La intrahistoria del verano en el que tampoco llegó Mbappé, un caso perdido
El francés tuvo la oportunidad de pedir el traspaso durante un mes, cuando Al-Khelaifi le dijo que se pronunciara sobre su futuro, pero nunca lo hizo y solo adujo que cumpliría su contrato
El Madrid nunca presentó oferta oficial, aunque estaba preparado, porque Kylian no dijo que quisiera marcharse y el PSG nunca llamó a negociar
Es un jugador único, pero quizá un caso perdido. Le priva el dinero. Le puede. No mira su carrera a largo plazo. Mbappé ha vuelto a perder la oportunidad de venir al Real Madrid porque él ha querido. Hablar ahora del próximo año es una quimera.
Haaland y Vinicius le han superado en la valoración internacional de mejores futbolistas. Le da igual. Ni el premio concedido al noruego por la UEFA le ha hecho cambiar de postura. Delphine Verheyden, la abogada de Mbappé, siempre le aconsejó que debía pensar en su leyenda como jugador y ese aura la obtendría en el Real Madrid.
Menos dinero y más títulos, que le llevarían al Balón de Oro y al FIFA World Player. La reacción fue que Verheyden quedó destinada a los asuntos de marketing y apartada de las reuniones para dilucidar su futuro. Así le va deportivamente al francés. Tiene más dinero que nadie y menos trofeos que el resto de estrellas. Esta es la intrahistoria del estigma Mbappé.
Kylian Mbappé abrió la puerta para marcharse al Real Madrid el 12 de junio, cuando presentó oficialmente al PSG la carta en la que renunciaba a extender su contrato hasta 2025. El jugador había firmado un convenio por el que debía anunciar si ampliaría su relación contractual o se acabaría en 2024. Rechazó la prolongación. Todo se ponía de cara para zafarse de los árabes.
La posibilidad de irse de consolidó inmediatamente. Enojado por el revés, Nasser Al-Khelaifi manifestó con un enfado notable que Mbappé no se iría gratis en 2024: «O renueva o será traspasado». El jugador contestó simplemente: «Quiero cumplir mi contrato». Desperdició la oportunidad de expresar que deseaba fichar por el Real Madrid. Si lo hubiera hecho, habría provocado la obligación de negociar.
Pasaron cuatro semanas en las que el presidente del PSG le amenazó internamente con ser apartado del equipo. Fueron 26 días en los que pudo pedir el traspaso y no lo hizo.
Molesto por el maltrato de Al-Khelaifi, la figura del fútbol francés declaró públicamente el 8 de julio que jugaba en un equipo limitado. Se refería a las carencias del conjunto parisino para ganar en Europa. Al-Khelaifi estalló. Contestó con dureza: «Con Mbappé no hemos ganado la Champions». Era un bombazo en la línea de flotación. Y el árabe volvió a la carga: «Mbappé siempre me dijo en nuestras conversaciones que, si se marchaba algún día, dejaría un buen dinero al club. Espero que cumpla lo que prometió. No puede marcharse gratis en 2024. O renueva o debe irse ahora». El futbolista tenía la segunda oportunidad de exponer que quería firmar por el Real Madrid. Tampoco lo hizo.
Apartado con los indeseables
Presionado por el emir de Qatar, Al-Khelaifi perdió los papeles y declaró públicamente que Mbappé no viajaba con Luis Enrique y la plantilla a la gira asiática, aunque perdieran dinero por su ausencia. Concretó que el delantero se entrenaría a partir de ahora con «los indeseables», vergonzoso apelativo que el dirigente del París Saint-Germain puso a los jugadores que pretendía traspasar, entre los que se encontraba Verratti.
La situación era ideal para abordar su traspaso al Real Madrid. Pero la estrella continuó sin hablar. Y el PSG tampoco llamó al Real Madrid.
