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Messi, Griezmann y Koeman: el tridente de desmentidos de Joan Laporta
El presidente del Barça ha tenido que desdecirse de su idea inicial en la gestión de los casos de Leo Messi, Ronald Koeman y Antoine Griezmann
Cerca de siete meses lleva Joan Laporta en su segunda etapa como máximo mandatario culé. Tras su triunfo en las urnas, parece que sus promesas se quedaron allí. La definitiva marcha de Messi tras 20 temporadas de azulgrana, la continuidad de Koeman a pesar de los resultados y el juego del equipo y la cesión de Griezmann al Atlético de Madrid son los enanitos que le han crecido a Laporta hasta ser su tridente de este año: la ‘MKG’.
El arranque de temporada, donde ya ha cosechado la primera derrota en liga y no ha puntuado en Champions, no contribuye a mejorar su imagen en esta nueva andadura en los despachos. Su extraña relación con el entrenador del primer equipo y las complicadas salidas del '10' y del '7' han puesto en jaque la credibilidad del líder.
El empresario vive un segundo período en lo más alto con su economía en el subsuelo a causa de la gestión de Josep María Bartomeu. El CEO del club, Ferran Reverter, ha reconocido la ruina del Barça en la presentación de la due diligence que ha solicitado la nueva directiva.
Junto a la exorbitada deuda – de 1.350 millones de euros – sobresalían ecos deportivos, como la imposibilidad de seguir pagando a Griezmann como compromiso más inmediato. Del mismo modo, se ha reflejado el elevado gasto que tuvo que afrontarse para hacer frente a fichajes y sueldos astronómicos de otros jugadores como Leo Messi, Philippe Coutinho y Ousmane Démbélé.
Decepcionante adiós a Messi
La continuidad del mejor jugador de la historia del Barcelona fue una de las principales bazas con las que Laporta accedió de nuevo a la presidencia. Llegó a asegurar en uno de los cara a cara con Víctor Font y Toni Freixa que, si ganaba otro candidato distinto a él, el astro argentino no continuaría en la Ciudad Condal.
Sin embargo, su deseo por cumplir con su palabra se chocó con los agujeros económicos de su antecesor – entre ellos, los casi 400 millones en dinero debido a jugadores – y con la inviabilidad de hacer frente a la renovación del argentino.
El jugador aterrizó en el aeropuerto de El Prat sin contrato después de sus vacaciones y de ganar la Copa América con Argentina, convencido de que aún era posible su continuidad. El club trató de buscar la flexibilidad de LaLiga para mantenerle en España, pero el organismo le ofreció los fondos CVC como única salida, opción a la que el presidente se negó. Finalmente, Messi se marchó al PSG, rival directo en Europa que venía de humillar a los culés en Champions.
Otras consecuencias de la nefasta economía azulgrana fueron las necesarias bajadas de salario de las «vacas sagradas» para poder inscribir nuevas fichas y el retorno obligado a la apuesta por La Masía. El Barcelona no podía acometer fichajes ilusionantes que recompusieran el ánimo ni con la salida del rosarino.
Llegaron Sergio Agüero, Éric García y Memphis Depay gratis. Por otra parte, se recuperó a Emerson del Betis – que acabó haciendo las maletas rumbo al Tottenham para hacer caja después de debutar en el Camp Nou – y se adquirió a Luuk de Jong como cedido sobre la bocina del mercado para difuminar la salida de Griezmann.
Ni líder ni moneda de cambio
El crack galo podía parecer el máximo beneficiado de la salida de Leo. Sin embargo, de ostentar el papel de nueva estrella y elogiar su compromiso deportivo con la camiseta blaugrana, Laporta decidió darle salida. El francés paso a ser una bola más en el juego de malabares de la directiva para afrontar su delicada situación económica.
El presidente trató sin éxito de incluirle en algún intercambio provechoso para el área deportiva. Los nombres que sonaron para los trueques fueron los colchoneros Saúl Ñíguez y João Félix, pero esos movimientos no pasaron del rumor. Finalmente, ‘El Principito’ volvió a su casa, al Manzanares, en calidad de cedido por dos temporadas, con opción de compra.
El Barcelona reforzaba al club rojiblanco por segunda temporada consecutiva con una ganga, como el caso de Luis Suárez la pasada temporada. El uruguayo ya ha demostrado a su exequipo que todavía le queda fútbol en sus botas con el tanto con el que certificó la derrota de los culés en el Wanda Metropolitano de la última jornada.
El vaivén con Koeman
El caso del entrenador neerlandés es el más sonado en este inicio de temporada dentro y fuera del campo. El técnico holandés no está cuajando un gran inicio de temporada y en la pasada solo logró la Copa del Rey. La filosofía del de Zandaam y sus resultados no convencían a Joan Laporta, que quería apostar por otro inquilino para el banquillo en el primer viraje del Barça post-Messi.
Nuevamente serían la economía y el propio míster quienes le obligarían a recordar el año de contrato en vigor que tiene el héroe de Wembley en el banquillo. Tratar de precipitar la llegada de Xavi Hernández o de cualquier otro hubiese supuesto pagar el finiquito a Koeman y el sueldo de un cuerpo técnico nuevo.
Laporta se ha visto obligado a recular y a tratar de reforzar al técnico en su puesto ante la ausencia de una alternativa viable. El catalán cuenta con argumentos deportivos para su decisión de proponer un cese, pero carece de liquidez para ejecutarla.
Por ello, ha respondido a las demandas de Koeman de recibir apoyo de forma clara y pública – como en los instantes previos ante el Atlético de Madrid – e instado a la afición que apoye el proyecto del exseleccionador de Holanda. Ambas partes se han resignado mutuamente y tratan de cerrar filas en torno a la profesionalidad y, como dijo el propio Laporta, a que nada sea más importante que el Barça.