España divierte y después aburre en la intrascendente victoria en Chipre

Ya se lo podían haber dicho a Clemente. Se podía ganar en Chipre y sin despeinarse. Ya saben (o se lo recordamos), aquella derrota en Chipre en 1998 que fue cuestión nacional y que acabó con la etapa del vasco en la selección.

España ha cambiado mucho. En fútbol también. 25 años después se va a cualquier lugar como si estuvieras de local. El fútbol sí que está globalizado y ya no hay ambientes infernales en contra. También es verdad que este encuentro no valía para nada. La selección ya estaba clasificada para la Eurocopa 2024 y este duelo sobraba. El equipo de Luis de la Fuente lo ha ganado (1-3) y a otra cosa.

Habrá quien diga que sí que había algo en juego: ser primeros de grupo. Es verdad. Y ya lo somos (Escocia perdió en Georgia). Eso da ser cabeza de serie en el sorteo de la Eurocopa. Pero que esto no valía para nada lo dijo el propio Luis de la Fuente con un once novedoso en el que dejó fuera de la convocatoria a Rodri, mejor jugador español. Y metió a David Raya en la portería con el debutante Grimaldo en la banda, Zubimendi en el centro del campo y Lamine Yamal arriba. Y ante la lesión de Oyarzabal también debutó Riquelme.

Todo fue muy fácil. Cómo no lo iba a ser. Incluso la victoria supo a muy poco porque era para golear por aplastamiento, pero entendible que no hubiera más goles porque España no tenía ninguna necesidad para ello. Clasificada, era jugar y a otra cosa.

Y eso que la cosa empezó bien. En el minuto 5 a Lamine Yamal le llegó un balón al segundo palo y en vez de hacer lo fácil optó por lo difícil: regateó al portero, después al defensa (los dos se vendieron muy pronto) y para dentro. Otro gol(azo) con la selección de un chaval que tiene 16 años.

A lo que ya era un dominio se sumó con otro gol Oyarzabal, aprovechando los minutos que le da tener el liderazgo de la Real Sociedad, el equipo que más jugadores aporta a esta selección. Le anularon el gol por fuera de juego, pero tras varios minutos desde el VAR se dieron cuenta (con su tiempo, había que sacar la escuadra y el cartabón) que era legal.

Era tan fácil para España que se hacía aburrido. Remató Zubimendi –otro de la Real– al palo y la respuesta fue un gol de Joselu, que remató sin oposición un centro al segundo palo. El delantero gallego es ya el máximo goleador de España en la era De la Fuente, único jugador que ha jugado algún minuto con la selección en todos los duelos que ha dirigido el técnico riojano.

La buena gente chipriota hacía la ola y eso que perdía 0-3. Esa imagen representaba un encuentro intrascendente, aburrido desde la media hora de juego, sin nada que contar más allá de una posesión insultante y alguna otra ocasión de una España que ya aceptó que los tres goles valían, que no merecía la pena marcar más goles. Se dedicaron a pasar el balón para evitar alguna lesión como la de Oyarzabal.

Marcó Chipre, fiesta nacional en la isla. Pileas apareció en el área y rompió la racha de imbatibilidad de la selección. Aplaudimos aquí el criterio del árbitro, que por mucho que le enseñaran desde el VAR una falta previa a Gavi, decidió que no, que no había falta. Y es que no la había pero desde el videoarbitraje, a cámara lenta, quieren ver absolutamente todo.

Y final –menos mal– para un encuentro que no vale para nada y que no se recordará ni mañana. Todo lo contrario a aquel 3-2 con el que Clemente tocó fondo y dividió a un país. Ahora lo divide el presidente del Gobierno. España, como decíamos, cambió mucho.