El Real Madrid quiere jugar en Mánchester con el carácter que permitió el 0-4 al Bayern de Guardiola
Los veteranos del vestuario madridista jalean al grupo con la necesidad de ganar en Mallorca y de acudir al Etihad con la personalidad que forjó aquella victoria en Alemania
Ancelotti hará pocas rotaciones en Son Moix porque el equipo es consciente de jugarse la Liga
Cinco días que harán historia. Cinco fechas en las que el Real Madrid se juega la Liga y la Champions a domicilio, solo ante el peligro, al borde del bien y del mal, ante dos rivales que le tienen inquina, de Maffeo a Guardiola pasando por Raillo. Las visitas al Mallorca y al Manchester City han suscitado el diálogo interno de los futbolistas en la cocina blanca. Es en los momentos difíciles cuando surge el ADN Real Madrid. Los capitanes lo saben y desean quitar tensión a los jóvenes, que les escuchan con atención.
Güler nunca ha vivido esto. Ni Fran García. Es la hora de la verdad, la que marca el reloj Real Madrid. Toca zafarrancho de combate.
Los jugadores veinteañeros escuchan a los más viejos del lugar. Es la historia del club, que se repite periódicamente. Todo lo bueno que han hecho a lo largo del año puede quedar fundido si fallan en estos dos sitios. Es la dura ley del fútbol. Se les juzgará al final por el último resultado, el definitivo. Así se escribe la historia del Real Madrid. Y su leyenda.
El madridismo piensa que Ancelotti hará media decena de rotaciones en Mallorca, dando prioridad al duelo de la Copa de Europa, pero no será así. El italiano quiere ganar el campeonato español y no hará tantos cambios.
El radar está en Mallorca
Carlo ha hablado con sus pupilos y les ha dicho que el City está ahora fuera del radar. El encuentro de Mánchester centrará sus pensamientos el sábado por la noche. Hasta entonces, lo único importante es vencer en Son Moix. Las palabras son claras en la cocina de Valdebebas: «Nos jugamos la vida en Mallorca. No ganar sería un drama».
La plantilla madridista sabe que doblegar al Mallorca permitirá recibir al Barcelona con la ventaja de ocho puntos como mínimo, a expensas de lo que haga el equipo de Laporta en Cádiz. Para los blancos perder este sábado podría suponer que los azulgrana se situaran a cinco puntos, con la presión externa que provocaría esa hipótesis.
Carlo desea que sus jugadores estén centrados en el partido de hoy en Palma y pretende dejar la Liga bien colocada con vistas al clásico que se atisba en lontananza. Un buen resultado en la isla será una inyección extra de moral para abordar antes el torneo fetiche de la empresa, la Copa de Europa.
En Mánchester, sin nadie que crea en nosotros
Terminada la batalla de Son Moix, porque Aguirre hace de cada partido una guerra, el grupo de Carlo ya se concentrará en la Champions. Eliminar al City es una misión que muchos madridistas ven muy complicado, casi imposible. En el vestuario de Valdebebas se rememoran otras situaciones críticas superadas con éxito como vitamina mental y real para conseguir ese reto.
Los más veteranos identifican esta situación con aquella semifinal legendaria camino de la Décima. El Real Madrid tenía el partido de vuelta en Múnich, cuando el Bayern era el City de hoy. Una apisonadora. Tras un gris resultado en el Bernabéu, todos daban por muerto al conjunto blanco.
Van a arder los árboles
La prensa y el club alemán hicieron entonces célebre la famosa amenaza con la que calentaron el encuentro en el Allianz Arena: "En Múnich van a arder los árboles”. Ancelotti vivió también aquella realidad y sonrió cuando le preguntaron por esos árboles ardientes un día antes del partido. Solo era fútbol, nada más y nada menos que fútbol.
El resultado de toda aquella parafernalia es que el Real Madrid ganó aquella noche 0-4 al Bayern de Guardiola. Ahora, los jefes del vestuario blanco alientan al grupo para decirles que todo es posible en este club y con estos jugadores, incluidos ellos mismos.
Presión alta, constante y marcaje individual
Criticado por jugar al contragolpe, cediendo el balón a Guardiola, lo cierto es que Ancelotti no se ha inmutado por esas distintas valoraciones. El italiano estaba satisfecho con el sistema de presión alta primero. Luego ese pressing pasó a ser constante en el centro del campo. Y los marcajes individuales en la media y en la defensa, especialmente el de Rüdiger sobre Haaland, fueron eficientes. Los repetirá en el Etihad.
El entrenador madridista opina que el City solo encontró el disparo lejano como solución y le salió bien, pero que su planteamiento táctico era óptimo. Fue su respuesta estratégica en el Bernabéu a la blandura mostrada por sus hombres en la última visita al Etihad. Aquello fue decepcionante hace un año. Ahora impondrá en Manchester el mismo sistema de entrega física que aplicó en Chamartín hace unos días.
El Real Madrid irá a Inglaterra sin nadie que confíe en él. Le pasó ante el Bayern en dos ocasiones. Anelka y Ramos protagonizaron las dos proezas en épocas diferentes. Ahora toca reeditar esos golpes de autoridad.