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Hazard celebra con Carvajal el tercer gol del Real Madrid en GlasgowEFE

Celtic 0-3 Real Madrid

El Madrid noquea a un Celtic que ganaba a los puntos la pelea en Glasgow

Benzema se retiró lesionado en la rodilla a la media hora. Modric y Valverde golpearon al hígado de los escoceses en medio del susurro de Kroos y Hazard recuperó un tono que culminó en el tercer gol

Si el túnel de Celtic Park parecía el viejo Scroofy de Moncloa, la bruma de su yerba era la revolución industrial. El empuje inicial, como bárbaro, de los de Glasgow era un homenaje a la nobleza del visitante. No tardó mucho en verse que el Madrid acostumbra a resistir a las tribus, honorables y no tanto, y salir de su fortaleza con la alegría con la que los judíos de Masada echaban el agua sucia delante de los sedientos romanos.

Aplacado el arrojo, al menos el principiante, como si Vinicius se lo hubiera robado por su banda de Copacabana en su primera carrera fulgurante de la noche, Tchoauaméni, junto a Kroos y Modric, empezó a construir el Muro Antonino. Cada pase de los blancos parecía la llegada a un claro, la apertura de una ventana al sol por la mañana. Tejía Modric, balones a Vini y Benzema hacía como que escalaba, dando pases por alto, saltos spidermaníacos en el área tras los que el Celtic se colaba, como si el campeón de Europa no solo jugase bien, sino que hiciese jugar bien a su rival.

El Madrid contra un clan

Pero esto es una cosa que siempre ha sucedido. La presión local era fuerte. La presión y la precisión de Jota, por ejemplo, y del esquema, clarísimo, sencillísimo. Luka mostraba en el corte a Aureliano como fajarse, física y mentalmente, en territorio hostil. En realidad, era una demostración para todo el equipo, que empezaba a dudar ante el coraje de los O’Riley y los McGregor, quien estrelló un balonazo en el poste de Courtois como si no fuera un jugador sino un clan.

Subía Modric y bajaba Benzema como para equilibrar al equipo en el punto de encuentro. El francés salvó en la defensa el fallo de Kroos en la salida brillante del Madrid, que buscaba sacudirse el atolondramiento, como si este no fuera una característica sino una afección. Seguía jugándose en los tres cuartos (y en los cuatro) del Celtic, de cuyos saques de banda el Madrid no se enteraba.

Benzema remata una balónAFP

Benzema, su mejor doctor, empezó a dolerse de la rodilla. Tristeza infinita en el madridismo que contempló la salida de Hazard por el lionés dolido, pensativo. El dolor y el miedo de la incertidumbre. Perdía el campeón a su capitán con una hora por delante en ese inhóspito lugar entre las Highlands y las Lowlands lleno de pictos. Tras la marcha de Karim bulló la fuerza indomable de Valverde, que corría poniéndole grapas quirúrgicas a las grietas de su equipo, que empezó a ajustarse.

Fallaron Hazard primero en la boca del lobo y luego Vini en la escapada a pase magistral del belga, que se contuvo en la salida como decía Marlon Brando que se contenía Yves Montand cuando la cámara le enfocaba. Modric era un púgil contra once sosteniendo las ruinas ya del muro Antonino que Tchouaméni pareció poder construir al principio, pero no pudo al final, por lo menos en la primera parte.

Lío de faldas escocesas

A la vuelta salió Rüdiger por Militao y volvieron a saltar las alarmas. Más fuerte todavía en una contra arriba y abajo, dislocando al Madrid, que solo falló el recién salido Daizen delante de Courtois. Empezó a subir el Madrid y a sacarse la pelota larga en las bajuras para dificultar la táctica memorizada del Celtic. Modric era casi todo (lo visible, lo invisible era Kroos), demasiado poco, aunque de cualquier resquicio de su inteligencia (y de la otra) podía salir la respuesta a este lío de faldas escocesas.

No fue de ese resquicio sino casi del quicio de la banda donde Valverde dio una lección magistral de fútbol entre movimientos: espolón, carrera y pase delicado a Vinicius, que venía por el otro lado a toda máquina para marcar el primer gol de la noche. A Tchouaméni lo quisieron partir en el corte, pero robó, robó en los medios para sacar la jugada que condujo Hazard para servírsela a un Modric tan adelantado, como con los pelos de punta, que luego remató en el área con el exterior que se recordará por generaciones.

Modric celebra su gol junto a ValverdeAFP

Impresionante el Madrid en la resolución de problemas, capaz de convertir un ambiente de Thomas Hardy en el de una playa de Cádiz, donde se escuchaba hasta la música del chiringuito y el rumor de las olas. De Camavinga a Mendy para el discreto e imperial Kroos que vio a Carvajal marcharse por la derecha al borde del precipicio, quien la cazó al vuelo para Hazard que llegaba por el centro para marcar el tercero casi con una justicia amorosa.

Hizo los cambios preceptivos Carletto, un noble italiano venido a más. Los aplausos sacaron a hombros a Modric, que va a Puerta Grande por partido. Un portento de casi 37 años, cada vez mejor, dispuesto a cansar al equipo de su vida de renovarle cada año, como su amigo alemán, el elegante mediocampista del Real Madrid que susurraba a sus caballos.

Ficha técnica:

Celtic 0: Hart; Juranovic, Carter-Vickers, Jenz, Taylor; O'Riley (Mooy, m. 72), McGregor, Hatate (Turnbull, m. 72); Abada (Daizen, m. 46), Giacoumakis (Furuhashi, m. 72), Jota (Haksabanovic, m. 81).

Real Madrid 3: Courtois; Carvajal, Militao (Rüdiger, m. 46), Alaba, Mendy; Modric (Asensio, m. 79), Tchouaméni (Camavinga, m. 70), Kroos; Vinicius (Rodrygo, m. 79), Valverde, Benzema (Hazard, m. 30).

Goles: 0-1 (Vinicius, m. 56). 0-2 (Modric, m. 60). 0-3 (Hazard, m. 77).