Neymar: la quiebra de una promesa incumplida
Llamado a suceder a Messi y Cristiano Ronaldo, las lesiones, su marcha a París y una extraña escala de prioridades le han alejado de la cima futbolística
Neymar da Silva Santos Júnior nació con un don. Una capacidad para jugar al fútbol que millones de niños a lo largo y ancho del planeta solo pueden imaginar. Como contraposición, a ese don le acompañó una condena. Neymar es uno de los futbolistas más perjudicados por la era de las redes sociales. La sobreexposición mediática de un jugador condenado al juicio eterno. Si Neymar hubiese jugado, pongamos, hace 40 años, el recuerdo de su fútbol sería un constante motivo de alegría, de ensalzamiento del pasado, de recuerdos felices. Porque su juego ha sido, por encima de todo, divertido, jovial.
Pero Neymar no dejará un recuerdo imborrable en una amplia mayoría de aficionados al fútbol. Su talento es innegable, pero decisiones de carrera, las constantes lesiones que ha sufrido en momentos decisivos, y el haber decidido apartarse del foco mediático en su decisión de fichar por el Paris Saint-Germain han provocado esto. Ahora, con 31 años y ya habiendo dejado el fútbol europeo atrás, acaba de sufrir la lesión más grave de toda su carrera: rotura de ligamento cruzado anterior y menisco. ¿Volverá a competir a un gran nivel? ¿Se ha acabado, ya para siempre, Neymar? Son preguntas sin respuesta. Las lesiones han mermado de manera clara a un jugador generacional, el llamado a suceder la era Messi y Cristiano Ronaldo, dejando el imaginario de los aficionados con ganas de más.
Origen en Brasil
Neymar se formó y debutó en el Santos, el club de Pelé. Su etapa en Brasil, que duró desde 2009 cuando debuta con 17 años hasta 2013, fue un rara avis. Algo de otro tiempo, previo a la Ley Bosman. Esa Ley, que vio la luz en 1995, pasó a permitir a los equipos con más dinero contratar a los mejores jugadores. Esto también influyó negativamente en las canteras de jugadores jóvenes de cada país. Si hasta esa fecha Brasil y Argentina eran dos de las mejores ligas del mundo, fruto del infinito talento que esos países producen, a raíz de esto pasaron a verse saqueadas. Los jugadores jóvenes que llamaban la atención atraían las miradas de los mejores clubes europeos eran fichados a muy temprana edad, abandonando su hogar y su liga nacional. Los casos de Vinicius, Rodrygo o Endrick están ahí. Con Neymar se produjo una excepción extraña. Todo el mundo sabía que era buenísimo, bastaba con verle, pero duró cinco años en Brasil, dándole una Copa Libertadores a su club y haciendo las delicias de los fans. En la Copa Confederaciones 2013, en la que Brasil se impuso a España en la final, Neymar ya era el mejor jugador de su selección y seguía jugando en Brasil. Algo impensable en esta era.
Llegada a Europa y Mundial 2014
En 2013, inevitablemente, la llamada europea llegó. Fue el Barcelona, en un traspaso para nada exento de polémicas. Su primera temporada le costó, en aquel Barcelona del Tata Martino. Empezó a sufrir el calvario de las lesiones con una en el tobillo que le hizo perderse más de un mes de temporada. En total, disputó 41 partidos esa temporada, aportando 15 goles y 11 asistencias.
Ese verano era el Mundial de Brasil. La gran cita. La canarinha no contaba con una gran generación, pero jugaba en casa y las expectativas eran altísimas. No se podía fallar. Ney llegó a esa cita con apenas 22 años, un chaval aún, pero los sueños y esperanzas del país estaban sobre sus hombros. Rozaron la catástrofe contra Chile en octavos de final, y en los cuartos, ante Colombia, llegó la peor noticia; lesión vertebral de su estrella. La maldición surgía. Llegaba una gran cita y Neymar no la podría jugar por problemas físicos. En esas semifinales, ya sin Neymar, Brasil encajó el famoso 7-1 ante Alemania.
Triplete y Juegos Olímpicos
Tras eso llegó un respiro, su temporada más alejado de las lesiones. El Barcelona construyó un tridente de ataque temible con el propio brasileño, Leo Messi y Luis Suárez. Eran imparables y, de la mano de Luis Enrique, conquistaron el triplete, con gol de Neymar en esa final ante la Juventus de Turín. Tenía 23 años, era un torbellino de jugador y se acababa de proclamar campeón de Europa a nivel de clubes. El cielo era el límite. Ocho años después, esa Champions sigue siendo la única en el haber del astro brasileño.
Neymar decidió abandonar Barcelona, buscando construir su relato en solitario
A nivel de selección, Neymar participó en la Copa América 2015, pero una expulsión en un partido de la fase de grupos ante Colombia, donde se montó una tangana tremenda, le hicieron perderse el duelo de cuartos de final ante Paraguay donde su selección cayó por penaltis. La Copa América de 2016 no la disputó, prefirió enfocarse en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y logró el oro al batir por penaltis a Alemania en la final.