Muchos se preguntan por qué la casa blanca no hizo una oferta. La respuesta es muy clara: el Real Madrid presentó hace dos campañas una proposición de 200 millones por el futbolista que la entidad francesa ni siquiera contestó. No iba a adelantarse de nuevo a ofrecer una cifra cuando los árabes no respondieron a la anterior. El club español no iba a ser menospreciado otra vez. Tenía que ser la entidad francesa la que diera el primer paso para negociar. En esa hipótesis, la casa blanca manifestaría primero que todavía estaba esperando una contestación de la oferta anterior.
Los árabes, orgullosos, sabían que su comportamiento fue nefasto hace dos años. Y con el mismo orgullo se negaron a llamar ahora. Este es un litigio que muchos no entienden pero que es fundamental para entender el proceso. Al-Khelaifi quiso ridiculizar al Real Madrid con aquel silencio. No volverían a darle esa oportunidad. O llamaba porque necesitaban el traspaso o nada. Si Mbappé hubiera dado el paso de pedirlo, habría forzado la operación. Nunca lo ha hecho.
Al-Khelaifi, criticado en Francia
El apartamiento de Mbappé y Verratti, junto a otros profesionales menos famosos, provocó una reacción de rechazo en Francia. Las críticas se produjeron especialmente por la situación de Mbappé. Al-Khelaifi fue señalado socialmente en el país vecino. No podía perjudicar al estandarte de la selección de Deschamps.
El sindicato de futbolistas franceses aprovechó el caso y se pronunció a favor de Kylian. Un sindicato que no abrió la boca hace unos años cuando el propio Al-Khelaifi también apartó a Verratti y a Rabiot al explicar su intención de marcharse. Ambos estuvieron sentados en la grada. Verratti accedió a quedarse y volvió a jugar. Rabiot no renovó y estuvo un año en el dique seco, hasta marcharse libre. El sindicato, entonces, no habló. Ahora ha sido la oposición del pueblo francés la que ha acabado con el destierro de Mbappé. Pero el futbolista tampoco aprovechó la crisis para pedir su transferencia.
Ofertas inglesas inventadas
Al-Khelaifi pensaba que Mbappé quería marcharse al Real Madrid y el dirigente árabe movió a la prensa parisina para filtrar que el Liverpool y el Chelsea querían ficharle. Eran ofertas inventadas. Su objetivo era impedir que llegara al equipo español.
Los dos clubes de la Premier negaron su interés. La única propuesta real llegó de Arabia Saudita: 300 millones para el París Saint-Germain y 900 para el jugador. Mbappé ni contestó. Y continuó sin pedir la operación con el Real Madrid.
El Real Madrid lo tiene firmado
En plena vorágine, sin saber qué hacer, Nasser Al-Khelaifi filtró a la prensa francesa que Mbappé no contestaba porque quizá tuviera firmado un acuerdo con el Real Madrid para 2024, un hecho que es ilegal porque un jugador solo puede firmar con otro club en los seis últimos meses de su contrato, es decir, a partir de enero. Y se dejaba entrever una denuncia del PSG ante la FIFA, sin pruebas. Alucinante. Todas las insinuaciones que surgían desde el París Saint-Germain eran para poner al club madrileño en la diana ¿Cómo iba a llamar el Real Madrid para negociar un traspaso con un enemigo tan poco aconsejable como éste? Imposible.
Por supuesto, la casa blanca no entró al capote de este nuevo ataque, escondido en la cobardía de la publicación por parte de la prensa parisina, sin comillas que pudieran permitir una demanda.
El PSG volvió de la gira asiática y el presidente del club francés dio un vuelco total a su actuación, hecho que evidenciaba la torpeza de su comportamiento.
Luis Enrique quería saber si podría contar o no con Mbappé para la temporada y Al-Khelaifi pasó del palo a la zanahoria. El silencio de Kylian le hizo pensar que quizá se quedara. La estrella no proponía el traspaso al Real Madrid. Todo era muy extraño. Y lo último que quería el presidente del PSG era telefonear a la entidad madridista, a la que criticaba constantemente por detrás.
Ante esta situación, casi surrealista, Nasser anunció que Mbappé volvía al engranaje de la plantilla. Se entrenaría de nuevo con Luis Enrique. El futbolista se había perdido la primera jornada de la Liga francesa, pero disputaría la segunda.
