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Ranieri celebra la salvación con el CagliariEFE

Se retira Claudio Ranieri, el entrenador del Leicester campeón y con pasado en el Valencia y el Atlético

Protagonista de uno de los mayores milagros en la historia del fútbol, esa victoria justificó una carrera marcada por los infortunios

Claudio Ranieri siempre llegaba a destiempo. Su carrera se había forjado en una serie de infortunios, de malos timings y de decisiones a lamentar. El Nápoles posterior a Maradona, el Chelsea anterior a explotar, de la mano de Abramovich, en uno de los grandes equipos de las últimas dos décadas, el Valencia anterior a la etapa gloriosa con dos finales de Champions, un equipo que él ayudó a construir, y luego volvió ya en los resquicios de la era dorada, la Juventus desnuda tras el escándalo que le descendió a segunda división, el Inter posterior a ganar el triplete con Mourinho...

Buenos equipos todos ellos, no cabe duda, pero en el peor de los momentos posibles. A Claudio no le sonreía la suerte.

Cuando su carrera ya parecía haberse ido para no volver, otro entrenador perdido en el olvido, con experiencias más remotas como entrenar al Mónaco en la segunda división francesa o dirigir a la selección nacional de Grecia y sufrir una derrota sonrojante ante las Islas Feroe, Raniero firmó por el Leicester City en el verano de 2015. Un equipo que se había salvado de milagro el año anterior, y que parecía condenado a sufrir hasta el final, otra temporada más, luchando por sobrevivir.

Y entonces ocurrió lo imposible.

El Leicester City, aprovechando una temporada de transición en los grandes clubes de Inglaterra, destrozó las previsiones y se proclamó campeón de la Premier League. La primera de su palmarés y uno de los triunfos más inesperados en la voluminosa historia del fútbol. Que Elvis Presley apareciese vivo, que se demostrara la existencia del monstruo del lago Ness o que Kim Kardashian fuese elegida presidenta de los Estados Unidos eran, de acorde a las apuestas, hechos más factibles. Y, sin embargo, ocurrió.

Ranieri es una leyenda del Leicester CityGTRES

El equipo empezó bien, ganando partidos pero concediendo muchos goles en contra. Entonces, Ranieri prometió a su plantilla que, por cada portería a cero que dejaran, les invitaría a pizzas. Y el equipo pasó a ser una roca, un hueso, de defender el área como si les fuese la vida en ello, de encajar poco y buscar los goles a través de la genialidad de Mahrez o la velocidad de Vardy.

Ese once, que se ha quedado guardado en la memoria (Schmeichel; Simpson, Morgan, Huth, Fuchs; Mahrez, Kanté, Drinkwater, Albrighton; Okazaki, Vardy) es ya uno de los más icónicos que ha vivido el fútbol. Historia que sucedió ante nuestros ojos.

Ranieri fue despedido a medias de la siguiente temporada, justo en mitad de la eliminatoria de octavos de final que el Leicester disputó (y venció) ante el Sevilla. Los finales felices son cosa de Hollywood. Tras eso, Ranieri pasó por Francia con el Nantes, breves y poco exitosas estancias en Londres con Fulham y Watford, entrenó durante unos partidos a su amada Roma, salvó cómodamente dos temporadas a una Sampdoria que ahora, entrenada por Andrea Pirlo, se encuentra perdida en el infierno de la segunda división, y su último servicio fue coger al Cagliari, el equipo que dirigió en sus inicios, para lograr un épico ascenso a primera y ahora, esta temporada, mantenerle sin sobresaltos.

Ranieri siempre llegaba a destiempo. Un poco antes o un poco después. Siempre maldecido por una especia de divinidad que le apartaba de la gloria. Pero ahora, en su último acto, él ha sido capaz de dictar cuándo y cómo dejarlo, ser dueño de su destino. Y la sensación es que, ahora sí, lo hace justo a tiempo.