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Hillsborough, una de las grandes tragedias de la historia del fútbol©RADIALPRESS

35 años de Hillsborough, la mayor tragedia de la historia del deporte inglés

El 15 de abril de 1989, 95 personas salieron de sus casas a ver un partido de fútbol y jamás regresaron. Otras dos más murieron a causa de las heridas. Los ecos de la tragedia siguen resonando en una sociedad inglesa que ha cambiado mucho desde entonces

El deporte, que siempre sirve como una desconexión del día a día y un descanso entre los acontecimientos que le sobrepasan a cada uno, esconde, en algunas de sus páginas más negras, historias que nunca deberían haber pasado, sucesos que convirtieron días festivos en tragedias. Esta es una de ellas.

El 15 de abril de 1989, Liverpool y Nottingham Forest se citaron en las semifinales de la FA Cup en una sede neutral: el estadio de Hillsborough, en la ciudad de Sheffield. Allí, en un intento de dispersar la multitud que se amontonó en las inmediaciones del estadio, la Policía decidió abrir las puertas del mismo, sin ningún tipo de control. Lo que vino fue el desastre. 94 personas murieron ese día, fruto de las avalanchas y los daños sufridos. Días después murió la víctima número 95. En 1993 murió otra más y el pasado 2021, Adam Devine falleció después de estar 32 años luchando contra un daño irreversible en el cerebro que sufrió ese día, dejando un total de 97 víctimas y 766 lesionados. Los ecos de la tragedia siguen resonando en una sociedad inglesa que ha cambiado mucho desde entonces

Monumento a las víctimas de Hillsborough en el estadio de Anfield, en Liverpool

Como siempre, para entender este suceso, cabe detenerse en el contexto histórico, la sociedad inglesa de la época y las circunstancias con las que se llegó a tan aciago día:

En la década de los 80, el hooliganismo está en pleno auge. El fútbol es pasión de masas y los aficionados sufren una mala reputación en la sociedad. En 1985 mueren 39 personas en el Estadio de Heysel, en Bruselas, en la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus, a causa de una avalancha de aficionados provocada por un incidente entre los hinchas más radicales del equipo inglés y un grupo de espectadores del club italiano. 32 de los fallecidos eran de Italia. Esto agravó la situación y ensució la imagen de los hooligans ingleses en Europa. A nivel nacional, en Reino Unido, el Gobierno de Margaret Thatcher luchaba con todas sus fuerzas contra esta corriente. Era una pelea que iba más allá del deporte, era una cuestión ideológica, social y política. Ella odiaba Liverpool, y la ciudad la odiaba a ella.

El 15 de abril de 1989 tenía lugar el comentado partido. Los aficionados del Liverpool, buscando apoyar a su equipo en un partido importante, decidieron viajar a Sheffield. Apenas 101 kilómetros separan las dos ciudades. Aquí surge un primer problema que, a la postre, sería determinante. En varios puntos de la carretera había obras y, además, se produjo un accidente. Se montaron atascos masivos.

En su llegada a Sheffield, la Policía mandaba detenerse a todos los vehículos procedentes de la ciudad de Merseyside para inspeccionarlos. Fruto de todo esto, los aficionados llegaron tarde a Hillsborough, sede del encuentro, y de manera nada escalonada.

Los aficionados del Liverpool en Hillsborough, aplastados

Allí, se encontraron con otro problema. Pese a que el número de desplazados era significativamente mayor que los del Nottingham Forest, los aficionados del Liverpool fueron asignados al fondo más pequeño del estadio, Leppings Lane, con capacidad para apenas 14.600 espectadores. En el fondo de la afición del Forest cabían 21.000.

El incidente

A escasos minutos del comienzo del encuentro, las inmediaciones del estadio están abarrotadas de gente que no ha entrado todavía en el estadio. Crece el nerviosismo, tanto por los espectadores que quieren entrar como en la Policía que quiere evitar disturbios. David Duckenfield, el comandante de la Policía para el encuentro, toma una decisión fatal y decide abrir las puertas.

En cuestión de escasos minutos, miles y miles de seguidores del Liverpool, con y sin entrada, pasan al estadio pero sin saber dónde ir o cómo acomodarse. No había ninguna organización y se dirigen hacia una grada, ya llena, que era una trampa. Una ratonera.

La puerta por la que entraron, la que se abrió, era la puerta C, que lleva al túnel cuya única salida era el sector central del fondo de Leppings Lane. Estaban acorralados.

Sin lugar a donde escapar, rebasando por mucho la capacidad de esa zona, algunos aficionados del Liverpool intentaron hacer hueco y huir al único sitio posible: el césped. La Policía, temiendo una invasión de campo tan típica de la época, reprimió ese intento, dejándoles encerrados.

Al minuto 6, el encuentro se detuvo. Finalmente se había producido la avalancha. La gente, prisionera en un mar de cuerpos, no podía respirar. Los más afortunados fueron subidos por los propios aficionados del Liverpool a la grada superior. Muchos no corrieron esa suerte. Las primeras estimaciones hablaban de 30 muertos.

El desastre de la ayuda a los heridos

Muchas dudas se habrían podido salvar de no ser por el desastre que siguió. Instantes después de la avalancha, con muchísimas personas heridas tendidas en el terreno de juego, las ambulancias esperaban en las inmediaciones del estadio dispuestas a entrar y ayudar. La Policía les negó la entrada. Creían que era un problema de hooliganismo.

