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Kylian Mbappe, en una imagen de la temporada pasadaGTRES

El PSG no castigará a Mbappé porque una demanda del jugador provocaría una indemnización millonaria

El club francés amenaza cosas que no hará para forzar que el jugador pida su traspaso

Bravuconadas. Perro ladrador, poco mordedor. Al-Khelaifi amenaza, señala con el dedo a Mbappé, pero pierde el cuello por encima de la camisa con tal de conseguir su traspaso cuanto antes. Agotado ya de su propia soberbia, que no engaña a nadie, el presidente del PSG ha recurrido a agentes internacionales para negociar una operación que desea por necesidad.

Es su orgullo el que rompió relaciones con el Real Madrid hace dos años y el que ahora le impide bajarse del púlpito para hablar con la casa blanca, aunque no le guste. Aquel complejo de superioridad supuso que ni siquiera se dignara a contestar la última gran oferta del equipo español, realizada en agosto de hace dos años, y que llegó a alcanzar los 220 millones.

Intermediarios

Ahora, ni Mbappé ni el Real Madrid se mueven al ritmo que el dirigente del PSG quiere y ha contratado a intermediarios para llevar a cabo una negociación que no deseaba y que ahora es perentoria para salir de este atolladero.

Mbappé mantiene su postura de continuar hasta 2024 con tal de recibir la prima de fidelidad de 40 millones a finales de este mes. Al-Khelaifi quería forzar la petición de traspaso por parte del jugador para romper esa fidelidad y no tener que pagar. El futbolista no ha entrado al capote y ahora no hay más remedio que buscar el traspaso, pues la estrella francesa queda libre dentro de un año.

Serán agentes externos los que comiencen a fraguar las negociaciones. Al-Khelaifi y el emir de Qatar, que ha presionado a su lugarteniente hasta límites insospechados, tienen perdida esta batalla de la arrogancia. Cobrarán mucho dinero por Kylian, así le llamaban hace tres meses, pero tienen que vender, aunque no quisieran.

Ya había representantes que estaban inmicuidos en esta operación y ahora se sumarán los que ha contratado el París Saint-Germain. Al-Khelaifi y el emir han entrado en la realidad, en el mundo de verdad.

No admiten la oposición

El emir de Qatar y Nasser Al-Khelaifi no están acostumbrados a la democracia y a que alguien les lleve la contraria. Al-Khelaifi actúa como un dictador, lo que siempre ha sido, cuando alguien no le hace la ola ni se vende a su dinero. Mbappé era magnífico cuando renovó hace dos años. Ahora, la estrella francesa no desea continuar en el París Saint-Germain, reconoce que se equivocó al no venir al Real Madrid, y el presidente del club parisino lo pone a los pies de los caballos ante toda Francia.

Le critica por mirar solo el dinero y ha sido el dirigente del equipo quien le ha comprado siempre con dinero. Le ha pagado una ficha de 60 millones netos y le ha firmado dos primas de fidelidad de 40 millones cada una, a cobrar en julio y en septiembre. Pero ha sido incapaz de realizar un proyecto futbolístico que prometió a Mbappé y que no cumplió. El delantero ya no quiere dinero, sino un equipo para ganar la Champions y el Balón de Oro.

Kylian Mbappé, con Nasser al-Khelaifi, cuando renovó por el PSGGTRES

Al-Khelaifi ha sacado todo su muestrario de comportamientos supremacistas y ha amenazado al jugador con sentarle en la grada un año si no admite su traspaso ahora. Lo que busca realmente el máximo responsable de la entidad parisina es que el futbolista manifieste ahora su deseo de marcharse para no tenerle que pagar el 31 de julio la prima de fidelidad de 40 millones. El presidente sabe que nunca le podrá sentar en la grada y si lo hiciera se arriesgaría a una demanda multimillonaria.

Demanda peligrosa

No va a suceder, porque lo que busca el PSG es un acuerdo inmediato y todas estas declaraciones altisonantes demuestran el nerviosismo de una batalla que tanto el futbolista como el Real Madrid, en silencio, tienen en su mano.

