La imparable purga en la RFEF y los cuatro despidos de unas futbolistas que triunfan con su venganza
Para que las jugadoras disputarán los partidos de la selección había que cumplir unas exigencias: despidos de altos cargos que nada tienen que ver con mejoras en las condiciones futbolísticas
La concentración de la selección española femenina ya terminó (las jugadoras están ya con sus clubes), pero no las consecuencias para que estas futbolistas defendieran a España en los dos partidos jugados. Para jugar con el combinado nacional pusieron unas exigencias y la Federación, acorralada por ellas y por el Gobierno, les puso en bandeja las cabezas que pidieron.
Pablo García-Cuervo, director de comunicación de la RFEF, fue despedido este viernes dentro de la enorme e imparable purga que las jugadoras exigieron hace ya unos días, especialmente en aquella larga reunión de madrugada en Valencia.
García-Cuervo, profesional que cuenta con el apoyo de los jugadores de la selección masculina (a los que no se les pide opinión a diferencia de las jugadoras), ha sido el cuarto purgado por las exigencias de las futbolistas. ¿Queréis que juegue con España? Pues hay que despedir a este trabajador, al otro y al otro. Ese es el resumen. Y así han caído también Andreu Camps, secretario general, Miguel García Caba, jefe del área de Integridad y Jorge Vilda, seleccionador femenino, aunque este último defienden las jugadoras que ni lo pidieron.
Evidentemente las futbolistas alegan cosas serias para que estas personas hayan sido despedidas. Hablaron de que no se sentían «seguras» en esa Federación y de «actos denigrantes». ¿Cuáles? Más de 15 días después seguimos sin saberlo. A nivel público estas jugadoras no han dado ningún ejemplo, aunque la información que tiene El Debate es la de que señalan (para despedir) a quienes no protegieron a Jenni Hermoso tras el beso, a quienes supuestamente presionaron a la jugadora (algo que se juzga estos días en la Audiencia Nacional) para que saliera en defensa de Luis Rubiales y a quienes consideran que son 'rubialistas' de primer orden.
En esto último la definición le viene perfecta a Camps, que era la mano derecha del expresidente, su perfecto complemento. Andreu Camps era una extensión de Rubiales. A García Caba le pasa lo mismo: era otro de los 'rubialistas' más visibles y clave en el engranaje de esa Federación. Fue quien firmó el informe interno de la Federación en la que no veía nada grave el caso del beso de Rubiales a Jenni Hermoso, algo que dejaba en mera anécdota. A García Cuervo le señalan por su participación por supuestamente inventarse las declaraciones de Jenni Hermoso tras el beso. Según ha declarado Patricia Pérez, jefa de prensa del combinado nacional, Hermoso sí dio ese consentimiento a las palabras difundidas por la RFEF y era conocedora de ellas, por lo que Cuervo no se inventó nada. Pérez, en la Audiencia Nacional, también denunció presiones para que Hermoso suscribiera que el beso de Rubiales fue consentido.
Como ya contamos en El Debate las jugadoras –no todas, pero sí la mayoría, especialmente las del Barça, por eso la generalización– buscaban en la renovación de la Federación una venganza. No les valía con mejoras futbolísticas que por supuesto deben tener. No les valía con esa mejora en la profesionalización de las estructuras federativas que nadie discute. Tampoco les valía cambiar hábitos claramente erróneos, como los viajes en autobús o de madrugada denunciados por Alexia Putellas. Claro que eso se debía cambiar. Incluso tampoco les vale con la equiparación salarial que Luis Rubiales impulsó hace ya año y medio, que entre otras cosas ha derivado a que en proporción por lo generado ganen muchísimo más dinero que los hombres.
Lo que querían con sus exigencias es que en la Federación (que tendrá elecciones en el primer trimestre de 2024) no quedara ninguna de las personas que trabajaron y fueron nombradas por Luis Rubiales. Una purga total en áreas que nada tienen que ver con las mejoras futbolísticas como exigencia para disputar encuentros con la selección. Un chantaje que ahora sí salió bien, justo cuando se cumplía un año del chantaje de las 15 que no fue fructífero y que derivó en un Mundial ganado.
No se niega aquí que las futbolistas puedan tener razón. Por supuesto que pueden tenerla y que deben mejorar sus condiciones. Pero bien harían en decir qué hizo con exactitud cada uno de los despedidos para que la sociedad española en general comprenda la honestidad de sus exigencias.
Así, la purga en la Federación sigue. Es imparable. Con la excusa de una etapa de «renovación» ya han caído cuatro personas y se les sumará alguna más en próximas fechas. Se hace para que la selección jugara estos últimos partidos con estas jugadoras. Era o echar a estas personas o que no disputaran los encuentros. La RFEF lo. A finales de este mes de octubre habrá una nueva concentración y a ver si por entonces las jugadoras han explicado por qué había que despedir a estas personas y que cuáles son esos «actos denigrantes» y por qué no se sentían «seguras» en la Federación.