Sin ayuda externa, los aficionados tuvieron que buscarse la vida (literalmente) entre los escombros de la tragedia. Vallas publicitarias se usaron de camillas. Se salvaron vidas gracias al humanismo y la ayuda mutua de los aficionados, pero menos de las que se podrían haber salvado con una mejor actuación de las autoridades.

Ese día fallecieron 94 personas. Cuatro días después, el 19 de abril, Lee Nicol, un niño de 14 años, se unió a la lista. En 1993 Tony Bland se convirtió en la víctima número 96. En 2021, Adam Devine dejó la cifra, por ahora, en 97. Sin contar los heridos o los familiares de los muertos, víctimas invisibles de la peor tragedia de la historia del deporte inglés.

La larga lucha por la justicia

Lo peor para todos los implicados es que la tragedia, después de ese nefasto 15 de abril, estaba lejos de acabarse. Los medios de comunicación empezaron a escarbar en lo sucedido, descubriendo datos escalofriantes como que: «Había solo 30 voluntarios de ambulancias, y uno de ellos tenía solo 12 años». La prensa se preguntaba quién abrió las puertas del estadio.

Desde el seno del Liverpool, como institución, el pensamiento es que las autoridades inglesas escondieron pruebas del suceso, realizando una gestión muy mejorable de la tragedia en sus días posteriores. Los altos cargos del Gobierno, con Thatcher a la cabeza, y la Policía, buscando tapar sus errores, culparon a los aficionados.

Estadio de Hillsborough, casa del Sheffield Wednesday, en la actualidad

El juez Taylor fue el encargado de analizar los hechos. La investigación duró 31 días, los que fueron del 15 de mayo de 1989 al 29 de junio de ese mismo año. En enero de 1990 se emitió el informe final, concluyendo que la actuación policial ese día «se descompuso» y que «la principal razón del desastre fue la falta de control policial». Sin embargo, no se establecieron responsabilidades directas ni indemnización alguna, hablando de muertes accidentales por asfixia.

En ese informe se sentaron las bases del fútbol inglés actual, con gradas íntegras de asientos, sin vallas y con un exhaustivo control de accesos.

Existe más de 300.000 documentos con la investigación íntegra de lo que ocurrió, y que fueron archivados más de dos décadas por el gobierno Thatcher. No fue hasta 2012 cuando, gracias al trabajo incansable del Grupo de apoyo a las familias de Hillsborough, la Justicia anuló ese primer veredicto y reabrió el caso, así como la investigación interna de la policía. Se anulaba el veredicto de muerte accidental que se había impuesto inicialmente, y la tragedia pasaba a ser un crimen. Se destaparon entonces las innumerables negligencias cometidas antes, durante y después de la tragedia.

A la mala actuación policial se le añadió una extensa trama de corrupción policial, que había manipulado las declaraciones de sus agentes para eludir los cargos, había llevado a cabo una campaña de difamación contra los seguidores del Liverpool, había ordenado análisis de sangre de las víctimas en busca de rastros de alcohol y un registro de antecedentes criminales, y había pinchado teléfonos de familiares de las víctimas y coaccionado testigos para que cambiaran su confesión para culpar a los aficionados de su propia muerte.

Homenaje de Anfield a las víctimas de Hillsborough

Además, se confirmó que Hillsborough no había pasado controles de seguridad durante toda la década, pese a las tremendas incidencias sufridas; que la policía sólo permitió que tres ambulancias accedieran al estadio; y que los servicios médicos tardaron en activar el protocolo de emergencia.

En base a estas investigaciones, el jurado deliberó en abril de 2016 que los fallecidos fueron víctimas de homicidio, atribuible a la deficiente actuación policial, antes y durante el partido; así como que el comportamiento de los hinchas del Liverpool no causó ni contribuyó a la tragedia.

Tras diez semanas de juicio y ocho días de deliberación, en abril de 2019 el jurado anunciaba que no había podido alcanzar un veredicto sobre si Duckenfield fue culpable de 95 homicidios involuntarios por total negligencia. En cambio el jurado en el tribunal de Preston Crown Court halló al exsecretario del Sheffield Wednesday Graham Mackrell, que ejercía como jefe de seguridad del estadio, culpable de un cargo según la ley de salud y seguridad en el trabajo por no cumplir con sus obligaciones.

La herida, tantos años después, sigue abierta y la lucha por la justicia se mantiene.

Si hoy en día uno va al mítico estadio de Anfield, en Liverpool, se puede encontrar un monumento en honor a las víctimas, repleto de ofrendas, con las inscripciones de los nombres, apellidos y edad de los fallecidos. Además, enfrente de donde se ubica la mítica grada The Kop se encuentra un local pequeño titulado la Hillsborough Justice Campaign (la campaña para la justicia por las víctimas de Hillsborough). Allí se venden utensilios y diferentes prendas de ropa todo con el mismo fin: que el dinero vaya a ayudar a las familias de los desaparecidos. Las víctimas que no aparecen en las listas.

Ahora, en el aniversario, como siempre Liverpool rendirá homenaje a los que se fueron. Y como siempre se volverá a entonar esa preciosa canción que lleva por título Heart as big as Liverpool, de Pete Wylie, que enuncia lo siguiente: When all the lights go out forever, somewhere near the end of time, the noise will pass and the dust will settle, and you'll be on my mind (cuando todas las luces se vayan para siempre, cerca del fin de los tiempos, el ruido cesará y el polvo se asentará. Y vosotros estaréis en mi mente).