El Atlético se desangra en Anfield
El Liverpool derribó al Atlético en la primera parte con los goles de Diogo Jota y Mané y la expulsión de Felipe. Los colchoneros dependen de sí mismos para ser segundos de grupo
El Liverpool confirmó que el único color posible en el partido era el rojo. Por lo sonrojante del dos a cero del marcador para el Atlético de Madrid y sus aspiraciones, por la tarjeta que acabó con el central rojiblanco Felipe expulsado antes del descanso y por la herida en la que no dejaron de hurgar Mohammed Salah y los goleadores Sadio Mané y Diogo Jota. El equipo colchonero aún puede pelear por la segunda plaza, pero no puede fallar en los dos encuentros que le restan ante el Milán y el Oporto.
El encuentro se presentaba como un gran concierto sobre el césped con dos grandes directores de orquesta, Jürgen Klopp y Diego Pablo Simeone, y músicos de élite en los dos bandos: Mané, Salah, Joao Félix o Suárez, entre otros. El partido comenzó con el cántico tradicional del equipo inglés en Anfield– You will never walk alone (Nunca caminarás solo)– y el himno de la Champions. Sin embargo, el duelo de directores e instrumentos se transformó en un monólogo del Liverpool con el Atlético de Madrid desafinado que acabó como empezó, con los versos del himno.
El Liverpool perdonó
El equipo colchonero tuvo que medir los esfuerzos para defenderse con uno menos de un Liverpool que no dejaba de acelerar, y casi lo hace con dos. Un remate involuntario de Diogo Jota de semichilena en la cabeza de Trippier dejó al inglés desubicado. El Liverpool también sufrió una baja, la única mancha en un partido excelso. Roberto Firmino, que había entrado al campo en la segunda parte en lugar de Sadio Mané, se retiraba lesionado poco después de ingresar.
Diego Pablo Simeone trató de contribuir aportando piernas frescas, como Héctor Herrera, Matheus Cunha, Renan Lodi, Sime Vrsaljko o el joven Javi Serrano, que debutada en una noche aciaga. El mexicano Herrera tuvo la única de la segunda parte del Atleti, pero su disparo se marchó lejos de los dominios de Alisson. Pero Jürgen Klopp no se quedaba atrás y añadía más pólvora con Divock Origi, Minamino y, previamente, con el regreso del español Thiago tras dos meses de lesión.
El VAR salvó al Atleti de recibir el tercero cuando todavía no se habían cumplido cinco minutos del segundo acto. El central Virgil Van Dijk llegó hasta casi la frontal del área en conducción, filtró para un Diogo Jota que celebró por unos instantes su doblete.
El vídeo-arbitraje también dejo sin aire y estériles los conatos de remontada colchoneros, anulando un gol a Luis Suárez en el minuto 56. El delantero charrúa recortaba diferencias ante el tsunami que se le estaba viniendo encima a su equipo. Su remate, que desvió Matip antes de entrar, acabó invalidado por fuera de juego. Sería su última aparición en su antigua casa. Se retiró a la siguiente jugada entre pitos y algunos aplausos de respeto por su participación pasada en otros banquetes futbolísticos con la elástica del Liverpool.
El guion para los de Klopp estaba claro: continuar con la ofensiva. Salah se encontró con Jan Oblak tras una arrancada vertiginosa que le llevó al área pequeña. Solo los esfuerzos sobrehumanos de Giménez para robarle el espacio y de De Paul para atajar el rechace salvaron al Atleti en esa ocasión.
Los ingleses lo intentaron hasta sin querer. En el siguiente córner, Matip recibió la prolongación de Van Dijk pero remató con la espinilla fuera. No transcurrían casi ni dos minutos entre envite y envite. El siguiente fue de Diogo Jota que, en lugar de con la cabeza, remató con el hombro y el central belga que probó desde lejos para deleite de su hinchada.
Una resistencia de ocho minutos
Tan solo eso tardaron los ‘red’ en ejecutar dos movimientos–en los minutos 13 y 21–que borraron la partitura de Simeone y su defensa de cinco hombres en la primera parte. El artífice principal fue Alexander Arnold, con Jordan Henderson haciendo los coros. El lateral inglés compareció con su certera pierna derecha y, como si de un palo de golf se tratara, colocó dos balones precisos que Diogo Jota de cabeza y Mané enviaron a la red. El Cholo decía entre dientes: «Vamos, vamos».
Anfield fue fiel durante los 90 minutos a los versos que habían cantado a pleno pulmón una vez más. El coliseo crecía cada vez que lo hacían su equipo y el sufrimiento del rival. Dos minutos después, Oxlade-Chamberlain cazaba un balón suelto en la frontal del área y volvía a amenazar. Anfield crecía cada vez que lo hacía su equipo y el sufrimiento del rival. Casi se corona el drama antes del segundo acto con otra asociación entre Arnold y Salah, que se la acomodó de espuela para enviar una bomba que, a duras penas, rechazó el portero. El esloveno tuvo que rehacerse en segundos porque, en la siguiente acción, Diogo Jota buscó repetir de cabeza.
Ya fueran centros, pases filtrados, desbordes e incluso tiros, por la defensa del Liverpool no se filtraba nada. A cada tentativa del combinado español le correspondía un despeje, un desvío o un rechace inglés. Los ánimos comenzaban a encenderse. Cada lance era fuente de protestas y peticiones airadas de cartulina para el infractor con una grada que no cesaba de animar de fondo.
La primera víctima fue Mario Hermoso, que se cargó con la cartulina por frenar a Salah cuando el reloj no había sobrepasado el minuto diez. Sin embargo, la más notable fue Felipe. El central paulista derribó a Sadio Mané en una salida al contraataque y desapareció del lugar de los hechos. El árbitro holandés, Danny Makkelie, tuvo que llamar hasta cuatro veces al brasileño para terminar expulsándole del choque. Las peticiones de calma del Cholo desde la banda entre aspavientos resultaban inútiles. El colegiado neerlandés despejó a base de amarillas las réplicas de Koke y Luis Suárez, que acabaron amonestados.