El Manchester City de Guardiola logra lo imposible y también tiraniza Inglaterra

Cuando el Manchester City contrató a Pep Guardiola, en el ya lejano 2016, la prensa inglesa no tardó en aventurarse a decir que el dominio tiránico que el entrenador catalán había logrado en el Barça y el Bayern, venciendo seis de las siete ligas que disputó, era imposible de replicar en el país británico. Que ese fútbol, el mejor del mundo, tenía sus peculiaridades y características, que rechazaba las dinastías, que ni el Liverpool de Bob Paisley o el Manchester United de Alex Ferguson habían sido capaces de ganar muchos años seguidos.

Al término de su primera temporada, la primera de su carrera que finalizó sin títulos, perdiendo la Premier frente al Chelsea de Antonio Conte, todos los que meses antes se habían pronunciado en contra de los delirios de grandeza de Pep en Inglaterra reclamaron su posición como certera. Que ese dominio, en ese país, era imposible.

Siete años después el Manchester City ha ganado su cuarta Premier consecutiva, algo que nunca nadie había logrado, campeonando en seis de las últimas siete ediciones, un dominio tan solo interrumpido por el histórico Liverpool de Klopp, y ya se han colocado como el cuarto equipo con más ligas en el palmarés, tan solo por detrás de Manchester United, Liverpool y Arsenal.

En sus 15 años como entrenador, Guardiola apenas ha dejado escapar tres ligas: ante el Real Madrid de Mourinho y las comentadas frente al Chelsea de Conte y el Liverpool de Klopp. Rivales, todos ellos, que tuvieron que lograr niveles de perfección extremos para batirle. El propio Liverpool de los últimos años ha perdido dos ligas logrando 97 (cuarta mejor marca de la historia de la liga) y 92 puntos. El Arsenal acaba de perder una haciendo 89, su mejor marca histórica, incluso mejor que en 2004 cuando ganó la Premier sin perder ningún partido en el camino. En España, el Real Madrid se quedó sin título logrando 96 puntos en el 2010 y 92 en el 2011. Para vencerle, en 2012, se tuvieron que ir a los 100 puntos y 121 goles anotados.

En Alemania, el Borussia Dortmund perdió haciendo 78 puntos, que es una proyección de 90 (la Bundesliga son menos jornadas) y una marca que en casi todos los años te garantiza el título alemán. Nadie, en la historia de este deporte, ha tiranizado tanto el día a día, nadie ha estado tan obsesionado en la victoria diaria y por mantener el hambre de victoria, sin importar que ya se haya ganado con anterioridad.

En su primer año en Inglaterra, Guardiola sufrió ante el ritmo de la Premier y la incapacidad para contener las rápidas transiciones rivales. Corrigió esto buscando controlar en todo momento lo que ocurre en el campo, el momento y la zona de cada pérdida, y potenciando a sus mejores jugadores, convirtiendo a Rodri en el mejor mediocentro del mundo, a Bernardo Silva en un jugador total, a De Bruyne en uno de los mejores que la Premier haya conocido, a Foden en el jugador prometido y a Haaland en un goleador insaciable.

Con Guardiola ya sobran los elogios porque nadie empujó nunca al resto a ser mejores durante tanto tiempo. Un tirano que viste con ideas nuevas la que más le obsesiona: ganar.