Xavi Hernández y el problema del mediocentro: la ecuación que debe resolver contra el PSG
Con Sergi Roberto y Christensen descartados por sanción, Xavi deberá lograr que De Jong, Pedri y Gündogan se potencien y no se oscurezcan
Ilkay Gündogan y una altura en el campo que marca el techo del Barça
De todo lo que se llevó el Barcelona de París, que fueron muchas cosas y muy buenas, lo que más lamentará Xavi Hernández serán las tarjetas amarillas tanto a Andreas Christensen como a Sergi Roberto que les impiden jugar el partido de vuelta. Esas dos ausencias le abren un agujero a Xavi de difícil solución.
En el encuentro ante el Cádiz el fin de semana, probó a Oriol Romeu para ver si podía contar con él ahí en la vuelta contra el PSG, pero el exjugador del Girona no dio el nivel requerido. Casi con total seguridad, en el encuentro de vuelta de cuartos de final, el mediocampo lo formarán Frenkie de Jong, Pedri y Gündogan. Tres jugadores, vaya por delante, de una calidad extraordinaria. Pero quizás tres jugadores que no se complementan del todo.
Desde que Xavi Hernández asumió el mando del equipo de toda su vida, lo ha construido bajo unos parámetros fácilmente identificables. Dos jugadores en una primera altura del mediocampo, creando juego, y otros dos (el tercer centrocampista y uno de los extremos) posicionados entre líneas, estirando y dando línea de pase.
Frenkie de Jong es para jugar en la primera altura, necesita ver el fútbol de cara. Y necesita mandar. El neerlandés es un director de juego que demanda ciertas libertades, y que le viene muy bien que su pareja ahí sea alguien que no tiene tanto peso con balón, que puede limitarse a fijar y compensar para darle espacio. Por eso Sergi o Christensen han entrado tan bien. Daban lo que se requería de ellos.
Tanto Pedri como Gündogan prefieren jugar en la altura superior. Ya sea para aprovechar la llegada al área en el caso del alemán, o para aportar control y pausa donde todo más quema en el caso del español. Uno de los dos tendrá que sacrificarse y bajar su posición.
Ambos pueden jugar bien en una altura inferior. Los dos son muy buenos y pueden dirigir las posesiones desde atrás. La paradoja para Xavi es que, con De Jong, su acompañante no puede ser otro director. O puede serlo, pero se chocarán entre ellos.
La ecuación que debe resolver el club catalán es que los tres saquen su mejor versión a la vez. Que sean compatibles. Que De Jong logre cohabitar con otro jugador que no sea un mero compensador, sino que se turnen y se potencien entre los dos. En un partido de eliminatoria europea, y más si enfrente se encuentra Kylian Mbappé, se necesitan tramos de control, de dormir el partido con posesiones largas. El Barça necesitará (preferiblemente a Gündogan) abajo para calmar las aguas. Y a su vez a De Jong para acelerar y romper presiones, ayudando al equipo a progresar. Que no se entorpezcan ni oscurezcan.
En París, el Barça jugó bien. Y además se reencontró con su historia europea. Pero ahora necesitará refrendar eso en el partido de vuelta. Y, para ello, sus tres mejores centrocampistas se tendrán que potenciar entre ellos. El mediocampo del Barça es mejor que el del PSG. Si lo demuestran y hacen el balón suyo, con los franceses persiguiendo sombras, regresar a una semifinal europea cinco años después será una posibilidad muy real.