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El delantero francés del Real Madrid, Kylian Mbappé se duele en el suelo durante el partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones

Kylian Mbappé se duele en el suelo durante el partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de CampeonesEFE

El rol del hijo de Ancelotti, el enganchón de Mbappé con Llorente: lo que no se vio de la tanda de penaltis

La histórica eliminatoria entre el Atlético y Real Madrid se decidió en el escenario que nadie se habría imaginado cuando el martes 4 de marzo el conjunto blanco enfiló el túnel de vestuarios del Santiago Bernabéu con la victoria final (2-1).

Nadie (igual Dios sí) se imaginaba que el euroderbi se fuera a decidir desde el punto de penalti. Era algo impensable. Sin embargo, tal y como se fue desarrollando el partido, esa posibilidad fue creciendo exponencialmente. El Atlético marcó muy pronto (a los 26 segundos) y dado que no pudo doblar la renta, Simeone empezó a pensar en ello. Porque, a pesar de jugar en casa, el conjunto colchonero no planteó el partido como lo tendría que haber hecho si de verdad quería estar en cuartos de la Champions.

Contra el Madrid en la máxima competición europea no se puede fiar todo al azar y el deseo de repetir lo que se vivió en el Metropolitano el año pasado contra el Inter de Milán le salió cruz al Atlético de Madrid.

El desenlace de la tanda de penaltis se empezó a fraguar a partir del 115'. En ese minuto, al igual que sucedió en el Etihad Stadium la temporada pasada, Davide Ancelotti escribió en su famoso 'papelito' los nombres de los cinco futbolistas que iban a ser los encargados de lanzar los penaltis: Mbappé, Bellingham, Valverde, Lucas Vázquez y Rüdiger. El quinto pudo haber sido Endrick, pero Ancelotti no lo vio claro: «Teníamos dudas en el quinto, pero he visto la cara de Endrick y he dicho 'mejor Rüdiger'».

Llegado el momento, los 22 jugadores que en ese momento estaban sobre el campo se dirigieron hacia el centro del terreno de juego. Allí esperaron, con tensión y nerviosismo, a que llegara su turno, mientras las más de 70.000 gargantas trataron de meter presión a los futbolistas madridistas que se acercaban al punto de penalti.

Mbappé y Sorloth cumplieron; Bellingham y Julián Álvarez, también. Pero el VAR revisó la acción y, a pesar de que el tiro del argentino entrara en la portería de Courtois, dictaminó que el '19' colchonero había golpeado el balón dos veces y que el penalti se tenía que anular.

Acto seguido, les llegó el turno a Fede Valverde y a Correa, que tampoco fallaron. Todo estaba transcurriendo con normalidad. Sin embargo, el que sí erró la pena máxima fue Lucas Vázquez, un jugador acostumbrado a tirar penaltis en partidos de este calibre. El gallego vio como Oblak le detuvo el lanzamiento.

Lucas no se lamentó en exceso. La ventaja seguía siendo del Real Madrid, pero al Atleti se le presentó una oportunidad de oro para devolver la igualdad a la tanda de penaltis. El problema fue que Marcos Llorente, que no es un habitual desde los once metros, envió el tiro al larguero y emuló a Juanfran Torres en la final de Milán 2016. Minutos después, Courtois confesó que no tenía referencias del exmadridista, pero sí recordó que en su tiempo en Valdebebas solía tirar los penaltis hacia la derecha.

«Llorente no teníamos información, pero me acuerdo que en los entrenamientos le gustaba tirar a la derecha y pegó un zambombazo que fue fuera», relató el portero belga en zona mixta.

El Madrid pasó de la resignación al subidón en cuestión de segundos y cuando Antonio Rüdiger se disponía a lanzar el quinto penalti, saltaron chispas entre Marcos Llorente y Mbappé en el centro del campo. El '14' colchonero no quería soltar el balón para poner nervioso al central alemán y las tuvo con Kylian (el francés vio amarilla). Sin embargo, esa estrategia no le salió bien al centrocampista porque el '22' madridista convirtió, con más suspense del deseado, el penalti y el Madrid certificó el billete para los cuartos de final.

La euforia de después

Cuando Rüdiger marcó el penalti definitivo, la alegría de los futbolistas madridistas era más que evidente. Habían derrotado a su eterno rival de la manera más épica y lo que hicieron fue dirigirse a la parte del estadio en la que estaban ubicados los más de 3.000 aficionados del conjunto blanco.

En ese momento, empezó a caer de todo el campo: Y Jude Bellingham, lejos de encararse con la grada, remató con la cabeza una botella de plástico como si de un balón se tratara; Vinicius se quitó la chaqueta y la colocó en el césped dejando claro a la afición atlética que el Real Madrid mandaba en la capital, algo que luego no dudó en recordar en sus redes sociales.

En resumen, el Real Madrid se fue del Metropolitano con el billete de cuartos de final bajo el brazo, donde se enfrentará al Arsenal de Mikel Arteta por un puesto en las semifinales. Y el Atlético de Madrid lo abandonó lamentándose, pero orgulloso de haber muerto en la orilla. La primera 'Orejona' para los colchoneros tendrá que seguir esperando.