París es un sueño

«Ya no veo otra cosa que telenovelas turcas». Sentada en una butaca de respaldo ancho y largo, hablaba con el desahogo sereno de quien cree que ya ha visto suficiente y que con ella no cuenten más. Le dolían los riñones y por eso, mientras hablaba, se movía discretamente entre palabras y frases tratando de acomodarse buscando un alivio cómplice en la butaca. «Me siento aquí y veo estas cosas, donde hay líos, amoríos, lujos pretenciosos, dramas efímeros… La nadería. Y cuando me apetece enciendo la lamparita y leo un libro. O hago punto de cruz o me doy un paseo». Hablaba y yo escuchaba, y fui consciente de que nunca habíamos hablado así porque esa persona nunca había existido. Yo conocía a una mujer de futuro y presente y ahora quien tenía enfrente solo quería pensar en otra cosa.

«Pero qué necesidad tengo yo a mi edad, tú me dirás, de ver muertos, cifras de contagios… Tanto miedo. O guerras, niños desaparecidos, accidentes… Si además solo hay insultos, mentiras y falta de respeto. Mira cómo está la política. Es que veo todo eso y me enfado, me altera. Quita, quita. Yo las telenovelas turcas y, cuando juega, veo al Real Madrid».

Esto que cuento fue en Irún, este pasado fin de semana pasado, y ahora me sorprendo recordándome allí. Callado y escuchando, como quien descubre algo raro y obvio a la vez. Una mujer, mi madre, que es la misma pero ha cambiado, aburrida y harta de lo que ve. Así está la cosa y así está España.

Cuando termine este artículo le voy a llamar y decirle que aunque parezca que esto no tiene enmienda y viene cuesta arriba, que Mbappé jugará en el Madrid y aún queda la vuelta. Que Paris siempre ha sido solo un sueño. Que aunque todo parezca hoy feo, agresivo y dominado por la desesperanza, vendrán tiempos mejores y ella los verá. Que España tiene arreglo y que su Madrid, nuestro Madrid, ganará. Porque esto es la Copa de Europa y nunca damos un partido por perdido. Tampoco los que juega el Madrid.