El adiós de Vilda, el campeón que resistió al motín de 15 jugadoras, pero no a la corriente contra Rubiales
El entrenador que ganó el Mundial es despedido porque la Federación consideraba imprescindible para una nueva etapa de tranquilidad y unión
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Cuando el domingo 20 de agosto Jorge Vilda ganó el Mundial femenino desde el banquillo ni él ni nadie se podría imaginar que 16 días después fuera destituido. El mayor éxito en la historia del fútbol español acaba con el presidente y el entrenador fuera de sus cargos. Lo hace por el comportamiento del primero y por la corriente que viene tras ello, que es lo que se lleva por delante al técnico.
Ocho años al frente de la selección femenina se acabaron este martes cuando Pedro Rocha, el presidente interino de la RFEF, le comunicó a Jorge Vilda que se tenía que ir, que le echaban. Él ya lo sabía (no oficial) desde la semana pasada cuando Rocha reforzó a Luis de la Fuente, pero no a él. Punto y final para Vilda, que resistió a una revuelta sin precedentes, a un motín muy duro, pero no pudo seguir con la corriente contra Luis Rubiales.
La propia Federación vincula la destitución de Vilda con «medidas de renovación» en esta etapa de la RFEF. Es lo que quiere impulsar Pedro Rocha, que quiere desligarse de la etapa de Rubiales a pesar de haber sido su vicepresidente los cinco años, hace este movimiento para calmar a las jugadoras y para mostrarles con hechos que todo va a cambiar. Cabe recordar que las futbolistas renunciaron a ir con la selección si seguían «los actuales dirigentes». No nombraron a Vilda en ningún momento, pero sí estaba encima de la mesa como petición para la renovación total de la selección.
No hay argumento deportivo para destituir al técnico madrileño. Al contrario, en todo caso lo habría para renovarle. Otra cosa es que fuera de la manera en la que lo anunció Rubiales: por cuatro temporadas con un sueldo de medio millón de euros al año (cifra nunca vista en el fútbol femenino). Pero en lo puramente futbolísticamente no hay razones.
Sin rastro de Rubiales
Que esta RFEF eche a Vilda se debe a la corriente contra Rubiales o para ser más exactos contra todo lo que suena o recuerda a Rubiales. Todos se suben ahora a terminar contra la herencia que pudo dejar el de Motril y de ahí que jugadores, Luis de la Fuente, federaciones territoriales y todo el que pudiera tener algo que ver se vayan alejando del pasado. Vilda como tal también lo hizo – afeó su «comportamiento impropio»– pero no llegó a desligarse de Rubiales como el resto. Y eso le condena ahora.
Es curioso que Vilda caiga por esto, para que no haya rastro de la etapa anterior, cuando ha ganado el Mundial y cuando en el campo demostró que aguantar fue todo un acierto. Y resistir también frente a aquel motín (del que ahora se cumple un año) en el que 15 jugadoras renunciaron a España para que echaran al propio Vilda. Ellas no lo consiguieron –principalmente porque utilizaron la peor vía, la del chantaje– y un año después sí ocurre por asuntos bien diferentes.
Esas jugadoras que renunciaron a España estarán hoy contentas y listas para regresar. No tardarán mucho en mostrar su disponibilidad. Es un triunfo en diferido pero no por lo que ellas querían sino por otros argumentos, bien diferentes. Estas futbolistas se creyeron su idea de que con Jorge Vilda no se ganaría nada, que era imposible hacer algo grande y el tiempo dio y quitó razones: con Vilda se ganó el Mundial, torneo en el que no estaban ellas.
La revuelta no pudo con el entrenador, que tras ganar el Mundial salió muy reforzado porque su método y su plan táctico triunfo. Incluso tuvo que escuchar que la victoria llegó por la autogestión de las jugadoras cuando la realidad es que Vilda supo manejar los momentos complicados. En la final le dio un baño táctico a Sarina Wiegman, seleccionadora inglesa y mejor entrenadora de Europa. Y eso al menos se lo lleva Vilda como legado.
Vilda cae porque en esta etapa post Rubiales su delfín Pedro Rocha quiere distanciarse y calmar las aguas de la selección. Y entiende que para que haya tranquilidad y para que las futbolistas vuelvan (renunciaron todas, las de antes y las de ahora) echar al entrenador era imprescindible.