Si, por una nueva celosía de soberbia del emir, Mbappé se quedara por fin en el París Saint-Germain la próxima temporada y no jugara, contrataría los mejores abogados de Francia para presentar una demanda ante la Justicia ordinaria que arruinaría al club del emir. Esa demanda por daños y perjuicios podría ascender a mil millones de euros. Esa casa ya debe 368 millones. Nunca se sentará a Mbappé en una grada. Parole, parole.

El tiro por la culata

Nasser Al-Khelaifi ha querido poner a toda Francia en contra de su futbolista y sus amenazas de otro siglo, medievales, se han convertido en un bumerán en su contra. Dejar a la estrella fuera de la gira asiática y filtrar que podría apartarle sin jugar ha provocado la reacción de todo el mundo. Hasta Anne Hidalgo, alcaldesa de París, ha criticado al PSG y le ha preguntado: ¿A qué juega?

Los futbolistas, como todas las personas, tienen derechos laborales y no pueden ser apartados de su trabajo. Una mirada más egoísta destaca que la hipótesis de sentar a Mbappé en la grada perjudicaría a la selección francesa de fútbol.

Un sindicato de risa

El clasista sindicato de futbolistas de Francia ha saltado ahora a preguntar por los derechos violados a Mbappé. Es curioso. No abrieron la boca ante los casos de Rabiot y Verratti, que también fueran sentados por Al-Khelaifi sin que movieran un dedo.

Rabiot fue un caso parecido al de Mbappé y estuvo un año en la grada antes de irse libre. El incompetente e inepto sindicato, por llamarlo algo, se pasó todo ese año de vacaciones. Tampoco ha atendido ahora a los otros futbolistas que tienen menos nombre y que están igualmente apartados en el París Saint-Germain. Nasser Al-Khelaifi ha vuelto a demostrar su carácter dictatorial al manifestar que son los 'indeseables'.

Lo malo para el PSG es que el indeseable Kylian Mbappé tiene la sartén por el mango. No quiere reconocer Al-Khelaifi que debe vender y tiene que recurrir a otras personas.

El invento del Barcelona

En la obsesión enfermiza del emir por no ver a Mbappé en el Real Madrid, el PSG se inventó una presunta oferta del Barcelona para fichar a la figura francesa. Las risas todavía se escuchan en California. Deberían haberse inventado otro club, pero señalar al Barcelona ha sido el hazmerreír mundial.

El club azulgrana debe 4.300 millones con el crédito de 1.500 que ha pedido para reformar el estadio, a un interés prohibitivo del 7,11 por ciento, porque nadie se fía de la empresa turca que acomete una obra que nunca ha ejecutado. La entidad barcelonista, además, hoy no tiene ni para pagar las nóminas. Por eso ha despedido ya a 200 trabajadores.

En la misma línea de agonía económica, tiene que reponer 60 millones de palancas no cubiertas por Roures, un dinero no pagado con el que fichó para conquistar la Liga. Y debe obtener otros cien millones en traspasos. Todo ello, para poder inscribir a varios jugadores antes del comienzo de la Liga, el 12 de agosto. Hoy, Gundogan, Íñigo Martínez, Sergi Roberto y Araujo, entre otros futbolistas, no pueden debutar en el campeonato español.

Con este panorama desolador, consecuencia de unas gestiones desastrosas, escuchar que Laporta ha intentado fichar a Mbappé ha generado la carcajada universal. Los chistes de las últimas horas se centraban en si Joan Laporta pidió que la llamada fuera como revertido.

Menos rico, más grande

La oferta de Arabia Saudí, del Al-Hilal, es real. Es la que el París Saint-Germain desearía aceptar con tal de no ver a Mbappé en el Real Madrid. Le ofrecen 700 millones.

Pero es que Kylian ya no quiere jugar por dinero. Desea primar su carrera y ser el futbolista número uno del mundo. Se lo dijo su abogada Delphine Verheyden hace dos años: «Acepta la oferta del Real Madrid y serás menos rico pero más grande». Hizo caso a su madre, Fayza Lamari, y ha reconocido que se equivocó.

Ahora pretende ser el más grande, como le aconsejó Verheyden. Y no es cierto que será menos rico. En el Real Madrid ganará muchísimo dinero con los derechos de publicidad y de imagen. Más que en Francia. Los intermediarios del PSG trabajan para ello. Por necesidad.