Mbappé jugó media hora del segundo partido liguero y marcó, para ser titular en el tercero. Y decisivo, con dos tantos.
Paralelamente, el dirigente árabe se había acercado a la familia Mbappé. Llamó a Fayza Lamari para limar antagonismos y le anunció que su hijo volvía a entrenarse con Luis Enrique. Lo que recibió a cambio fue el rapapolvo de la madre. Fayza le exigió que pidiera perdón por haberle tratado como un perro, al apartarle de la plantilla.
Tres años y 700 millones
No sabemos si Al-Khelaifi pidió perdón. Lo que sí sabemos es que a lo largo de dos semanas ha entregado a Fayza Lamari dos propuestas de renovación. Le ha ofrecido 700 millones por tres temporadas.
Mbappé no ha contestado hasta hoy al París Saint-Germain. No ha renovado. Pero pocos creen que aguante todo un año sin renovar para marcharse libre en julio de 2024. La presión de los árabes será enorme a lo largo de estos diez meses.
Al-Khelaifi esgrimió ante su madre que ha echado a Neymar, como su hijo pidió, y que ha fichado un ramillete de futbolistas muy importantes para hacer un gran conjunto. Es lo que Kylian exigía. Una plantilla más potente con el reto de ganar la Champions y en la que Mbappé sería el eje. Ha hecho todo lo que él solicitaba para que selle un nuevo contrato.
Florentino Pérez siempre ha manifestado que Kylian Mbappé era un objetivo para 2024, cuando quedara libre dentro de diez meses. Incluso la figura francesa puede firmar por la empresa madridista el primer día de enero un contrato que entraría en vigor seis meses más tarde. Será la última opción para aterrizar en el equipo más laureado del mundo.
Será la última oportunidad porque si renueva por el París Saint-Germain todo se acabó. Y en caso de no rubricar un nuevo acuerdo con la entidad parisina, el Real Madrid si deseará que firme con la casa blanca en enero. No admitirá más retrasos. Porque la gran verdad es que Mbappé ha decepcionado al madridismo al no aprovechar la gran ocasión que ha tenido de venir ya al fútbol español. Al-Khelaifi se lo puso en bandeja al exigirle el traspaso para obtener un dinero para la entidad que preside y el futbolista no ha querido.
Extrañó su inmovilismo
Lo cierto es que Mbappé ha vuelto a demostrar que su única prioridad es el «money, money, money», que cantaba Liza Minelli. No ha forzado la situación para ser traspasado este verano al Real Madrid porque deseaba cobrar la prima de fidelidad de 40 millones del mes de julio y los otros 40 millones de prima de lealtad, como la llaman en Francia, que percibirá ahora por haberse quedado en septiembre. Ha dejado claro otra vez más que el dinero supera en su cabeza cualquier valoración deportiva.
En la institución madridista ha extrañado que no aprovechara la debilidad de Al-Khelaifi para pedir abiertamente su traspaso. La prensa parisina, controlada por el PSG, ha expuesto que el futbolista esperaba un paso adelante del Real Madrid. Pero Fayza Lamari y su hijo sabían que el club francés no contestó hace dos años a la oferta blanca y que no se repetiría ese movimiento inicial desde la capital de España. La operación debía partir de la llamada del París Saint-Germain o de la petición de traspaso de Mbappé, que obligaría a negociar a Nasser Al-Khelaifi. La estrella no se ha movido. Mala señal.
Delphine Verheyden le propuso marcharse hace dos veranos y ahora persistía en esa petición. Kylian se ha negado de nuevo. Pensar en su llegada con la carta de libertad dentro de diez meses parece increíble. Ha decidido perder otro año sin jugar en el Real Madrid. Ya nadie le cree. Y el batiscafo comienza a mirar hacia Haaland. Su agente, la señora Pimenta, heredera del inolvidable Mino Raiola, siembra el camino para que la casa blanca llegue a su puerta. Ya ha enseñado su patita blanca. Y Haaland ha adelantado a Mbappé en el escalafón. Parece que el francés no se ha dado cuenta, borracho de millones.