Fundado en 1910

Mbappé en una acción del último encuentro del PSGEFE

Mbappé y su última oportunidad de construir un relato a su altura en París

El concepto de fracaso relacionado a la Champions League es tremendamente injusto y tramposo. Se tiende a tildar así, de fracasados, a todos los equipos que cada año disputan la mejor competición de clubes del mundo y no se la llevan a casa al término de la misma. Multitud de equipos empiezan la temporada con la esperanza de proclamarse campeones, pero en la realidad solo hay sitio para uno.

Cuando el jeque Nasser Al-Khelaïfi decidió comprar el París Saint-Germain, buscando elevar al club a una altura similar a la que ocupa la ciudad en el panorama europeo, es decir una de las más importantes, la esperanza clara y obvia era vencer la Champions League. Ser los mejores de Europa. La realidad, sin embargo, se ha empeñado en llevarles la contraria.

La delgada línea entre el éxito y el fracaso es tan fina, tan transparente, que muchas veces se cae en el error catalogando de esta manera. Si el PSG gana la final de la Champions no tardará en expandirse la idea de que este equipo es el mejor que ha conocido el proyecto de Al-Khelaïfi y que, para ello, se ha tenido que dar salida a Neymar y Messi. Se olvida, por tanto, que el conjunto de la capital francesa alcanzó su cúspide en 2020 y 2021, llegando a la final de la Champions primero y a las semifinales el año siguiente, con un Neymar superlativo, cayendo únicamente ante el Bayern del sextete y el City de Guardiola. Dos eliminatorias, por cierto, en las que Mbappé jugó con molestias y limitó el potencial de los suyos.

Pero aquí están, otra vez más, a las puertas de la gloria. Quizás con algo de fortuna, pues parece complicado imaginarles aquí de no haber sido por la torpe expulsión de Araújo. Se enfrentarán al Borussia Dortmund, que puede ser el semifinalista más débil en años, pero que tendrá cosas que decir.

Quién para a Mbappé

El Dortmund es un gran equipo con balón. A partir de su tendencia de sobrecargar el lado izquierdo del campo, juntando a los buenos en pocos metros, especialmente Brandt y Sancho, desarbolan los sistemas defensivos rivales, llegan a línea de fondo y amenazan el punto de penalti, donde el altísimo Fullkrug es una amenaza. Sin embargo, sin balón la historia es muy diferente. Mucho peor.

Pancarta a Mbappé en el Parque de los PríncipesEFE

Los dirigidos por el croata Edin Terzic tienen muchos déficits en su estructura sin balón. Y eso, ante un equipo con un tridente como el que forman Mbappé, Dembélé y Barcola, es un grave problema. La cuestión de cómo lograrán pararles, especialmente a Kylian, parece la gran clave de la eliminatoria.

A falta de saber cómo les colocará Luis Enrique, si va a preferir a su estrella más centrada o tirado a la banda izquierda, el Dortmund es un equipo que tiene problemas siguiendo rupturas, con su línea defensiva descoordinándose (la posible baja de Hummels hace todavía más sangrante este problema) y que deja muchos huecos en las inmediaciones del área.

El PSG, que usa a su lateral derecho, Achraf Hakimi, por dentro para cargar esa zona del campo, busca constantemente los espacios que se abren en el intervalo entre central y lateral cuando este último salta fuera a la recepción del extremo y el primero está referenciado por dentro en el área. Si Mbappé tiene su noche, si es capaz de identificar y atacar espacios con frecuencia, y si el PSG le nutre de buenos balones (será importante el rol del mediocentro Vitinha, muy asentado como mediocentro del equipo), el Dortmund no podrá pararle y la eliminatoria cogerá color francés.

A falta de confirmación oficial, todo indica que estos son los últimos partidos de Mbappé con el PSG. Y la estrella francesa, posiblemente el mejor jugador del planeta en estos momentos, quiere construir un legado en el equipo de su infancia a la altura de su calidad. Es su última oportunidad y dicen que el ser humano es más peligroso cuanto más arrinconado se encuentra. Dortmund será la prueba de fuego.