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Imagen del Estadio Da Luz celebrando un gol del BenficaAFP

El bromazo pesetero de la UEFA con su nueva Champions: goleadas constantes y menos nivel que en el anterior formato

Allá por el 10 de mayo de 2022, fecha en la que la UEFA anunció que la Champions League iba a cambiar de formato a partir de la temporada 2024-2025, todo era ilusión. Desde el máximo organismo del fútbol europeo había pleno convencimiento de que este cambio le iba a venir francamente bien a la competición más prestigiosa del fútbol del Viejo Continente.

Sobre el papel todo se ve de una manera. Pero cuando la idea se ejecuta, la concepción suele cambiar y solo han hecho falta dos jornadas para comprobar que el nuevo formato no está muy bien trazado. El primer gran inconveniente tiene que ver con el número de partidos. En un calendario ya de por sí sobrecargado, a la UEFA le dio por romper la fase de grupos tradicional para crear una fase de la liga. Y esto ha hecho que se tengan que jugar un total de ocho encuentros, en lugar de los seis del anterior formato, lo que ha hecho que se pase de 32 a 36 equipos.

El máximo organismo del fútbol europeo quería que se viesen grandes enfrentamientos desde el principio, pero a la hora de la verdad los equipos se siguen enfrentando a rivales de un rango inferior. Esto se ha podido comprobar rápidamente. Por citar varios ejemplos, el Real Madrid se ha enfrentado al Stuttgart y al Lille, el Barcelona al Mónaco y al Young Boys, el Shakthar Donetsk al Bolonia y a la Atalanta. Bien es cierto que también se dieron grandes partidos, pero la tónica general es que la UEFA ha vuelto a caer en el mismo error.

Lo que está claro es que la UEFA ha cambiado el formato de la Champions por intereses económicos. Si hay más partidos, el máximo organismo del fútbol europeo se embolsa una cantidad de dinero mayor. Todo lo demás pasa a un segundo plano y las quejas de los clubes son archivadas. Este nuevo formato es, simplemente, un bromazo pesetero. Se vendió una competición novedosa y diferente y al final todo sigue igual. O incluso peor.

El darle opciones a los equipos de menor rango ha hecho que se vean grandes goleadas desde el principio. Y esto a la gente que sigue el fútbol con asiduidad no le ha gustado nada. El nivel ha descendido. Hay que reconocerlo. Los grandes clubes han aprovechado estos partidos más asequibles para golear y quitarle toda la emoción a lo que a priori se vendió como un gran enfrentamiento.

Los jugadores del Lille celebran un gol en la fase previa de la ChampionsAFP

En la jornada inaugural del nuevo formato, el Bayern de Múnich aplastó al Dinamo de Zagreb por 9-2, el Celtic de Glasgow le metió un 5-1 al Slovan de Bratislava. Y en esta segunda fecha que acaba de concluir, el Barcelona venció 5-0 al Young Boys, el Inter de Milán le marcó cuatro goles al Estrella Roja, el Borussia de Dortmund le endosó un contundente 7-1 al Celtic, el Manchester City arrasó al Slovan de Bratislava por 4-0.

Todo esto ha sucedido nada más empezar. Y lo peor es que todavía faltan seis jornadas más. Con lo cual, es altamente probable que se sigan viendo grandes goleadas. Esto tiene una explicación muy sencilla. El sistema de clasificación ha cambiado y para asegurarse un billete entre los ocho primeros (que pasan directos a octavos), a los equipos no les queda otra que marcar muchos goles, lo que les sirve para salir ganando en caso de que haya desempates por ver quién acaba en qué posición.

Lo que demandaba el fútbol europeo era algo parecido a lo que pretende impulsar Florentino Pérez con la Superliga. Es decir, tres divisiones y a ellos se accede por pura meritocracia. En el primer nivel los grandes equipos, en el segundo escalón los clubes tipo Bayer Leverkusen, Aston Villa, RB Leipzig... y en el tercer grupo deben de estar los que en el actual formato de la Champions pertenecen al bombo número cuatro.

Y luego, en el apartado no deportivo, la UEFA se cargó el elemento con el que los aficionados al fútbol identificaban a la Champions League. El himno no es el mismo y ese cambio ha recibido multitud de críticas. En definitiva, la máxima competición continental ha perdido esa aura que tenía antaño.