En el Barcelona, el equipo seguía con su delantera temible, pero se les negó la gloria europea; primero por el Atlético Madrid en 2016 y luego por la Juventus en 2017. Neymar jugaba muy bien y el equipo, a nivel de juego, era cada vez más suyo, quitándole poder y responsabilidades a Messi. Pero a nivel mediático no era así. En la famosa remontada (6-1) ante el PSG en 2017, Neymar fue el líder en el campo, el gran artífice en un partido gris de Messi. Pero la foto se la llevó Leo. Ese día, Neymar decidió abandonar Barcelona, buscando construir su relato en solitario.
Llegada a París
Su llegada a París fue una revolución, un signo del cambio de los tiempos, de los nuevos ricos. En su primera temporada, con Unai Emery como entrenador, Neymar volaba sobre el campo. Era un jugador divertidísimo de ver, con plena libertad en un equipo construido por y para él. El gran objetivo era la Champions, y los parisinos se cruzaron con el Real Madrid de Zidane en octavos. La ida, en el Bernabéu, fue un partido igualado, en el que el PSG se adelantó pero pagó su planteamiento atrevido y su poca experiencia mental en la competición; ahí el Madrid es el rey. En los últimos diez minutos, dos goles blancos decantaron la eliminatoria. El partido de vuelta era la gran prueba de fuego de Neymar, su oportunidad de mostrarse al mundo...pero se lesionó. Fractura metatarsiana el 26 de febrero. No jugó, por supuesto, la vuelta, en la que su equipo cayó eliminado, y llegó en un estado renqueante al Mundial de Rusia.
Ese Mundial era la gran oportunidad de Brasil, llegaban como favoritos, pero las lesiones les fueron debilitando. Neymar jugó a medio gas y no pudo evitar la lesión en cuartos de final ante Bélgica.
La temporada siguiente, la 18/19, siguió unos parámetros similares. Neymar era el líder del equipo, deslumbraba en Francia, pero cuando llegó la hora de la verdad se lesionó. De nuevo fractura metatarsiana. El PSG cayó en octavos ante el Manchester United y, posteriormente, una rotura de los ligamentos del tobillo dejó a Neymar sin Copa América, una que Brasil venció.
Las continuas lesiones afectaron física y futbolísticamente a Neymar
Reinvención y apogeo
Las continuas lesiones afectaron física y futbolísticamente a Neymar. Perdió velocidad y, el cambio de ritmo tras regate, la marca distintiva de su fútbol, perdió eficacia. Tenía que reinventarse. De ser un regateador a un creador de juego, impulsando su visión y capacidad pasadora. Seguramente será esto lo que quedará como la característica más infravalorada en el juego del brasileño, que fue un generador de juego tremendo, a la altura de los mejores. En las dos temporadas siguientes, la 19/20 y la 20/21, las lesiones, en momentos clave, le dieron un respiro. En la primera de esas temporadas, que coincidió con el confinamiento por la pandemia, el PSG llegó a alcanzar la final de la Champions, pero, con Verratti lesionado y Mbappé tocado, se quedaron cortos ante el Bayern Múnich. La temporada siguiente se vengaron de los alemanes pero, en semifinales, de nuevo sin poder contar con Mbappé, cayeron ante el Manchester City. Ese mismo verano pudo disputar, al fin, una Copa América, con Brasil perdiendo la final en casa ante Argentina. Esos dos años, seguramente fueron el culmen de la carrera de Neymar, donde dejó sus dos mejores partidos: ante la Atalanta en los cuartos de final de la Champions 2020 y la vuelta ante el Bayern en 2021. Esos partidos mostraban una versión ya madura de su juego, de futbolista total. Rozó la gloria pero, por unos motivos u otros, no fue suficiente, el premio gordo se escapó.
Declive
En verano de 2021 se reencontró con Messi en París, pero el equipo ya no le pertenecía a él, tampoco al argentino, sino a Kylian Mbappé. Dos eliminaciones en octavos en los dos años que duró ese proyecto (ante Real Madrid y Bayern Múnich), no son un bagaje alentador. Su fútbol, ya sí, fue perdiendo frescura e imaginación. Las lesiones también siguieron allí. Llegó a la Copa del Mundo de Qatar con todas las expectativas puestas, pero se lesionó en el primer partido y no pudo regresar hasta octavos. En cuartos, ante Croacia, marcó un golazo que parecía darles la clasificación, pero acabaron cayendo en penaltis. La gloria se le volvió a escapar. Finalmente, este verano abandonó París y Europa para marcharse a Arabia Saudí, al Al-Hilal.
Ahora, con apenas unos partidos disputados con el conjunto árabe (llegó lesionado), le llega la lesión más grave de su carrera. El club saudí realizó un esfuerzo económico gigantesco para incorporarle, y ahora se encuentra con que esta fuera del resto de la temporada. Neymar firmó un contrato de dos años y el paquete salarial que puede llegar a cobrar ronda entre los 300 y los 400 millones de euros. Ahora, con una lesión que va de los siete a los diez meses de recuperación, se abren las dudas. ¿Qué hará Al-Hilal con ese contrato faraónico? ¿Volverá Neymar? Parece que su objetivo es disputar la Copa América del próximo verano, pero los plazos son muy apurados. Quien otrora fue el jugador más prometedor del mundo ahora es una carga, un contrato millonario que ata a su club. De consumarse una vuelta a los terrenos de juego, incluso admitiéndolo a diversa escala, Neymar simbolizaría una lección que derramar a los cientos de lesionados que están por caer. Aunque solo sea para demostrar que Neymar no es su contrato, sino la estrella que un día se lo ganó.