El cabreo de Aitana Bonmatí con Montse Tomé y lo que se esconde en la selección femenina
La jugadora, bajo una apariencia de tranquilidad, no aceptó las órdenes de su entrenadora en el mejor reflejo de lo que piensa ella y otras futbolistas: Tomé no es la seleccionadora que quieren
Cuando una paz se consigue por obligación y no por convicción la tregua en algún momento puede romperse. La selección española femenina está en ese contexto ahora. Hay paz porque se obligó a que lo hubiera. Fue por los acuerdos de la larga madrugada de Valencia, aquella en la que las jugadoras consiguieron casi todo (despedir a muchos trabajadores considerados 'rubialistas', principalmente) pero también tuvieron que ceder sus movimientos internos contra la entrenadora Montse Tomé.
A la mínima se sabía que habría algún enfrentamiento. Y esa mínima se comprobó en Pontevedra hace unos días. Aitana Bonmatí, mejor jugadora del mundo y brújula futbolística de la selección, tuvo un encontronazo y un momento de tensión con Montse Tomé, que hay que recordar (porque así lo hacen las jugadoras del equipo) que fue la número 2 de Jorge Vilda.
Las jugadoras –cuando hablamos de las jugadoras/futbolistas nos referimos especialmente al bloque que manda en el vestuario liderado por las que protagonizaron la primera renuncia en septiembre de 2022– no creen en Tomé. Ni creen en ella ni quieren que esté en el cargo. Nunca les llegó a convencer y desde el primer día intentaron poner una persona más cercana a ellas como han logrado con Markel Zubizarreta, el nuevo director de fútbol femenino de la RFEF que fue hasta hace poco el arquitecto del éxito en el Barcelona.
La versión oficial de lo ocurrido en Pontevedra es que la futbolista del Barcelona no se encontraba al 100 % para jugar la segunda mitad del duelo ante Italia y por eso pidió el cambio. No jugó la segunda parte. El asunto es que lo avisó tarde o el cuerpo técnico se enteró tarde. Ahí está la duda, la diferencia entre unos discursos y otros. Eso provocó el esperpento de jugar el primer minuto de la segunda mitad –con gol en contra– con una jugadora menos. Pero esto pasó –y es fundamental en la historia– después de ese encontronazo entre Aitana y Montse en la que la primera se situó por encima de su función de jugadora y no aceptó las órdenes de su entrenadora.
Dos días después, el domingo, Aitana no entrenó con el resto de compañeras. Según ha podido saber El Debate no tenía ninguna lesión (por lo que no tuvo molestia física en el descanso del partido) aunque sí se encontraba con algún problema (tipo fiebre). Sí se ejercitó el lunes. El asunto como tal no es tan grave, la derrota por mucho que sea la primera tras el Mundial no tiene trascendencia, pero sí que indica que hay futbolistas (no solo Aitana) que no aceptan la jerarquía de Tomé y no están dispuestas a obedecer algunas órdenes.
Las futbolistas, insaciables en sus exigencias, tuvieron que aceptar que la asturiana siguiera en el banquillo porque forma parte de los acuerdos a los que llegaron con la RFEF de Pedro Rocha. Eso sí, no olvidan que Tomé convocó a 20 jugadoras que habían mostrado su deseo de no ser convocadas, provocando todo el show mediático en la concentración de septiembre.
Con todo ese contexto hay algunas jugadoras que no ven a Montse Tomé como una figura superior y tampoco como alguien que les pueda dar indicaciones. Eso es lo que ocurrió en el vestuario del estadio de Pasarón de Pontevedra. La entrenadora tuvo la osadía –entiéndase la ironía– de ejercer de lo que es y abroncó a Aitana por una jugada de la primera parte en el duelo ante Italia. Eso no gustó a la ganadora del Balón de Oro, que bajo esa apariencia de tranquilidad en este caso no aceptó que su entrenadora le corrigiera.