi no regresa y además el argentino va contra todas esas «mentiras» que han ido alimentando un regreso que no era tal y que rompen todo el plan de Laporta, que tendrá que buscar otra cortina de humo para tapar los numerosos problemas que tiene en Barcelona.