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Los jugadores del Real Madrid protestan al colegiado Gil Manzano el gol anulado en el último momento del encuentroEFE

El Comité Técnico de Árbitros admite que Gil Manzano se equivocó en Mestalla, pero la Federación no anuló el castigo

El colegiado ha sido sancionado internamente y los comités disciplinarios de la FEF no quitan la roja al futbolista inglés para no desautorizarle aún más

Es otro de los grandes problemas del fútbol español. Los poderes son endogámicos, se protegen unos a otros y con tal de no dejar en evidencia a un compañero se confirman las injusticias. La Federación, Española de Fútbol, sus comités disciplinarios y el Comité Técnico de Árbitros saben que la expulsión de Bellingham en Mestalla fue una injusticia supina que agravó el error de anular su gol, pero el poder sancionador del órgano que preside Rocha no ha querido desdecir todavía más a Gil Manzano y ha mantenido la tarjeta roja al inglés, de manera que en Pamplona cumplirá su segundo partido de castigo por decirle al colegiado que su cabezazo certero era un «jodido gol».

El Real Madrid alucina ante la sarta de errores arbitrales cometidos en su visita a Valencia y sobre todo por la reacción protectora de la Federación y sus comités, que refuerzan los fallos protagonizados por Gil Manzano al reafirmarlos con la suspensión al jugador. El líder fue privado de una victoria, de dos puntos y por exigirlos vio cómo su estrella veía la tarjeta roja.

Doce expulsiones por partido

La indignación del madridismo ante los arbitrajes que sufre su equipo ya es perenne. Se ha dado cuenta que no son errores aislados sino que son consecuencia de una guerra abierta entre la Federación, que tapa el Barçagate que le afecta gravemente en su seno, y el Real Madrid, que denuncia la mayor corrupción arbitral histórica del fútbol europeo.

El mundo madridista no para de comentar que no se puede echar a un jugador por expresar que un gol es «un jodido gol». Según el baremo aplicado por Gil Manzano, en cada partido habría una docena de expulsiones, pues todos los futbolistas dicen a un árbitro que «es gol», o que «no es fuera de juego», o que «es penalti». Si se juzga el énfasis de Bellingham al exponerle a Gil Manzano que era un «jodido gol», podría haberle mostrado una tarjeta amarilla y ya está. Pero en su pérdida de papeles absoluta, metáfora de los papeles de Negreira perdidos inocentemente en la sede federativa, Gil Manzano quiso confirmar su decisión de anular el 2-3 del Real Madrid con la expulsión del número cinco madridista. Doble fallo grave y la hecatombe.

Sí, fallamos, pero no lo reconocemos públicamente

La Federación, Medina Cantalejo y el Comité Técnico de Árbitros asumen que Gil Manzano se equivocó en todo en los últimos dos minutos del encuentro de Mestalla, pero no lo expresan públicamente. Admiten que falló al anular el gol cuando había permitido la continuidad de la jugada y erró también en la tarjeta roja, producto de su calentamiento mental ante la presión de los futbolistas del Real Madrid. Pero nunca lo dirán en público

El colmo de mirarse al ombligo es que los Comités de Competición y de Apelación subrayaron la cartulina roja a Bellingham con dos encuentros de suspensión. No quisieron desautorizar al árbitro. Lo han querido proteger. Es ridículo. Lo ha desautorizado internamente el propio Comité arbitral que preside Medina Cantalejo al dejarle un mes en la nevera, sin pitar.

El madridismo se cuestiona por qué se castiga al centrocampista inglés con dos encuentros si el colegiado es sancionado internamente por Medina Cantalejo y sus ayudantes. Nunca tendrán contestación. En la Federación y en el Comité Técnico de Árbitros todos los trapos sucios se lavan en la sala negra del VAR, a oscuras, fuera de los ojos externos, aunque sus decisiones queden patentes públicamente para los clubes y en este caso para el Real Madrid con la «suplencia» obligada de Gil Manzano durante un mes, como mínimo.

Cúmulo de fallos graves

En el Real Madrid analizan que el buen rendimiento de su plantilla ha evitado la gravedad ejecutiva de tantos fallos arbitrales, pero en otra situación estos errores habrían significado una influencia decisiva en la Liga. En el Sánchez Pizjuán se anuló otro gol reglamentario a Bellingham en una jugada que De Burgos Bengoetxea permitió y que anuló posteriormente para interesarse por Ocampos, tendido en la hierba. De Burgos fue metido en la nevera. En el derbi del Bernabéu hubo tres penaltis cometidos por el Atlético que el VAR ni juzgó. Y en Mestalla soportó otro desastre arbitral.

Dos neveras, a De Burgos y Gil Manzano, y un perjudicado

La reacción de la Federación y de Medina Cantalejo ante todos estos despropósitos es apartar durante un mes a De Burgos Bengoetxea y a Gil Manzano, pero apoyar sus decisiones por nefastas que sean.

Ante la sarta de perjuicios al Real Madrid, que descubren la guerra entre ambas entidades por la postura antagónica frente a la trama del BarcaGate, la huida hacia delante de Rocha, el presidente interino que cobra 675.000 euros anuales, es expedientar al Real Madrid por emitir en su televisión todos estos tsunamis arbitrales.

Seamos francos: los árbitros, Medina Cantalejo y el propio Rocha se lo ponen a huevo a Real Madrid TV. Solo televisan todos los fallos morrocotudos que cometen contra su club. Y la reacción a esos errores arbitrales es confirmar dos partidos de suspensión a Bellingham.