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Kylian Mbappé, en el partido del Real Madrid ante Las PalmasGTRES

Mbappé cumple con la petición de Ancelotti y toma la jefatura del Real Madrid en el césped

Muchos lo envidian, pero examinarse periódicamente en el Bernabéu no es un camino de vino y rosas. Hay que ganarse el crédito de merecer militar en el club blanco. Jugar en el Real Madrid es muy difícil y si además se aterriza con el cartel de estrella la exigencia es máxima, porque todo se mira con lupa y cualquier fallo se agiganta hasta límites insospechados.

Le pasó al brasileño Didí en los años sesenta. Le sucedió a Zidane en sus primeros meses en el conjunto blanco, hace veinticuatro años. Y Kylian Mbappé ha sufrido esa presión, interna y externa, durante los últimos meses, hasta que decidió dar un paso adelante y tomar el mando que el club y el entrenador le exigían.

Ancelotti se lo dijo en plena crisis de resultados, tras las derrotas en San Mamés y en Anfield más los fiascos en el Bernabéu frente al Milán y el Barcelona. «El equipo necesita que seas un líder», señaló el italiano al francés. Kylian le respondió que él sabía que tenía que asumir esa responsabilidad y que pronto tomaría el mando.

La jefatura se gana en el campo

Mbappé y Ancelotti hablaron claro. Vinicius y Bellingham también son líderes del grupo. La estrella recién fichada por el Real Madrid debía ganarse esa jefatura en el césped, con fútbol y goles. Así lo hizo. Kylian brilló ante el Osasuna y la visita a la Atalanta de Bérgamo fue el punto de inflexión. En Italia marcó un gol y se marchó tocado, pero con el aura de haber vuelto a ser el que fue. Era el comienzo de una gran amistad con el Real Madrid.

Sus buenos partidos contra el Osasuna y la Atalanta fueron el estreno de su puesta en marcha. Desde entonces ha jugado bien siempre. Incluso en la decepción de la final de la Supercopa de España fue el único futbolista de Carletto que se salvó de las críticas. Hizo un buen partido en Arabia frente al Barcelona, pero atacó solo ante el peligro. Muy solo.

Mbappé celebra un gol en el BernabéuAFP

Ahora, en su reciente encuentro contra Las Palmas, anotó dos tantos y ya suma 18 dianas esta temporada, doce de ellas en Liga. Lo mejor para la entidad madridista y para su entrenador es que Kylian se ha echado el equipo a la espalda en los momentos malos.

Lo hizo en Mestalla ganando con diez y lo repitió frente al Celta cogiendo el toro por los cuernos mientras un sector del público pitaba a varios de sus compañeros. Mbappé ha tomado el mando del Real Madrid cuando más hacía falta, en la crisis de resultados.

Tomar la responsabilidad

Ancelotti le pedía que tomara el mando en el campo y eso solo podía conseguirlo con goles, asistencias y buen juego, porque venía a un club que es campeón de todo, de Europa y de Liga, y el astro francés tenía que superar ese listón con su calidad. Lo que Carlo le pedía, le exigía, es que tomara la responsabilidad del equipo, que asumiera ese rol. Y lo ha hecho.

Mientras muchos criticaban sin piedad a Mbappé en esos primeros meses de adaptación, en el cuartel general de Valdebebas había serenidad y tranquilidad. Sabían que tarde o temprano explotaría todas sus cualidades, porque cuando un futbolista posee mucho talento, siempre surge. «A los grandes futbolistas nunca se les olvida jugar», comentan en la casa blanca con el poso de la experiencia.

Kylian está jugando ahora con sus críticos. Los ha callado. Ha puesto la sexta marcha. Suma 18 goles en treinta partidos y piensa superar con creces la treintena en su primer año en España. Pero, como él dice con sabiduría, ha venido al Real Madrid a conquistar títulos, que es lo único importante. Ha venido a ganar su primera Champions, la Liga Española y el nuevo Mundial de Clubes que disputarán una treintena de equipos de todo el mundo en junio y julio. Los premios individuales vendrán después. Kylian tiene la Copa de Europa entre ceja y ceja. El Salzburgo es su próxima cita con Europa.